Bong-Cha se quedó dormida con él después de un rato, quien lo mantuvo en sus brazos todo el tiempo. Le dolía tanto verla en ese estado de confusión en el que entraba cuando se le venían a la cabeza todos los recuerdos incompletos. Extrañamente, estaba haciendo un aire muy frío esa noche a diferencia de las otras. Jang-Seo tuvo miedo de que pudiera enfermarse, así que la cargo en sus brazos y la llevó a casa de Asdis, donde se encontraban todos los demás. Cuando entró, todo estaba en silencio, todos estaban dormidos. La colocó a ella en un sillón para después taparla con una manta. Él se quedó en el sillón de al lado. Con la cabeza apoyada sobre la recargadera, miró a Bong-Cha tranquila en un sueño profundo, sin perturbaciones ni confusiones.
A la mañana siguiente, poco a poco todos fueron despertando y se preparaban para regresar al barco y partir rumbo a Rubinstad. Sin embargo, Jang-Seo no hizo nada hasta que Bong-Cha también estuvo despierta. Al verlo cerca, ella sonrió y se incorporó.
—¿Cómo estás? —le preguntó él.
—Bien... más o menos, me siento extraña —Bong-Cha respondió no muy segura.
—Se honesta, me preocupé mucho ayer —dijo Jang-Seo.
Ella asintió.
—Gracias por haber estado ahí... pero, no hablemos de esto con nadie más, ¿está bien? Mi vida antes del naufragio se ha vuelto más confusa, no sé si lo que escuché es verdad o no, o que debo creer. No quiero involucrar a muchos.
—Está bien.
Después de un rato salieron de la Isla Cirro y empezaron a descender por las Peñas Altas. El viento de las partes más altas afortunadamente no era muy fuerte, a diferencia de la primera vez. El descenso era mucho más tranquilo que subir, pero no podían evitar mirar hacia abajo de vez en cuando, sintiéndose inseguros por las pequeñas piedras que se desprendían. Cuando estuvieron abajo, la tripulación los recibió.
—Me alegra que hayan vuelto, Capitán, ya se estaban tardando —dijo Ronald.
—Descubrimos varias cosas. Ahora iremos rumbo a Rubinstad —respondió Jang-Seo.
—¿Rubinstad? Le recuerdo que no tenemos muy buena reputación en ese lugar.
—Lo sé, pero debemos ir. Además, no iremos precisamente a llamar la atención.
Cuando todos hubieron abordado el barco, Jang-Seo dio la orden de zarpar y la nave empezó a avanzar por las aguas azules del mar, impulsado por el viento.
Después de un rato, Bong-Cha se encontraba hasta enfrente del barco, con la brisa haciendo volar su cabello y su mirada perdida en las olas. Jang-Seo se acercó a ella. Le tocó suavemente el hombro para anunciar su presencia. Ella volteó en su dirección y le mostró una ligera sonrisa.
—Hola —saludó.
—¿Cómo estás? —preguntó él.
—Creo que te estás preocupando de más. Estoy bien, bueno... no sé qué pensar de todo esto, cada vez que lo pienso me siento más confundida —contestó Bong-Cha.
—Todo se va a aclarar pronto.
—Quizás... ni siquiera sé si creer o no en lo que escuché. Es tan difícil de creer... pero todo encaja. Y los recuerdos...
Él le frotó el hombro mostrando su comprensión.
—Jang-Seo... —añadió ella —¿Qué pensarías si realmente yo fuera... como decirlo... una especie de "criminal" con diferente reputación en cada lugar?
—Mmmm... tal vez podríamos hacer negocios.
Bong-Cha le dio un empujón no muy fuerte.
—Estoy hablando enserio —dijo, aunque se había reído un poco.
—Está bien, solo quiero que pases un rato no tan confuso.
—Si, entiendo, gracias.
—Volviendo a tu pregunta... y ya enserio, la verdad no cambiaría nada, al menos no para mí. Digo, supongo que tendría que darte un respeto de Capitán a Capitán, pero, de cualquier modo, seguirías siendo tú.
—Supongo... —ella se animó un poco —Por cierto, recuerdo que una vez dijiste que, si conocieras a Hisako, tal vez ella te partiría el cuello.
—Ajá... —él desvío un poco la mirada.
Bong-Cha lo agarró del cuello y lo empujó contra un mástil. Luego se rio.
—Tal vez si lo haga —dijo en voz baja.
Jang-Seo se quedó mirándola sin poder decir nada. Definitivamente no se esperaba esa acción de su parte y lo hacía ponerse nervioso. Ella lo soltó y rio de nuevo.
—Admito que me diste miedo —comentó él.
—Ese era el punto, cariño —respondió Bong-Cha.
Jang-Seo estaba sorprendido por su actitud. Ella era muy seria y hasta retraída, pero ese momento de coqueteo le había dado una idea más amplia de su personalidad, y realmente lo había dejado paralizado con su gesto. Se pasó la mano por el cabello mientras observaba como Bong-Cha caminaba en dirección a Asdis y se ponía a hablar con ella.
—¿Y cuál es el plan para cuando estemos en Rubinstad? —preguntó la pelirroja.
—No estoy segura. Solo hay que encontrar más información sobre la Orden de Rava y las Espadas del Sur —dijo Bong-Cha —Asdis... no puedo asegurar nada, pero creo que tu padre podría haber sido parte de la Espadas del Sur —agregó.
—¿Qué quieres decir? —Asdis llevó su mirada a ella.
—Es solo que se han llevado a muchas personas sin razón, entre ellos tu padre. Sabemos que la Orden de Rava está bajó el mando de las órdenes de la familia real ravneana, y que su mayor enemigo son las Espadas del Sur. Tengo que teoría de que las personas que han desaparecido en realidad tenían algo que ver con las Espadas.
—Él jamás mencionó nada al respecto.
—Seguramente quería protegerte. Si sabía que los estaban buscando y que la Orden de Rava había ganado mucho poder e influencia en los últimos años, con más razón te mantendría alejada de todo eso.
Asdis se agarró los brazos y bajó la cabeza.
—Era mi padre... Lo único que me quedaba... -murmuró.
—Lo lamento, Asdis.
—Tengo que vengarlo. No puedo permitir que ellos ganen, tengo que detenerlos, si no matarán a más personas, personas que buscan el bien.
—Y lo haremos, por eso vamos a Rubinstad. Pero tengo que pedirte algo. Rubinstad tiene una gran influencia de Ravnensland, prométeme que veas a quien veas, oigas lo que oigas, no harás nada que pueda perjudicarnos.
Editado: 30.12.2024