Yeong-Seok notó que e estaba haciendo cada vez más tarde y su primo no regresaba. Escuchó como alguien tocaba la puerta de la casa y fue a abrir de inmediato. Se encontró con Zelda.
—Zelda, que sorpresa —dijo al verla.
—Si... ¿Está el Capitán? Queremos preguntar si es prudente zarpar mañana, la marea está muy alta y podría durar —explicó la chica.
—Hace más de una hora que salió con Bong-Cha, pero no ha regresado. Empieza a preocuparme.
—Podemos ir a buscarlos. Deben estar por el pueblo —sugirió ella.
—Voy con ustedes —habló Asdis a sus espaldas.
Yeong-Seok se volvió en su dirección y asintió. Los tres se dispusieron a a buscar a Bong-Cha y Jang-Seo. Después de recorrer todo el pueblo, fueron al otro extremo cerca del acantilado.
—Que extraño... —balbuceó Asdis.
Yeong-Seok vio algo como una Mancha en el suelo gracias a un farol cercano. Cuando se acercó a verlo se dio cuenta de lo que era.
—Sangre —dijo.
—Eso no es bueno —señaló Zelda.
—¡Jang-Seo! ¡Bong-Cha! —Yeong-Seok empezó a correr entre las casas de la costa angustiado por lo que podría haber pasado.
Cuando menos se lo esperaba, vislumbró la sombra de alguien tirado en el suelo. Rápidamente fue hasta esta para darse cuenta de que se trataba de Jang-Seo.
—No, no, Jang-Seo. Mierda —balbuceó y comprobó que siguiera respirando.
Trató de despertarlo varias veces sin tener éxito. Al sostener su cabeza, notó una herida y cuando quitó su mano, esta tenía sangre.
—¿Qué pasó? —preguntó Asdis.
—No lo sé —Yeong-Seok respondió —Pero Bong-Cha no está, no debe ser nada bueno. Zelda, tráeme algo para que despierte.
La rubia asintió y se fue corriendo para buscar algo que pudiera funcionar. Mientras tanto, Yeong-Seok revisó la herida de su primo.
—Es una herida de golpe... con un arma seguramente —dijo.
—¿Es muy grave? —inquirió Asdis.
—No, pero quien sea que haya sido, lo agarró desprevenido, fue muy directo.
—Creí que este era un lugar pacífico.
—Y lo es. Necesitamos que despierte para saber lo que pasó, y donde está Bong-Cha.
Zelda regresó al cabo de unos minutos con un pañuelo y un líquido en la mano. Vacío un poco del líquido en el pañuelo y se lo puso a Jang-Seo cerca donde pudiera olerlo. El chico tardó un poco en despertar, pero finalmente abrió los ojos y respiró ondo.
—Bong-Cha... —habló al instante y miró a todos lados.
Se levantó, pero sintió un fuerte mareo, que estuvo a punto de caer de nuevo.
—Jang-Seo, estás sangrando —le advirtió su primo —Tranquilo, tranquilo.
Zelda le entregó a Yeong-Seok otro pañuelo más grande que había traído para detener el sangrado. Yeong-Seok le ayudó a su primo a sentarse junto a una cabaña y le puso el pañuelo en la herida de la cabeza.
—Bong-Cha... tengo que ir por ella... —añadió Jang-Seo.
—Respira, primo. Respira y dime que sucedió. ¿Qué pasó con ella?
—James... y Relish, de algún modo supieron que vinimos aquí... se la llevaron... creo que... a la Isla Hueso...
—¿Estás seguro de que fueron ahí?
—Dijo... Relish dijo... que si quería hablar... estarían al sur en medio de la nada...
—¿En medio de la nada? —Asdis preguntó.
—La Isla Hueso en una isla abandonada, algunos dicen que está maldita. Está al sur de aquí, lejos de cualquier otro lugar, rodeada de kilómetros de agua salvaje —le explicó Yeong-Seok.
—Tengo que ir... no puedo dejarla —insistió Jang-Seo.
—Lo sé, lo sé.
—Hay que irnos ahora... lo siento, sé que dije que sería mañana, pero no puedo... no puedo, Yeong-Seok...
—Está bien, Jang-Seo, está bien. Nos iremos ahora.
—Capitán, estamos a sus órdenes —intervino Zelda.
—Gracias... informa al resto de la tripulación —le indicó Jang-Seo.
Zelda asintió y se retiró en dirección al puerto.
—Tranquilo, primo. Ella estará bien —Yeong-Seok le puso una mano en el hombro a Jang-Seo.
Lo ayudó a levantarse para pasar a casa de sus padres para informar que debían irse urgentemente.
—Tengan cuidado —les dijo Hyun-Ae —Ese hombre es peligroso.
—¿Seguro que estás bien, Jang-Seo? —preguntó Young-Soon a su primo, preocupada.
Este asintió un par de veces. Cuando todo estuvo listo, zarparon de inmediato. Yeong-Seok subió al mástil más alto e impulsó las velas con su poder de viento. Jang-Seo le agradeció con un movimiento de cabeza.
A una buena distancia, llevando la ventaja, el otro barco avanzaba hacia el sur. Relish había encerrado a Bong-Cha en un cuarto pequeño atada de manos y pies. Ella escuchó al hombre hablar con James cerca de ahí.
—Es ella, su recompensa es grande. Podemos hacer un trato con la Marina —decía el joven.
—Ya veremos qué hacer con ella en cuanto Jang-Seo esté muerto.
—En cualquier caso, quiero una parte de la recompensa, sin mí usted no lo habría logrado.
Relish rio un poco.
—No te adelantes, niño. Las Tierras del Oriente están llenas de riquezas, y ella las conoce bien. Además, el trato era para matar a Jang-Seo, no acordamos nada después de eso.
James frunció el ceño.
—Pero ya veremos, quizás pueda recompensarte por tu ayuda —añadió Relish.
A continuación, abrió la puerta del cuarto donde se encontraba Bong-Cha, quien lo miró con hostilidad.
—Según mis cálculos, Jang-Seo ya debe venir por ti. Espero que haya entendido mi acertijo, de lo contrario, sería una pena por ti, jovencita.
—No le tocarás ni un cabello —ella demostró su odio en sus ojos.
—Ja, yo no lo tocaré, mi espada si lo hará. Y cuando esté tan muerto como se lo merece, voy a pintar su propio barco con su sangre y la de toda su tripulación.
—No dejaré que le hagas daño. Sé lo que has hecho, y voy a impedir que se repita.
—Ah, así que se hizo la víctima contigo. Es una persona tan cambiante, un asesino sin remordimiento, pero también un cobarde, un cobarde que se refugia con alguien de su calaña.
Editado: 30.12.2024