—Lo siento, no quiero molestar ahora, solo quería preguntarte a donde fijamos el curso —dijo Yeong-Seok.
—¿Qué dice Asdis? —preguntó el Capitán, ya que ella era la principal de la misión.
—Ella está conforme si nos tomamos un poco más de tiempo. Lo más importante es que Bong-Cha esté en condiciones -aclaró su primo.
Jang-Seo pensó un poco antes de dar una respuesta.
—A la frontera con él Mar Escarlata. Hay islas cercanas a Rubinstad donde podemos detenernos si hace falta.
—Como digas —Yeong-Seok se retiró dejando cerrada la puerta.
Jang-Seo recostó su cabeza y miró a Bong-Cha. Sabía que no podría dormir si la dejaba sola durante la noche, estaba preocupado por ella. Y se sentía culpable, pensó que podría haber impedido todo eso desde el principio, si no lo hubieran agarrado desprevenido en Stepshell la noche anterior. Jamás se había preocupado así por alguien, su familia, sus amigos, su tripulación, tenía un sentimiento diferente para cada uno, pero nunca de la misma manera que lo sentía por aquella chica. La seguridad que le daba estar a su lado, la confianza para poder contarle su pasado, la calidez de sus palabras, la dedicación cada vez que se trataba de ayudarlo, y esa mirada de comprensión y aceptación cuando lo escuchaba. Nada podía compararse con ese sentimiento tan hermoso, el mismo sentimiento que lo hacía temer ante la posibilidad de perderla, aunque se recuperaría. ¿Qué pasaría cuando todo acabara? ¿Sus caminos se separarían? ¿Cómo podría continuar sin su compañía? ¿Cómo podría algún día olvidarla? ¿Qué sería de su vida si Bong-Cha ya no formara parte de ella?
Tantas preguntas y ni una sola respuesta. Ella estaba presente en cada pensamiento, cada decisión. Él sabía lo que sentía, aunque no podía entenderlo, pero definitivamente era algo más que compañerismo y amistad, algo más allá de todo lo que conocía.
Aquella era una noche fría. Jang-Seo tocó la mejilla de Bong-Cha para asegurarse de que no pasara frío. Probablemente no dormiría esa noche por cuidar de ella cada segundo, pero cerró sus ojos mientras tomaba su mano y se la besaba.
Efectivamente, Jang-Seo no pudo dormir en casi toda la noche. Cassian había dicho que ella estaría bien, pero aún así estaba demasiado preocupado. Revisaba su respiración y sus latidos a cada rato. Todo estaba en orden. Jang-Seo se levantó un momento de la cama para despejarse un poco. Cerca de la mesa, tocó algo con su pie y se agachó a recogerlo. Era la libreta donde Bong-Cha dibujaba. Seguramente se había caído y estaba abierta en la primera página, donde se encontraba el símbolo de la Dinastía Moon. Solo por curiosidad, pasó las hojas y vio sus dibujos. Sonrió al ver las velas de la Perla Roja y las pinturas de Jang-Mi. Pero el último dibujo, realmente lo impresionó. Era de él, sus cicatrices. Jang-Seo no supo que pensar, era el más detallado y realista de los dibujos. ¿Por qué lo había hecho? Recordó cuando Bong-Cha le había curado esa enorme cortada de su espalda, ahí había visto las otras y él se había atrevido a contarle porque las tenía.
Al ver ese dibujo, pudo sentir la misma compañía que esa vez, y se prometió que ahora él cuidaría de ella de la misma manera. Eso también le hizo recordar algo más, su magia. Había pasado años sin usarla, y sin embargo, cuando se trataba de proteger a Bong-Cha, su poder se había manifestado. También se sentía liberado de eso, y quizás incluso podría aprender a controlarlo con su ayuda. Era como si la llegada de aquella chica, hubiera traído una liberación a su alma, de todo el peso que cargaba.
Amaneciendo al siguiente día, Jang-Seo había dormido por mucho un par de horas. Bostezó en cuanto abrió los ojos y vio a Bong-Cha al lado de él. Checó su respiración y su pulso. Ella estaba bien. Así como ella había cuidado de él en su momento, quería hacer lo mismo. Se dirigió a la cocina para indicar que preparan un platillo especial para Bong-Cha. Cuando estuvo listo, regresó a la habitación, donde ella ya estaba despierta. Él dejó el plato en la mesa y se acercó a ella rápido.
—Bong-Cha, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes? —se apresuró a decir hincándose a su lado.
—Aún duele —respondió ella quedamente —¿Te quedaste aquí toda la noche? —añadió, pues las cobijas estaban movidas.
—Si... quería ver que pasaras bien la noche —dijo él.
—Gracias —murmuró Bong-Cha.
Jang-Seo sonrió y le acercó el plato con camarones y mejillones.
—Come algo para que recuperes fuerzas. Quise que preparan algo especial. Lo hubiera hecho yo, pero mis habilidades culinarias no son muy acertadas que digamos.
—Te lo agradezco —Bong-Cha empezó a comer, estaba realmente bueno.
Tomó uno de los camarones con la mano y se lo acercó a él.
—Come uno, me siento rara comiendo sola.
Él lo comió para acompañarla, disfrutando su sabor.
—¿Tú cómo estás? —Bong-Cha preguntó repentinamente, tocándole la cabeza en el lugar donde le había sangrado.
—Estoy bien, no te preocupes por mí —contestó Jang-Seo.
Ella estuvo a punto de levantarse en cuando acabó de comer, pero él la detuvo.
—Hey no, eso no. Tienes que recuperarte.
—No exageres, Jang-Seo.
—No exagero, solo te devuelvo el favor. No me dejaste hacer nada cuando me lastimé, ahora es mi turno de vigilar que no hagas imprudencias.
Bong-Cha suspiró con la cabeza baja.
—Voy a estar bien —insistió.
—Lo sé, pero voy a cuidar de ti quieras o no.
—Retrasé toda la misión, Jang-Seo, no quiero hacerte perder el tiempo.
—No pierdo el tiempo, tenemos suficiente. El viaje a Rubinstad no es nada corto, y tuvimos que tomar la ruta larga por la excesiva presencia de la Marina en la ruta más directa. Nos llevará algunos días.
—Bueno, supongo que tendré que aguantar.
—Ja, tranquila, solo hago contigo lo que tú hiciste conmigo.
Bong-Cha entornó la mirada, en el fondo sabía que él tenía razón. Estuvieron unos momentos en silencio hasta que Bong-Cha habló de nuevo.
Editado: 30.12.2024