Mar Arcano

Capítulo XL

Las enormes naves de la Gran Marina se acercaban a la Perla Roja, no eran menos de tres, una cantidad considerable tomando en cuenta su tamaño, y además no tenían manera de escapar esta vez, tendrían que pelear hasta su último aliento.

—Primo, no hay manera de evadirlos, vamos a tener que pelear. Y siento decirte que la ventaja está completamente de su lado. ¿Deberíamos rendirnos? —dijo Yeong-Seok preocupado.

—¡No! Jamás nos rendiremos. Esta es la Perla Roja, el barco más temido del Mar de Bronce y el Mar Escarlata, les mostraremos quienes somos realmente. ¡Preparen los cañones!

Jang-Seo lanzó un disparo al aire, indicando que entraban en batalla. Los barcos de la Marina estaban cada vez más cerca. Todos los tripulantes de la Perla Roja corrieron a sus puestos. Cada uno de ellos estaba dispuesto a tomar las armas y defenderse, incluso los cocineros y el médico, todos en la Perla Roja sabían empuñar una espada. El Capitán, con las plumas de su sombrero siguiendo el movimiento del viento, guiaba la nave en dirección a los barcos de la Gran Marina, determinante y listo para una batalla mortal.

—¡Fuego! —gritó cuando estuvieron lo suficientemente cerca.

Los cañones se activaron y las enormes bolas de cañón impactaron contra dos de los barcos, dejando agujeros en la madera. Pero estos no se quedaron atrás y también dispararon contra la Perla Roja. La fuerza de los tres barcos fue demasiado para la nave de rojas velas, causando la pérdida de al menos dos cañones y hoyos en las velas. Jang-Seo sabía perfectamente que no resistirían mucho así, tenía que encontrar una manera de salir de esa batalla pronto, pero parecía no haber opciones, estaban rodeados de aquellos barcos de velas azules y blancas. Más cañonazos atravesaron las velas de la nave y agujeraron el duro casco.

—¡Disparen! ¡Disparen ahora! ¡Derriben esos barcos! —gritó el Capitán.

—Señor, la nave no resistirá mucho —Ji-Hun dijo.

—Lo hará, Zorro, lo hará, o todos caeremos con honor —respondió Jang-Seo —¡Destrúyanlos!

En eso, uno de los barcos de la Marina impactó en el costado del casco, tambaleando toda la nave roja. Bong-Cha, quien se encontraba disparando con su propia arma contra la Marina, cayó al agua al igual que algunos otros gracias al golpe del otro barco. El miedo se esparció por el cuerpo de Jang-Seo y sin pensarlo dos veces se quitó su sombrero y el saco y se echó al agua por la Capitana. Bong-Cha se estaba quedando inconsciente, pero él la tomó del antebrazo y la llevó a la superficie. Ella escupió el agua y tomó una bocanada de aire.

—Jang...

—Tranquila, todo está bien.

Pero no todo estaba bien. Ahora había botes descendiendo de las grandes naves de la Marina con tripulantes que venían por ellos, disparando con sus pistolas. Jang-Seo nadó tan rápido como pudo de vuelta a la Perla Roja, pero fue inútil, estaba muy lejos para llegar sin que los marinos los alcanzaran.

—Bong-Cha, tienes que irte. Regresa al barco y váyanse. Yo los distraeré —él dijo.

—¿Qué? No, no puedes hacer eso —repuso ella —Vamos, si nos apuramos alcanzaremos a llegar.

—No hay manera de que lo hagamos. Bong-Cha, por favor, escúchame, haz lo que te digo.

—¡No! No lo haré sin ti, no te dejaré aquí con ellos.

—Debes hacerlo.

—No, Jang-Seo, por favor...

—Está bien, confía en mí, puedo hacer esto, tomaré uno de sus botes y los alcanzaré, lo prometo.

—¡No, no te dejaré hacerlo!

—Bong-Cha, por favor... Hisako...

Ambos se miraron directamente a los ojos, con sus brazos entrelazados. Ya no había esas barreras entre ellos, ya no había tensión, en ese momento solo eran ellos dos. Bong-Cha desesperada porque no hiciera lo que tenía en mente y Jang-Seo deseando poder salvarla. Ella ignoró todo lo que había pasado anteriormente entre ambos y lo besó en la boca al mismo tiempo que sus manos agarraban su cuello. Él le correspondió, envolviéndola con sus brazos. Cuando sus labios se separaron unos milímetros, Jang-Seo supo que no podía dejar que los marinos la atraparan, si debían capturar a alguien sería a él, pero ella tenía que estar a salvo.

—Perdóname, Bong-Cha —murmuró con pesar.

Dicho esto, canalizó su poder y con este la lanzó lejos a través del agua. Los marinos dispararon contra Jang-Se, y una bala rozó su brazo, pero eso no era nada, podía resistir mucho más. Con su cuchillo en mano fue directo a los marinos y en agua comenzó a pelear con ellos. Aunque su determinación y si deseo de proteger a los suyos lo guiaba, no era suficiente, eran demasiados para él solo, no menos de cinco o seis. Le arrebataron el cuchillo y lo sujetaron, forzándolo a subir a uno de los botes. El joven Capitán logró librarse de su agarre, pero no por mucho. Forcejeó un poco contra un par de marinos y después, con una patada atrás de la rodilla, lo hicieron hincarse e inmovilizaron sus manos en su espalda.

—¡No, Jang-Seo! ¡Suéltenlo, no lo toquen! —gritó Bong-Cha desesperada cuando volvió a salir del agua.

—¡Yeong-Seok, llévatela! ¡Sácala de aquí! ¡Es una orden! —dijo Jang-Seo mirando a la chica de reojo.

Su primo la tomó de la cintura y empezó a llevarla de vuelta al barco, mientras ella gritaba e intentaba soltarse. En cuanto a Jang-Seo, los marinos llevaron el bote hasta el más grande los barcos de la Marina. Ataron el bote con cuerdas y así pudieron subir a la cubierta. Luego obligaron a Jang-Seo a pasar del bote a la nave y lo llevaron ante el Comodoro, quien apareció en la cubierta a los pocos momentos. De nuevo lo hicieron caer de rodillas.

—Vaya, vaya, Capitán Hwang, hasta que por fin nos vemos —habló el Comodoro.

—Que milagro, ¿no crees? —se burló el joven.

Uno de los marinos lo jaló del cabello, manteniéndolo bajo control. Jang-Seo hizo una mueca, pero no se quejó. Luego reparó en que más botes subían, llevando a algunos miembros de su tripulación: Haruto, Ronald, Touwa, Jehanne y Agnes.

—No... —dijo con un intento de soltarse, pero solo se ganó un golpe en el rostro —Suéltalos, es a mí a quien quieres, déjalos ir —añadió con furia en sus ojos.



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En el texto hay: fantasia, piratas, amor

Editado: 30.12.2024

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