El velero se detuvo en el puerto de Coppertown. Yeong-Seok, acompañado de los suyos bajó de este para encontrarse después con el resto del grupo. Una vez que estuvieron todos juntos, Yeong-Seok los llevó hasta la residencia donde se ocultaban todos.
—Yeong-Seok, me alegra que hayas vuelto —dijo Bong-Cha al verlo entrar.
—Te dije que lo lograría.
—¿Enserio fuiste hasta las Tierras Orientales?
—No tuve que hacerlo. Encontré a Cayden pasando por Frostwake, tu tripulación te estaba buscando. Y a alguien más.
Yeong-Seok se movió a un lado, dejando pasar a Cayden y otra figura encapuchada y con cabello rojo.
—¡Asdis! —exclamó Bong-Cha y fue corriente a abrazar a su amiga.
—Bong-Cha, me alegra que estés bien.
—¿Pero, tú que haces aquí?
—Las noticias corren y cuando escuché de la emboscada a la Perla Roja y la captura de varios tripulantes, bueno, no podía quedarme de brazos cruzados —la pelirroja explicó —Por cierto, ellos son Hannah y Lance, me ayudaron mucho cuando nos separamos.
—Eres increíble, Asdis, enserio —dijo Bong-Cha.
—Lo sé —bromeó su amiga.
—Capitana —Cayden habló —Estamos a sus órdenes —enunció con una reverencia.
Algunos otros miembros de la tripulación de la Concha Negra aparecieron y se reverenciaron también, Bitgaram, Iseul, Sage, William y Edward.
—Enserio están aquí... —Bong-Cha apenas podía creerlo, parte de su tripulación reunida ahí con ella.
—Por supuesto, Capitana. Díganos que hacer y nosotros lo llevaremos a cabo —respondió Iseul.
—Pues ya que están aquí, será más fácil realizar el plan. Esto es lo que vamos a hacer...
Bong-Cha les explicó a los recién llegados el plan que había estado elaborando para rescatar a Jang-Seo y los otros y darle una lección a la Marina por lo corrupta e injusta que era.
. . .
Llegó el día de la ejecución. La pequeña ciudad de Coppertown estaba muy alborotada. Ese era el día en que moriría el Colmillo Escarlata, un pirata y criminal que había sembrado el caos y el temor a través del Mar de Bronce y el Mar Escarlata. Aquel, cuya recompensa pesaba sobre su cabeza, esperando por ser reclamada.
El joven Capitán se encontraba tumbado en su celda, escuchando el alboroto en las calles, pero sin entender demasiado al estar inconsciente. Se despertó en cuando algunos oficiales de la Marina entraron y uno le golpeó el abdomen con la rodilla. Lo obligaron a ponerse boca abajo y le encadenaron las manos en la espalda. Luego lo forzaron a levantarse, aunque apenas podía sostenerse.
—Camina —le ordenó un oficial.
Lo llevaron a través de los pasillos de las mazmorras, pasando frente a las celdas donde se encontraban los demás miembros de la tripulación. La vergüenza lo invadió al ser expuesto en ese estado ante sus seguidores, lastimado y torturado, tan débil, apenas pudiendo mantenerse en pie, su rostro sangrado, su espalda azotada, sus pies y sus manos llenas de cortadas y su ropa rasgada y sucia.
—Despídete de tus ratas —el mismo oficial dijo empujándolo al suelo.
Jang-Seo mantuvo la cabeza baja, con el cabello cubriéndole la cara. No quería que sus compañeros vieran sus heridas y sus cicatrices, las ojeras y surcos en sus ojos.
—Lo siento... —murmuró apenas audible.
—Esto no es tu culpa —le dijo Haruto tocándole el hombro, pero retiró su mano al percibir que una herida le dolía.
Los oficiales lo apartaron de las celdas para después encadenarle los tobillos con una cadena lo suficientemente larga para que pudiera caminar, pero aun así estaba bastante corta. A continuación, le pusieron otra cadena al rededor del cuello.
—¡Ya déjenlo en paz! —gritó Ronald.
El oficial hizo una mueca de desagrado y jaló la cadena con fuerza. Jang-Seo cayó por completo al suelo con la sensación de que la cadena lo ahorcaba.
—¡Basta! —Jehanne exclamó —¡Suéltenlo!
—¡Silencio, ratas! —el oficial golpeó en la celda con su espada.
Agnes tomó a su amiga del brazo y la alejó antes de que la espada la golpeara. El oficial les lanzó una mirada de advertencia y disgusto a la vez. Luego indicó a los suyos que continuaran. Estos obligaron a Jang-Seo a ponerse de pie y con la cadena en su cuello lo hicieron caminar. Con los pesados grilletes en sus tobillos, el joven Capitán daba pasos lentos y con dificultad. Así lo llevaron a través de una calle larga y empedrada. Sus pies se raspaban contra las piedras con cada paso y sentía que estaba a punto de caer cada vez más. En un momento, el oficial que sujetaba la cadena de su cuello, la jaló, ocasionando que Jang-Seo tropezara y se golpeara la cabeza contra el suelo. Los otros oficiales lo levantaron de nuevo y lo sujetaron de los bazos.
Cuanto llegaron al lugar de la ejecución, Jang-Seo pudo ver a una gran cantidad de personas congregadas ahí, listas para presenciar su muerte. El chico bajó la cabeza mientras que los oficiales de la Marina lo hacían subir a una plataforma de madera y después lo forzaban a hincarse. En la orilla de la plataforma, dos verdugos esperaban con grandes hachas que utilizarían para cortarle la cabeza.
Desde un tejado cercano, Bong-Cha y Yeong-Seok observaban la escena con dolor. Bong-Cha estuvo a punto de lanzar una flecha a los verdugos para evitar el destino de Jang-Seo, de no ser porque Yeong-Seok la detuvo antes.
—Todavía no —le dijo negando con la cabeza.
Bong-Cha asintió cerrando un momento los ojos, para así concentrarse de nuevo en el plan que ya tenían y no hacer algo de lo que pudiera arrepentirse. En otros tejados, los demás tripulantes de la Perla Roja y la Concha Negra se preparaban para atacar en cuando se diera la orden. Asdis también estaba preparada en el tejado más cercano a las mazmorras para liberar a los prisioneros cuando fuera hora, y Agatha se encargaría de crear una distracción junto con Orvyn.
—Capitán, Hwang, mejor conocido como el Colmillo Escarlata —habló un Almirante de la Marina frente a todos los ciudadanos —Ha sido condenado por sus delitos contra la Gran Marina y los reinos del Mar de Bronce y el Mar Escarlata. Se le acusa de robo, asesinato de miembros de la Legión del Cuervo, asesinato de miembros de la Gran Marina, ataque y hundimiento de barcos de la Legión del Cuervo, ataque y hundimiento de barcos de la Gran Marina, ataque y hundimiento de barcos mercantes, destrucción de propiedad, actividad ilegal, piratería y asesinato del Rey Adhemar. De acuerdo con lo que dicta el código de la Gran Marina se le ha condenado a ser ejecutado públicamente el día de hoy, como castigo por sus crímenes y como advertencia a cualquiera que ose desafiar a la Gran Marina. Ejecútenlo.
Editado: 30.12.2024