—¡Detengan las naves! —Bong-Cha ordenó al llegar a Windlot, donde estarían seguros por algunos días.
Todos los tripulantes bajaron de la Perla Roja y de la Concha Negra. Estando en la isla al atardecer, empezaron a montar las tiendas y encender fogatas para calentarse, aquel lugar era de los más fríos del Mar de Bronce. Bong-Cha ayudó a Jang-Seo a bajar de su nave y sentarse en un tronco. El Capitán todavía estaba muy débil y necesitaba soporte para caminar, las heridas iban sanando bien, pero tardaría algún tiempo en recuperarse por completo.
—Acérquense todos, quiero decirles algo —dijo Bong-Cha al cabo de unos minutos.
Todos se congregaron alrededor de una fogata para escuchar lo que la joven tenía que decirles.
—Como saben, ahora somos una misma tripulación, viajaremos juntos de ahora en adelante —empezó —Y también... recordaremos a aquellos que perdió la Concha Negra en el ataque de la Marina. Yo... quisiera ofrecer a esos valientes piratas un pequeño homenaje para honrar sus memorias esta noche...
—Tiene todo nuestro apoyo, Capitana —habló Cayden.
—Y el nuestro también —añadió Ronald.
Bong-Cha se mostró agradecido con todos e intercambió una mirada con Jang-Seo, quien la observaba como si estuviera viendo a un ángel.
Más tarde, la joven reunió a todos en la orilla de la isla para honrar a sus fallecidos. Llevaba unas rocas con flores para honrarlos. Su tripulación y la de Jang-Seo se colocaron alrededor de ella para acompañarla, también con flores en las manos.
—A todos ustedes... —murmuró la Capitana —Que dieron su vida por la mía y la de los que aún seguimos aquí... gracias por su valor y su lealtad, jamás los olvidaremos...
Dicho esto, Bong-Cha dejó caer las rocas y flores al agua. Los demás hicieron lo mismo después. Las rocas se hundieron como símbolo de lo perdido, pero las flores flotaban en el mar como los recuerdos que perdurarían en las memorias de sus compañeros. Luego de algunos minutos de silencio, las tripulaciones se retiraron a descansar, dejando solos a Jang-Seo y Bong-Cha.
—Deberías irte a descansar —dijo Bong-Cha.
—Y tu deberías venir conmigo —repuso Jang-Seo.
—Lo haré, solo quiero pensar un poco. No he tenido mucho tiempo últimamente... con todo esto... —respondió ella.
El Capitán sonrió un poco.
—Gracias, Bong-Cha, enserio... por salvarme...
—¿Creíste que no lo haría? No iba a dejar que te asesinaran. Te amo, Jang-Seo, lo sabes bien.
—También yo.
Jang-Seo le extendió la mano para que se acercara. Ella la tomó y se sentó junto a él, recargando la cabeza sobre su hombro. Después de unos minutos, se separó de él, notando que el frío había aumentado.
—Ve a descansar. Te alcanzaré, lo prometo —dijo suavemente.
—Está bien, te estaré esperando —contestó él y le dio un beso a ella.
Bong-Cha lo ayudó a llegar a su tienda antes de ir de nuevo a la orilla. Admiró su nave, grande y majestuosa, su hermoso color negro se veía hermoso junto al rojo de la Perla. Subió a su barco. Pasó sus manos por los mástiles y el casco.
—De nuevo juntas, mi vieja amiga.
—Vaya, creo que le diré a Jang-Seo que tu verdadero amor es tu barco —la voz de Asdis llamó su atención.
La pelirroja se encontraba en la orilla de la isla con los brazos cruzados. Bong-Cha se rió un poco.
—¿Qué tal, Asdis?
—Cansada solamente, mucho ajetreo en los últimos días, ¿no crees? —continuó la ravneana.
Bong-Cha bajó de su nave para encontrarse con ella.
—Si, mucho ajetreo. No te quedarás, ¿verdad?
—Ravnensland necesita recuperarse y no puedo simplemente irme y dejarlo atrás, es mi hogar.
—Lo sé. Tenía la esperanza de que te unieras a mí, ya sabes, necesito guerreros, pero lo entiendo, es tu reino y debes asegurarte de que quede en buenas manos.
—Se que Kariana será una buena reina, y me prometió que levantaría a Ashville, solo quiero que mi reino esté bien.
—Lo entiendo —Bong-Cha le puso la mano en el hombro.
—Gracias... Capitana —la pelirroja sonrió —Partiré mañana en la mañana.
—Nosotros también, tendremos que huir al Mar Arcaico, no podemos quedarnos aquí ahora. Pero tú tranquila, nos volveremos a ver.
—Seguro que sí.
Ambas se abrazaron con fuerza, como las buenas amigas que eran, luego Asdis se fue a descansar, dejando a Bong-Cha sola de nuevo. Pero no tardó mucho en ver a alguien más acercarse, esta vez era Agatha. Extrañamente no estaba con Orvyn, seguramente ya estaba dormido.
—Lo siento, vi que hablabas con Asdis y no quise interrumpir —dijo la castaña dando pasos lentos.
—Está bien, ven. Mira esto. ¿No es hermoso? Es mi barco...
—Lo es, Bong-Cha... o debería decir... Capitana Hisako.
—Ah, sí... cuánto han cambiado las cosas, ¿no crees? —Bong-Cha suspiró —De hecho, también quería decirte algo... bueno, ofrecerte algo...
—¿Ah sí?
—Hace tiempo me dijiste que tu sueño era poder navegar en la Concha Negra, ¿lo recuerdas?
—Si... si, lo recuerdo...
—¿Y si lo vuelves realidad?
—¿Qué? —Agatha abrió grandes los ojos, impresionada por lo que su amiga acababa de decir.
—Si, ¿quieres unirte a mí? Viajar y explorar los mares... junto con Orvyn, claro.
—¡Bong-Cha, eso es lo mejor que he escuchado en todo el día! Gracias.
—No hay de que. Que más alegría que tener a mi mejor amiga abordo de mi nave.
Más tarde, cuando era casi media noche, Bong-Cha decidió que era tiempo de descansar, había tenido tiempo de pensar un poco en todo, de tener un momento de paz después de tantas emociones encontradas. Al día siguiente deberían levantarse temprano para salir rumbo al Mar Arcaico, donde se quedarían por el momento, ya que era uno de los mares más seguros y pacíficos. Entró en su tienda y se tumbó junto a Jang-Seo. Al sentir su presencia este la tomó de la mano. Bong-Cha juntó su cuerpo al de él para sentir su calor, sus cabezas se juntaron y se quedó despierta un buen rato más, velando una vez más por Jang-Seo esa noche.
Editado: 30.12.2024