'Conflicto de intereses'
DAKOTA.
26 de agosto.
Harry deja que su peso hunda el colchón y me retuerzo dentro de las sábanas. Noto el calor de la cobija cubriendo todas las zonas desnudas de mi cuerpo y miro al taxista que tiene una bandeja en la mano. Miro el reloj, son las 10:46.
Trae un jarrón con flores, un plato con unas tortitas con sirope por encima y un zumo de naranja.
Lo miro con los ojos abiertos y me sonríe con ternura.
—¿Tu plan para conquistarme es engordarme para que sea solo tuya? —río tomando la bandeja e irguiéndome sobre el cabecero acolchado de la cama. Harry ríe también.
—No me hace falta conquistarte, ya te gusto de por sí.
Su comentario me hace enrojecer y me toma del mentón plantándome un beso casto.
—Muchas gracias por todo lo que estás haciendo por mí. —farfullo cuando abandona mis labios. —Pero tienes que prometerme algo, ¿vale?
—Claro, dime.
—Harry, —comienzo apoyando las caderas sobre la almohada. —prómeteme que cuando me vaya, no le contarás a nadie lo que te he contado de mi relación con Jason. —frunce los labios no muy convencido por mi propuesta. —A nadie, ¡por favor!
—Dakota, porque sea el rey no voy a tenerle miedo. —se aleja. —Es una injusticia lo que ha estado haciendo contigo y aunque sea el monarca de este país, no puede hacer lo que él quiera.
—Sí puede. —refuto yo. —Ante la ley es inviolable, Harry, no servirían de nada tus quejas.
—Puede que legislativamente no, —insiste. —pero puedo crear una disconformidad que aumente día a día con él. Y me da igual, Dakota. Esto ya no es una monarquía, ¡es una dictadura! Tú lo sabes mejor que nadie.
—Lo sé...
—Pues eso. No es justo. Ahora no se puede decir nada malo del rey, porque inmediatamente desapareces de la faz guiénesa y nadie vuelve a saber de ti. ¿Qué es eso, por Dios?
—Harry...
—Te dejo desayunar. —se da la vuelta sin decir nada más. —Me espera una cita importante con Monique Carreer.
Sus palabras me dejan pensando y decido no hacer nada. Él lo quiere así; él quiere enfrentarse a una monarquía entera de la que, por un motivo u otro, yo formo parte. Creo que lo mejor es que se dé su golpe él solo y no arrastrarme a mí misma a esa espiral interminable.
****
Cuando termino de desayunar, llevo la bandeja hasta la fregadera y lavo los platos que hay en ella. Y yo que me había acostumbrado a tener chacha.
Al finalizar dicha labor, me visto y tomo mi bolso dispuesta a salir de la casa. Tomo mi peluca y mis gafas de sol y salgo del adosado para dirigirme a la farmacia más cercana. Bajo la cuesta donde se encuentra la casa de Manaake.
Entro a la farmacia y me coloco en la cola inspirando el olor a limpio que estos sitios siempre emanan.
Aguardo paciente en la fila y cuando llega mi turno, trato de afinar mi tono de voz para no ser reconocida.
—Buenos días, señorita, ¿en qué puedo atenderla? —cuestiona la secretaría.
—Buenos días, ¿tiene pruebas de embarazo?
La mujer asiente sin cambiar de expresión.
—Tengo una de marca barata a 11000 de oro, y luego tengo otra de marca conocida a 33000 de oro. ¿Cuál quiere? —me informa.
—La de 33000 de oro, por favor.
Se pierde entre los pasillos de la farmacia y regresa segundos después con el test encajetado y me lo tiende a la vez que yo le doy el dinero.
—Perfecto. —cuenta los billetes de diez mil de oro y las monedas. —Justo, señorita. —pulsa un botón y la registradora emite un ticket. —Tome el ticket.
—Muchas gracias. —tomo la caja y el papelito y salgo pitando de allí para regresar a la casa.
Con algo de esfuerzo, subo la cuesta de nuevo y entro a la casa. Allí, me quito el abrigo, la peluca y las gafas y entro al baño donde me siento.
La taza del váter está fría y sigo las instrucciones del test, orinando sobre los algodones.
Cuando termino, salgo del cuarto y dejo el test sobre una mesa. Me doy la vuelta, no quiero verlo, tengo que esperar 5 minutos y si estoy embarazada y ahora lo dicta está más que claro que es del rey de Guiena y no de Harry.
Suspiro y los segundos pasan como horas. Hace semana y media tendría que haber llegado mi periodo, la última vez que tuve sexo con Jason fue hace mes y medio, antes de que me encerrara en el desván. Ahora, tengo arcadas repentinas que amenazan con saltarme los ojos, antojos raros y un asco inminente a la yema del huevo.
Minutos después, mentalizada para la peor, me giro encontrándome con la prueba y con el resultado menos deseado que hubiese querido tener.
<<Embarazada.>>
Embarazada. Las lágrimas me suben a los ojos y no sé que hacer, la cosa se pone peor cuando tomo la prueba y me la llevo al bolsillo cuando un ruido fuerte se oye por la casa y lo único que ha quedado grabado en mi cabeza es que estoy embarazada de Jason Diphron.
Me pongo de pie cuando oigo sonidos extraños asediando la casa, parece que un perro rasca la puerta y segundos después, me exalto llevando la caja de Predictive System a la basura y metiéndome debajo de la cama cuando un fuerte estruendo me hace entender que han tirado la puerta abajo. <<No, por favor>>
Controlo mi respiración y las lágrimas salen solas. Estoy embarazada, sola y aún encima vienen a robarme.
Oigo unos pasos por las escaleras y la puerta de la habitación cae al suelo. Me duele el corazón de lo rápido que late; varias personas pasan y me asomo un poco por debajo del colchón reconociendo el uniforme de los soldados de la monarquía y la policía.
<<No, no, no, no, no, no...>>
—Buscadla bien. —oigo la voz que reconozco instantáneamente. <<Jason>> —De esta casa no me voy sin esa mujer.