'Dictadura'
Jason.
—¿Rescatar a la reina consorte? —cuestiona Jacques extrañado. Siento la mirada de Johannes de reojo. —¿Rescatarla de qué? ¿De quién?
Busco una respuesta rápida entre el nerviosismo de mi mente.
—Ella llamaba a Anders contándole sobre la infidelidad y diciéndole que tenía problemas conmigo, pero que no tenía a donde ir. Por eso vinieron a por ella.
Bissous asiente pero nuestra conversación se ve interrumpida con la mujer que entra al despacho sin llamar.
—Jason —me habla Monique Career. —, la gente se ha revolucionado con el ataque al castillo y con las declaraciones en la radio de hace unos días, las de ese tal hombre... Harry Manaake, el que luego apareció muerto.
Me levanto dándome la vuelta.
—'Buenos días, su majestad, le traigo información como la buena trabajadora fiel que le soy'. —digo irónicamente. —Algo así no estaría mal antes de venir a traerme más mierda, ¿no te parece?
—No me jodas, Jason. Ya hay la confianza suficiente para saltarme toda esa mierda.
—No te equivoques. —rezongo. —Yo no tengo confianza con mis trabajadores.
—Yo no soy trabajadora, soy la dueña de la GCN. —contesta irguiéndose desde la puerta. —Así que relájate que no tendré tanto poder legislativo como tú pero lo que sí tengo es dinero. —me sonríe. —Rico no mata a rico, ¿sabes? —resoplo intentando volver a mis canales. —Han convocado una manifestación en la Plaza del Sauce a las 08:00. Creo que te conviene ir.
—No estoy para manifestaciones idiotas, ¿sabes? —replico molesto.
—Ah, pues nada. Déjalos hacer golpe de estado tranquilos, no pasa nada. Total, cuando te peguen tu tiro ya no serás rey sino un don nadie. Hasta luego, 'su majestad'
La idea de perder mi poder y que esto se convierta en una república es mi mayor miedo y me pone a temblar las piernas.
—Monique. —la llamo justo antes de que cierre la puerta. —Avisa a la prensa de que en unas horas me apareceré por allá.
Asiente lentamente sin dirigirme la mirada y sale del cuarto cerrando la puerta.
Devuelvo la mirada al francés que apunta en una libreta.
—Entonces han entrado y se han llevado a la reina consorte, ¿no? —farfulla. —¿O acaso vió que ella murió en algún momento?
Los recuerdos avasallan mi mente y planteo las mentiras para decirle.
—No. —miento. —No vi que muriera, pero si como se iba con ellos. Esa mujer es una traicionera; traicionó dos veces a su hermano y ahora lo ha hecho conmigo, ¿pero qué podemos esperar de ella?
Me levanto de la silla con la necesidad de ir a hablar con la dueña de la GCN.
—¿Dónde vas? —cuestiona el anciano a mi lado.
—Voy a hablar con Monique. —informo. —Os quiero en diez minutos en la puerta, vamos a ir a esa manifestación.
Salgo del cuarto y me pongo en busca de la rubia con la que necesito hablar. Esto está saliéndose de control; tengo que ir, dar explicaciones sobre la muerte de Harry Manaake, hablar de la desaparición de Dakota y sobre cómo fue que entraron al Palacio como si fuera su casa.
¡Qué bien! Qué relajado día me espera.
Hallo la mujer hablando en el Salón Real con una trabajadora.
—Fuera. —murmuro cuando llego. —Tengo que hablar con Career.
La mujer de limpieza sale del lugar despavorida y miro a la periodista que se cruza de brazos.
—Veo que sigues igual de mal educado que siempre. —ladea la cabeza sonriéndome. —¿Qué es lo que quieres ahora?
—Necesito que tus filtraciones de información empiecen a ser más fructíferas. —le digo en un tono serio. —No podemos permitir noticias amarillistas, tampoco quiero conspiraciones sobre la desaparición de mi mujer y quiero que tu empresa engulla todas esas noticias.
—¿Qué quieres? —cuestiona extrañada. —¿Qué vaya y agarre a golpes a los de La 20 —pregunta irónica refiriéndose a otras cadenas de noticias. — o a los de Guiena News?
—No. —contesto lacónico. —Quiero que las compres.
Su expresión risueña y feliz cambia a una compungida por la sorpresa.
—¿Qué dices? ¿Se te ha ido la olla?
—Monique, —le digo tomándola del brazo. —en Guiena sólo hay unos cuántos noticieros. Está el tuyo, con el canal televisivo y el noticiero; están La 20 y Guiena News, con el noticiero, y Guiena Televisión con el canal. El resto son pura mierda que no son más que piedrecitas. —escucha con atención intentando descubrir las verdaderas intenciones que hay detrás de esto. —Ambos sabemos que tu sueldo en un mes da para comprar ambas y seguir teniendo para comer el resto del mes.
—¿Te crees que gano sesenta millones de oro al mes? —murmura con cierta molestia en su tono de voz. —No voy a gastar mi sueldo en un jodido capricho tuyo.
Intenta irse, pero detengo su huida cuando se va hacia la derecha tomándola del brazo y desenfundando el arma con el que le apunto al centro del estómago.
—No es un capricho, y mucho menos una oferta. —digo con una expresión impasible. —Es una orden. —Frunce el ceño mientras su cara pierde color. —No, no frunzas el ceño. Te vas a arrugar y vas a necesitar botox.
Sonríe tratando de demostrar valentía.
—No te tengo miedo, Jason. —susurra acercándose a mi cara. —Dispara. Venga, estoy esperando. No voy a comprar nada, ya te lo he dicho. Si no quieres que se filtren noticias tuyas haciendo paridas, deja de hacerlas. O ve a quemar tú las sucursales de los noticieros.
Sus palabras me hierven la sangre y se suelta violentamente dirigiéndose hacia la salida del Salón Real pero mi voz la detiene.
—Te doy la mitad del oro necesario para comprar las cadenas. —ofrezco en mi último intento de tener el control de la prensa guiénesa. —No debe costar más de cien millones de oro por cadena. Te ofrezco pagar la mitad; cincuenta millones tú, cincuenta millones yo. —me acerco lentamente a la mujer que está recta al lado de la puerta. Sé que se está replanteando la oferta y es ahora cuando debo hacer uso de mi palabrería para convencerla. —Imagínate el poder, Monique. Todo Guiena dependiendo de tus noticias, las que tú filtres. Por algo que, como mucho, te quitará caprichos por un mes. —El silencio que se forma me hace pensar en la siguiente jugada. —Pero si no quieres no pasa nada: podré aliarme con La 20 y Guiena News para comprarte a ti. Tú verás. Pero no pasa nada, ¿eh? No te sientas presionada.