'Supernova'
Anders.
En el Libro Legislativo Guiénes existe un apartado, de casi quince páginas de extensión, que está especializado en las leyes para los marineros y sus tripulaciones. La prohibición de asesinar a las sirenas que salvan los barcos o una ley que dice que el capitán decide que hacer con un traicionero son unos ejemplos de las normas de esa parte del libro.
Pero eso me tiene jodido; ya que también se incluye la norma que dice que, si lo convocan, los tripulantes pueden convocar elecciones anticipadas (las normales se celebran cada 3 años) para elegir un nuevo capitán. Y eso es de lo que se están agarrando estos ahora.
—No puedo creerme que de verdad me encuentre en esta situación. —me quejo a la mujer que se abrocha los botones. Me mira, sonriente.
—Anders, la mayoría van a votar que no. —dice terminando con su tarea. —Te lo aseguro.
—¿Y si consiguen el 40% de los votos?
—Tienen que votar sí 7 personas. —aclara. —Eso no va a pasar.
—Además, mañana es la entrevista donde Laetizia nos declara como muertos. —comento con un deje de preocupación cubriéndome la voz. —No sé si servirá: si nos dejarán en paz.
Al no oír respuesta, me giro y mi cuerpo actúa inmediatamente al ver a Dalina semi doblada, apoyándose en el tocador y con una mano sobre el vientre.
—¡Dalina! —corro hacia ella para agarrarla por la espalda. —Cielo, ¿qué pasa? Ven.
La llevo hasta la cama y toco su frente.
—Anders...
—Dalina, ¿estás bien? —musito analizándola parte por parte.
—Solo... me he mareado. Y me ha empezado a doler el vientre...
—Quédate aquí. —indico. —Yo saldré afuera, no pasa nada. Cuando acabemos, traeré a Tamara para que te examine, ¿vale?
—No, Anders, tengo que ir contigo, soy tu mujer...
—No pasa nada. —la detengo cuando intenta moverse. —Me sentiré bien sabiendo que estás aquí, tranquilita. No te preocupes.
Suspira y me levanto de la cama eliminando mi peso del colchón.
—¿Tienes el móvil? —asiente. —Perfecto, llámame si pasa algo. Mi hijo y tú sois lo primero.
Salgo del cuarto sintiendo un peso caer sobre mis hombros. Lo que menos falta me hace ahora es que mi mujer se enferme. Ya tengo suficientes cosas con las que lidiar y sé que el hecho de que ella empeore me va a hacer dejar a rastras todo lo demás.
Llego a la cubierta donde me esperan todos los tripulantes. Suelto una risa sardónica.
—Qué fuerte, ¿eh? —hablo llamando su atención. —Jamás creí que iba a llegar hasta este punto. Y yo que pensaba que era un buen capitán...
—No te victimices. —me habla Knavs Turner. —Ya sabes porqué estás aquí.
Angus le lanza una mirada fulminante y me muevo hasta el centro donde me espera un atril con el Libro Legislativo sobre él, en la página que dice que esto es posible.
—Según la ley del Derecho del Marinero, artículo 7A, se indica que 'cualquier capitán puede ser destituido en una votación si se solicita unas elecciones anticipadas del plazo de tres años, solo si el 40% de su tripulación vota en positivo en cuanto a su sustitución, poniendo ellos al candidato para nuevo capitán.' —leo el artículo dirigiendo mi mirada al frente al acabar. —Me muero de curiosidad por saber quién va a ser el nuevo capitán del barco.
—Creo que no hay mejor opción. —habla Ibon haciéndome mirarlo de reojo. —Hemos pensado en ofrecer a Craber como nuevo capitán.
Sus palabras me desestabilizan; me empiezan a doler las sienes y no puedo quitar la vista de mi amigo que se ve tan aterrado como yo. <<No lo sabía>> Analizo.
—¿Qué...? —titubea él, confuso. O al menos parece confuso.
—No podéis hacer eso. —musito y las lágrimas que querían subírseme a los ojos se transforman en ira de pleno derecho. —¡Es mi amigo!
—Pero antes que todo es un gran navegador. —me pica Knavs.
—Eres una puta desagradecida. —le recrimino odiándola cada segundo más. —Debí mandarte a criar malvas en cuánto pude.
—Eso sí no te lo permito, Anders. —me habla Salvatore haciéndome girarme ya que está detrás mía. —No permito que amenaces de muerte a mis tripulantes.
—Pasasteis a ser mis tripulantes en cuánto vinisteis pidiendo ayuda. —le recuerdo. —De La Buena Cassidy solo quedó el barco, Salvatore, y recuerdo exactamente tus palabras el día que Marylin jugó con Monrovell. <<Qué muera quién tenga que morir>>, me dijiste. —miro a Darko aclarando que el dardo venidero va para él. —Y Aldous tuvo que morir: por tramposo, mentiroso y falso. Y eso es lo que más se paga aquí. ¿Queréis que Craber sea capitán? Perfecto, pero os dejo una cosa clara. —me devuelvo al centro haciendo ver que el mensaje es para todos. —Esto es un campo de batalla, y os aseguro que, si hay nueve paracaídas y somos diez, de buena fe que nadie se va a tirar para salvaros. Antes te tirarán a ti, os lo prometo. Así que dejad de joder y despertad de una puta vez. —me siento en la silla aledaña al atril. —¿Queréis que otro sea capitán? Genial. Votad si queréis que Craber sea capitán. —miro a Salvatore, detrás mía, empezando por él. —Empiezas tú y vamos hacia la derecha.
Angus parece pensar su respuesta antes de soltar un suspiro y hablar finalmente.
—Yo voto que no. —Sus palabras me hacen saltar el corazón por la lealtad del hombre. —Quiero que Anders siga siendo capitán. <<1 de 9 votos que necesito que digan que no.>>
Asiento pero Salvatore no da una respuesta expresiva.
A su derecha, Faraday me mira con cierta pena en su semblante.
—Yo también voto que no. —es lo único que dice en un suave tono y agradezco con la cabeza.
Mis ojos se posan inmediatamente en el siguiente. <<Darko.>>
—Yo voto que sí. —musita en voz baja. Siento la traición en su expresión; siente que me ha fallado, y aunque sí es cierto, esta democracia permite que esto pase y eso no significa un mal funcionamiento del barco. Es una simple decisión, que, aunque para mis adentros tiene un significado, no es nada. <<1 de 7.>> Me dice mi mente.