'La Fuente de la Juventud'
Jason.
—Te recuerdo que las dictaduras ahora no están bien vistas. —musita la mujer frente a mí.
Ruedo los ojos oyendo a esta señora.
—Yo tengo que recordarte que la lealtad es importante en estos menesteres. —bufo de vuelta. —Y tú, Isabel Renthfield, no has hecho más que darme largas haciendo lo que se te ha venido en gana cuando has querido.
—¡Te estás volviendo loco! —me grita. —¡No te das cuenta! El ansía de poder te está comiendo, Jason, has hecho lo que te ha dado la gana y eso no puede ser. Estás volviendo Guiena en un infierno en la Tierra.
—Solo quiero controlar y reinar como se debe.
—Dictar, querrás decir. —me corrije. —No eres más que un niñato que necesita atención y como nadie se la da, la toma a las malas.
—Isabel...
—Espero que Reino Unido venga y te cuelgen del techo. Será lo mejor para todos. —la directora del Consejo de West Plate se levanta de la silla de mi despacho, dispuesta a irse. —Que sepas que la gente es infeliz en este país por tu culpa. Has matado al jefe de tus Fuerzas Armadas, no sé qué piensas hacer ahora.
—Podríais haberos puesto de mi lado y formar parte de mi equipo.
—¡Es que no lo entiendes! —chilla exasperada. —No quiero formar parte de esta hecatombe política. ¿Tú crees que tu padre estaría orgulloso si te viera desde ahí arriba? No hace más que retorcerse en su tumba lamentando no haberle dicho a tu madre que te abortara. —sus palabras son dagas que se clavan en mi pecho cuando menciona a mi padre. —Ya le dabas disgustos en vida, y ahora ni en paz lo dejas descansar. Me das asco, Jason.
Se gira, dispuesta a salir. Los ojos se me llenan de lágrimas pensando en lo que ha dicho y se dirige hacia la puerta.
En ese momento, los impulsos me toman y saco el arma levantándome del asiento. Ella lo percibe, se gira dispuesto a sacar la suya de vuelta pero no le doy tiempo cuando quito el seguro y disparo el revólver que saca la bala y lo mata.
Se entierra entre sus dos cejas, formando un río de sangre al volarle los sesos y cae al suelo.
La respiración acelerada que conmueve mi pecho no cesa. Cojo la campanita de mi mesa y la agito, ordenando que Leva Pasmova aparezca en la sala.
Abre los ojos como platos al ver el cadáver de la jefa del Consejo de West Plate.
—Recoge todo esto. —le ordeno saliendo del despacho. No dice nada, solo bufa y me dirijo al balcón.
En el camino, la periodista rubia aparece.
—Jason, todo esto es un desastre. —me dice mientras ando recto y firme hacia el balcón. —Los aeropuertos están colapsados, el ejército de agua está custodiando las fronteras marítimas con las armas en alto y la Reina Victoria te ha lanzado un mensaje nada más llegar.
—¿Qué dice esa garrapata? —cuestiono.
—Dice que ya sabes de lo que habéis hablado en este tiempo. No hay cobalto que valga, todo el peso del Reino Unido recaerá sobre ti.
—Ahora le contesto. —sonrío con malicia saliendo hacia el balcón que da a la calle.
Miles de periodistas y paparazzis lanzan fotos con flash que amenazan con cegarme.
<<¡Su Majestad, que está pasando en el país! ¿Por qué se han cortado las comunicaciones de vuelos con el exterior? ¡El pueblo exige una explicación a lo que se está cometiendo!>>
—Mis queridos periodistas. —digo tratando de amansar a las fieras. —No deben preocuparse de nada: ha habido un problema que impide que sean posibles los vuelos internacionales. —se alteran abucheándome. —Desde la regencia estamos luchando para solventar eso. Pero no se preocupen, mis amigos periodistas, todo estará bien pronto. Por otro lado, debo comentar. Maximilian Mohler, jefe de las Fuerzas Armadas, ha ejercido traición brindando información importante sobre la monarquía a enemigos exteriores. Es por eso que ya no está aquí entre nosotros, ha sido destituido como jefe del ejército y de ese concreto menester se encargará Carlos Rideira, militante guiénes.
Continúan alterados, haciendo ruidos pesados y haciendo preguntas estúpidas.
Me rasco la coronilla, esperando a que se callen.
—Para la Reina Victoria debo decir que tengo otro mensaje: muchas gracias, ha sido un placer tenerla en el Reino de Guiena y gracias a ella he aprendido muchas cosas sobre los minerales que atesoran el país. Son grandes potencias para armas nucleares que nos pueden ser una gran defensa. A partir de hoy, día 12 de septiembre del año 1881, los crímenes de traición y alevosía a la monarquía, tanto como el desacato a la autoridad serán penados con la muerte. Todos los ciudadanos guiéneses deben respetar al rey y a sus altezas reales. En caso de que no sea así, se impartirá una pena que en base al grado de traición o desacato, será mayor, o menor. De igual forma, para limpiar este país, se destituye desde el día de hoy a todos y cada uno de los miembros de los Consejos de las Comunidades. Isabel Renthfield no seguirá en el poder, pero no se preocupen, ya tengo quiénes para ese puesto. —las preguntas no cesan, me fijo en que a las salidas del castillo hay gente viendo el discurso, expectantes. —Anders Hemsworth está muerto; al igual lo está Saller Duponte, y todos aquellos con ideologías amenazantes para Guiena. A partir de hoy, este será el Reino perfecto que no es desde hace tiempo y que realmente merece ser. Los impuestos subirán para mejorar el país, se crearán nuevas divisas y se aprovecharán los sustentos que nos brinde la propia tierra guiénesa. De igual manera, tengo el placer de comunicarles, mi compromiso con Elene Tsaringou, futura alteza real y reina consorte.
Esto causa miles de fotos, flashes incesantes y la mujer mencionada sale poniéndose a mi lado.
Me giro, dándole un pico casto en los labios.
—Por el Reino de Guiena, "la unión hace la fuerza".
***
Anders.