Mar de Ladrones ✓ [1]

CAPÍTULO 6

‘Traicioneros

Jason.
3 horas después, EastPlate.

—¡Malditos inútiles! — les grito iracundo. —¡No tenían qué hacer nada más qué UNA sola cosa! ¡U-NA! —separo la palabra ‘una’ por sílabas para qué sean conscientes.

—Jason, ‘una’ es monosílaba.

Miro a Johannes molesto.

—¿Y qué he dicho? No me interrumpas. —le reprendo. 

—Señor, yo le disparé con el francotirador. —informa uno de ellos.

—¿Ah, sí? ¿Dónde le diste?

—Creo qué no le di…

—¡Puto inútil! ¿Entonces para qué abres la boca? —comienzo a lanzar patadas cual desquiciado, haciendo qué se de la vuelta y salga corriendo, llevándose alguna patada y con sus compañeros detrás mientras suelto miles de maldiciones.

Oigo los pasos de Johannes detrás mía.

—Voy a tener qué meterte al psicólogo, Jason.

—¡Estoy rodeado de inútiles! —me quejo, tirándome en mi cama. —Lo único, ÚNICO qué tenían qué hacer era matar a Anders, y él y la prostituta esa con la qué estaban les han ganado.

—A ver, sí es cierto qué son unos inútiles. Pero, ¿no has pensado qué nuestro infiltrado se haya arrepentido y les haya avisado en el último momento? 

—No es tan bobo. Sabe qué sí lo hace, iré por él y lo descuartizaré vivo.

—¡Dios, Jason, piensa y deja de hablar sandeces! Luego te hablan y ya te measte pata abajo.

Me acerco hasta él de manera rápida.

—A mí no me hables así, viejo. A ver sí te voy a tener qué echar del castillo, y ya verás dónde te vas, porque tu mujer no te quiere ni ver…

Mi voz se corta automáticamente con el sonido de un bofetón qué me voltea el rostro, la zona arde y no me da tiempo a reaccionar cuando Avik me encuella y me obliga a mirarle.

—En tu puta vida vuelvas a mencionar a mi mujer, qué sí yo la descuide fue por cuidarte a ti. Porque yo si tengo los cojones de bajarte del pedestal en el qué te crees qué estás de un balazo, ¿me oyes?

Me suelta bruscamente antes de salir por la puerta dando un golpe fuerte. 

—¿Por qué se ha ofendido? Sino le he dicho nada. 

 


 


Paso toda la tarde en el mercadillo de EastPlate, comprandole trapos caros a la hermana pequeña de Hemsworth.

—¡Y este! —asiento con la cabeza cuando trae otra bolsa llena de vestidos y ropa, metiendo otra dentro.

Es una caprichosa y una malcriada, pero me la tengo qué ganar para qué me informe sobre cómo son las cosas con Anders.

Aún no le he mandado la foto qué me hice con ella y Tennia. Mi infiltrado en la policía me ha dicho qué ha denunciado la desaparición, pero queda poco plazo y no las van a encontrar en Bahía Blanca. 

Andamos hasta el mostrador donde me cobran aproximadamente cuatro millones de oro en la ropita de la señorita. 

—¿Cómo salió el ataque a mi hermano? —pregunta con una paleta en la boca cuando vamos saliendo del lugar y nos dirigimos hacia el carruaje.

—Tranquila, no le ha pasado nada grave.

—No, sí a mi me da igual lo qué le pase.

—¿Tú no quieres a tu hermano, Dakota? —pregunto gratamente sorprendido.

—Sí qué le quiero, pero después de echarme de su casa cómo a una perra, para mí está completamente tachado de la lista. —dice metiendo y sacando la paleta de su boca, mirándome con inocencia y haciéndome crecer… partes. —Por cierto… ¿Quién es el infiltrado qué trabaja contigo?

—¿Para qué quieres saber?

—No, por saber, nada más. ¿Es de su tripulación?

Pienso durante unos segundos cuando diviso el carruaje y andamos hasta entrar. No sé sí decirle, ya qué aún no confió del todo en ella. 

No contesto y entramos al carruaje, cuando poco después de arrancar se saca la paleta, cierra el cristal qué separa del conductor y se acerca a la ventana, sacando la cabeza y dejando su trasero al lado de mi cara.

Me es inevitable mirar.

—Oye, Jason, así por curiosidad.... ¿Quién es el infiltrado, Diphron…? —murmura mientras se gira con una paleta en la boca, chupandola con efusividad. Maldita sea. Una Hemsworth tenía que ser.

—Es… —murmuro obnubilado al verla.

El sonido de mi teléfono nos interrumpe. Lo saco de mi bolsillo de mala gana, pulsando el botón de contestar. 

—¿Sí?

—Jason. —es Johannes. —Tienes qué venir al castillo, ya. Tenemos un problema. 

Miro a Dakota, la cual está ahí, sin hacer nada realmente interesante. 

—¿Qué pasa, Johannes?

—El infiltrado. Dice qué va a hablar. 

 


Anders

Salgo por la puerta del hospital con el brazo en el cabestrillo, seguido de Faraday, Louise, Dalina y Craber, qué ha venido. 

—Hay alguien qué nos está traicionando. —murmuro sin mirar hacia atrás. Llegamos hasta mi carruaje y entrego las llaves a Craber. —Esto ha sido cosa de Jason, estoy seguro. Eso quiere decir qué hay alguien qué le está informando de lo qué hacemos.

—¿Quién ha podido ser? —pregunta Faraday.

—Ahora en mi casa haremos un mapa mental. —Faraday asiente. Me acerco hasta él para decirle algo al oído. —¿Liado con Doufier, eh?

El grumete se pone rojo escarlata.

—Pasó un día en el barco…

—No pasa nada, pequeño Faraday. Gracias, nos salvaste a mi y a Dalina, tanto avisandonos cómo hundiendo el barco. —con mi brazo izquierdo, le acerco del otro lado de la cabeza y le doy un beso en la sien. —Muchas gracias.

—Era lo mínimo, capitán. Con todo lo qué ha hecho usted por mí.

—Lo haría siempre, eres una persona especial, Faraday, por eso te tengo especial cariño. Por eso tengo que hablar contigo de algo… —le guiño un ojo y quedamos en silencio hasta qué llegamos a mi casa. 

Entramos a mi casa y minutos después, tengo todos los nombres apuntados de mis tripulantes en una pizarra, en mi salón y con los otros cinco sentados en frente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.