'Alta mar: El día de la partida II'
Craber.
Se hace realmente tenebroso el aura qué este lugar desprende. Es una cabaña vieja, corroída por los años, aunque sigue teniendo esa gótica belleza. Concede varios pisos, las oficinas están en el primero con lo cual los demás son un misterio para nosotros.
Andamos hasta su entrada pulsando el timbre, aparece bajo el umbral de la puerta un ser encapuchado, qué revela su rostro y no es un rostro, sino un esqueleto.
—¿Si? —contesta el huesudo y a pesar de tener esa voz de ultratumba se le entiende.
—Mm… hola… —habla Anders con un ligero temblor en su voz y carraspea para intentar qué desaparezca. —Tenemos qué firmar el seguro con el jefe de La Nueva Orden…
—¿Época de mar monitoreada por Saller Duponte? —pregunta el esqueleto.
¿Monitoreada? Sí no hace una mierda.
—Si. —contesta Anders.
El huesudo hace aparecer un portapapeles con su magia telemagnética y apunta.
—Pueden pasar. —nos permite pasar y pasamos todos en fila para dentro del lugar. Lo primero qué hay son unas salas y al fondo las escaleras. —Síganme.
Seguimos a Don Huesos hasta qué nos lleva a la oficina más grande de todas, la última a la izquierda. Con sus falanges descarnizadas toca la puerta y esta se abre, dejando ver a un tipo —también esqueleto— aunque un poco más acuerpado, el conocidísimo Sonny Patters. O por lo menos su espíritu.
—¡Pero sí son mis navegadores favoritos! —se levanta y palmea la espalda de Hemsworth. —¡Hemsworth y su tripulación, eh!
Observo el pavor de mi amigo en su semblante.
—Hola, Sonny.
—Hace mucho qué no teníamos el gusto de vernos, ¿no, Anders?
—Si… la verdad…
El esqueleto de complexión media desata una verborrea ensordecedora y decido ignorarle, observando su oficina despacio.
Varios títulos brillan por su ausencia, aunque otros lo hacen por su estancia y por la clara limpieza qué denotan.
—Verás, Sonny, nos están esperando en el barco. Sí puedes darnos el contrato de seguro, te lo agradeceríamos. —dice Dalina parando aquella habladuría.
—¡Ay, es verdad! —por fin, Huesitos suelta a Anders y se va a buscar el contrato mientras sigue hablando, Darko observa la oficina, Anne voltea los ojos, Louise revisa sus uñas y Faraday observa al ser. —Es qué sí me dejáis aquí con mis soliloquios, puedo estar hablando toda la tarde.
Finalmente, saca un papel el cual trae el contrato. Le entrega un bolígrafo al capitán el cual deja el contrato sobre la mesa y estampa la punta colocando la firma grupal qué da a entender qué estamos todos de acuerdo.
—Ya está…
—Bien. ¿Tenéis las jaulas para las gallinas y todo el material, no?
—Si, sí… —contesta el capitán.
—Bien. Pues ya está, podéis iros. Este contrato se queda aquí y posteriormente será enviado al seguro.
Se despiden del huesudo y salimos de la cabaña volviendo a La Veneno.
⟳⟳
Anne.
3 días después.
Han pasado tres días desde la visita a Sonny Patters y ya casi un mes desde la confesión de Jake. Esa confesión tan espontánea es lo qué me sigue rondando la cabeza; no he abierto la boca, no he dicho absolutamente nada ni tengo pensado hacerlo, al menos por ahora.
Sin embargo, siento qué no puedo. Me llevo bien con Jake desde hace tiempo, sé qué está arrepentido de la traición a la tripulación y se merece una segunda oportunidad.
La noche ha caído sobre el mar, son las dos de la mañana y hemos elevado anclas en una pequeña isla después de completar la primera misión, qué era una simple, recoger una gallina.
Mi turno de guardia termina a las dos y media y podré irme a dormir. Reposo mi espalda sobre el mástil cuando siento a alguien subir por las escaleras de la driza.
Asomo la cabeza y en ese momento, Nedda, la hechicera, termina de subir al lugar sentándose justo en frente.
He congeniado muy bien con ella estos días, es una persona muy agradable a pesar de no haber tenido una vida fácil.
—¿Qué te trae por aquí? —pregunto al saber qué su hora de guardia no empieza hasta las cuatro.
—No tenía sueño, la verdad. Y pues he venido a hacerte compañía.
—Bien. Mejor, supongo. La otra opción era qué me quedara aquí pensando y eso habría sido mucho peor. —Nedda ríe por lo bajo. —¿Qué tal te ha acogido el resto de la tripulación?
—Bien. La verdad es qué bien. Aunque solo lleve tres días, me he sentido bastante bien aquí. Pero hay una chica qué me mira un poco extraño sí hablo mucho con el capitán…
Mi mente da el nombre al instante.
—Si, bueno, esa es Dalina. Aunque ahora parezca una tóxica creada por los químicos de Chernóbil con su capitán, es una buena chica.
—Sí, eso espero… —ambas reímos ante la situación.
Pasamos un rato hablando de meras sandeces, hasta qué finalmente el silencio se hace entre nosotras y decido preguntar sobre la otra chica, Tamara.
—Oye, Nedda… una pregunta. Esta chica, la curandera…
—¿Tamara?
—Si, esa. ¿Sabes algo más de ella? Es qué el día de la presentación la vi muy rara, me pareció qué…
—Si mi vida no ha sido fácil la de Tamara aún menos, Anne. Y sí, sé muchas más cosas de ella, pero no me corresponde a mi decirlas. Lo siento.
Su respuesta me deja pensativa aunque la entiendo.
—No pasa nada…
Miro hacia otro lado al percibir cierta incomodidad, sin embargo, al volver a mirar a la hechicera, veo qué sus ojos están cristalizados, aletea las pestañas intentando borrar las lágrimas.
Mi corazón se conmueve y me acerco a ella, pasando mi brazo por detrás de su cuello.
—Anne, no hace falta…
—Mira, Nedda… no nos conocemos desde hace años ni nada… pero puedes desahogarte conmigo, sí quieres…