Mar de Ladrones ✓ [1]

EL CINE

Quería darle un poquito más de vela al romance de Anne y Nedda, así que aquí os traigo un extra de su 'cita' en el cine. Linea temporal del capítulo 16, en Horizone.

'El cine'

Nedda.

—¿Que película vemos, Anne? —pregunto mirando la cartelera.

Algunas de terror, comedia, ciencia ficción, etcétera se postran en la cartelera.

—Pues no sé... ¿a ti que te gusta?

—De terror.

—¡Nedda, no! —se queja, relinchando como una niña pequeña. —¡Que sino no duermo!

—¿De verdad? —me río. —¿Acaso crees que Anabelle va a venir a verte por las noches?

—¡Nedda! —azota mi brazo, regañándome.

—Vale, vale, perdón. 

Observo el resto de películas, algunas de dibujos animados y colorines también son visibles en la cartelera.

—¿Vemos esa? —dice Anne, señalando una con una muñeca rosa con el pelo hacia arriba, y un vestido azul rídiculo.

—¿De dibujos animados? ¡No jodas, Anne! —me quejo viendo el título de la película esa, Trolls.

—¡Venga!

—¡No!

—Nedda, si ahora vemos esa... —dice, apretando los labios como si le doliera decirlo. —Te juro que lo que venimos otra vez al cine y vemos una de terror.

La oferta suena tentadora. Miro a la joven incrédula, me pone ojitos y un puchero.

—No me mires así, Anne... —la miro de reojo, sigue con su pucherito. —¿Me lo juras?

—Te lo juro por mi puesto en la tripulación, Nedda. 

Finalmente, decido acceder.

Una hora después, con palomitas y refrescos rodeándome y veinte mil anuncios, me hallo viendo una película de una babuina y su amigo el amargado rescatando a sus amigos de las manos de un loco.

—¿Anne, de verdad esto te gusta?

—¡Claro que sí! No te hagas la dura, te he visto mirándola con mucha atención en determinados momentos. 

—Ay, de verdad.

Me jode admitir que, hora y pico después, salgo fascinada del cine. 

—¡Es que es increíble como los rescatan al final! —digo, maravilada con la obra animada que acabo de ver.

—¡A que sí! —comenta mi compañera, también alucinada. —Aunque he de decir que mis dibujos favoritos son los de la rata esa, que tiene una novia que se viste de lunares y también es una rata.

—¿Cual?

—Joder, esa que había un amigo suyo que era un pato, y hablaba con una patata en la garganta...

—¡Mickey Mouse!

—¡Sí! 

Ambas salimos riendo del cine y Anne esta enganchada a mi brazo, comprobando la hora y revisando que más podemos hacer.

—Bien, ¿que más te gusta hacer, jovenzuela?

—Pues... me encanta observar los atardeceres, Anne. —la miro a los ojos, perdiéndome en la maravilla de sus ojos verdes y sus pequeñas y desteñidas pecas. —Y más con alguien especial.

Parece que nos acercamos poco a poco y en ese momento Anne vuelve a la realidad y señala un mirador a pocos metros de la salida del centro comercial donde estaba el cine.

—Ahí. Podemos mirar el atardecer desde ahí. 

Andamos hasta el lugar, sentándonos en el banco que hay en frente a la valla del acantilado.

—¿Porque te gusta mirar el atardecer, Nedda? —pregunta la joven, sin despegar la vista del sol por encima del mar.

—Me da paz. —comento. —Ver el sol caer, formando colores preciosos y si se fusiona con el mar, con ese color azul turquesa... es increíble. Y hacerlo con alguien que da paz y que transmite calma... es lo mejor. Alguien así como tú, Anne. —Al pronunciar esto último, la joven me mira y de nuevo me pierdo en esos orbes verdes que me transmiten las mismas sensaciones que el mar y el atardecer. —Gracias por llegar a mi vida, Anne. Me hacías falta.

—Tú a mi también, Nedda. Aunque no lo demuestre. Te has convertido en alguien especial a pesar de haber llegado hace tan poco, y... —resopla. —Te quiero mucho, Nedda. Más de lo que puedas creer. 

Siento mi cuerpo calentarse bajo sus palabras, y de nuevo noto ese acercamiento entre ambas.

—Mi vida no ha sido especialmente fácil, lo sabes. —comienzo a hablar, cada vez más cerca de ella. —Mi padre tenía un trabajo con los grandes en la India, y nos tuvimos que mudar a Québec para huir de ello. Pero los problemas no desaparecen por huir de ellos.

<<Nos perseguían. Yo me sentía observada y sé que ellos también. Teníamos el vuelo a Sydney ya listo y... murieron pocos días antes de nuestra partida. El día de mi cumpleaños, más concretamente.

La miro, mis ojos se han cristalizado al igual que esas pupilas verdes tan preciosas, que me tienen hipnotizada.

<<Los espectros me persiguen, Anne. Siento que son ellos, pidiéndome justicia para poder descansar en paz. Yo lo sé. Pero ahora no puedo. Mi vida debe seguir. Con o sin mis padres. La magia fue mi salvación en ese momento. Creía que me haría tener poder y descubrir la verdad sobre su muerte.

<<Pero no fue así. Me tuve que dar cuenta por las malas. Y, todo esto, junto con los constantes cambios de estilo de vida, bullying, y muchas más cosas... sentía que no tenía salvación. Lo único que me calmaba era escuchar mi música para no sentirme sola y ver el atardecer, yo sola. Sentía que mis padres me los dedicaban continuamente.

<<Me fui a pequeñas épocas de mar en riachuelos, las cuales me alejaban de la realidad. Pero vovler a Sydney era mi peor pesadilla. Por eso me mudé aquí cuando La Nueva Orden me llamó para la época de mar con Veneno. 

<<Sentía que tenia una salvación, una época de mar larga, aunque solitaria... pero apareciste tú. —la miro de nuevo. —Tú, Anne. Con tus pequeñas pecas y tus resplandecientes ojos verdes, los cuales, me transmiten la paz, luz, color, calma y tranquilidad de un atardecer. Por eso yo también te quiero tanto.

<<Porque eres mi atardecer favorito.

Anne aprieta los labios y me sonrie mirándome a los ojos de nuevo. 




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