Mar de Ladrones ✓ [1]

CAPÍTULO 22

'Cotilleos a bordo'

(Pequeño inciso, voy a í el orden de como están organizadas las habitaciones: Sohnya y Asia, Faraday y Darko, Louise y Anne, Nedda y Tamara, Dusten y Denni, Anders y Dalina y Aldous iba con Jake, pero ahora está tieso)

Dalina.

Varios días después.

Poco a poco, he ido superando la muerte de Shiver y sobreponiéndome al dolor. Sé que podré con esto, 

Los días han pasado y el recordar a mi hermano aún duele, es evidente, pero ya he aprendido a manejarlo. Tampoco voy a mentir, la muerte de Jake me ha dado mucha paz, Asia también ha sido un gran apoyo al igual que yo para ella.

Subo a la cocina donde Louise me espera para trabajar. Y para chismosear. Todo a la vez. Son las 12:00 y ya va siendo hora de empezar a preparar el almuerzo.

Me pongo al lado de Louise, la cual, corta verduras y pescado. Hoy toca sopa. 

—Buenos días, bella durmiente.

—Deja tanta burla, Louise.

—Bueno, si has dormido con el capitán habrás dormido muy poco. 

—¡Cállate! —azoto su brazo agarrando una tabla para seguir cortando. Somos 12, preparar la comida no es algo fácil.

—Es verdad y lo saaaaabes.

Chasqueo la lengua y agarro un cuchillo. Louise me pasa algunas verduras y cominezo a darles tajos dejándolas en forma de julianas. 

Un sonido de pasos fuertes me desconcentra, me giro de reojo y veo a Craber bajar las escaleras acelerado.

—¡Craber! —una voz femenina que no logro interceptar a la primera lo llama.

Alguien aparece pocos metros atrás y mi sorpresa no es disimulable cuando veo a Sohnya, la hermana menor de Anders aparecer detrás suya.

—¡Craber, hazme caso! 

Ambos se pierden por los pasillos del barco y devuelvo mi mirada a mis verduras.

—¿Y estos dos qué?

—Se rumorea por estos lares que se han liado. Van directos a la habitación, es obvio.—no puedo evitar sorprenderme. —¿Tú que crees?

—¿Craber liándose con la hermana casada de su mejor amigo? No lo creo.

—Peores cosas se han visto.

—A ver, ya pero... no sé. —me detengo unos segundos para aprovechar y formularle la pregunta. —¿Y tú y Faraday que?

Hasta yo noto el calor subir a su cara y no es poco.

—¿Qué? —Louise mira hacia todos los lados, asegurándose de que no nos oiga nadie. —Pues bueno, ahí está.

—¿Ahí está? —hago una mueca. —Louise, ¿estáis juntos?

—¡No! —replica. —Al menos no oficialmente.

—¿Y eso porque o que?

—Porque... mmm... bueno... yo... no estoy segura del todo y... —suspira. —La verdad, paso de sufrir más por cualquier tipo de hombre, Dalina.

—Ay, Louise. No seas ridícula. No todos los hombres son... como tu padre. No todos aparecen en tu vida para hacerte daño, y menos Faraday, que es un trozo de pan.

—Todos son hombres.

—¿Y? No hay que generalizar por eso...

Sentir a alguien aferrarse a mi cintura y posar su nariz en mi cuello me detiene, aparte de su olor invadiendo mis fosas nasales.

—Anders...

—Buenos días.

Me giro, separándome de él.

—¿Que te trae por aquí, capitán? —digo mirando sus ojos que me tienen perdida.

—Nada especial. ¿Acaso no puedo venir a ver a mis cocineras favoritas? —contesta él.

—Somos las únicas cocineras de tu tripulación, genio. —contesta Louise, sin despegar la mirada de sus verduras.

—Es verdad, antes había una rata merodeando pero ya no, ahora esta bien muerto. —sonríe y siento que desfallezco.

No hagas chistes sobre los muertos. —Ha bastado con sólo una sonrisa para acalorarme e intentando disimular, me giro para enfocarme en el pescado y el cuchillo que me esperan en un plato. 

—No suelo hacerlos, pero sobre ese sí.

Siento como se aferra a mí de nuevo, pero ahora su nariz ya no se posa en mi cuello; ahora son sus labios húmedos los que lo hacen. Reparte unos cuantos besos y los pasea de aquí para allá, provocándome escalofríos.

—Anders...

El hombre me ignora y sigue a lo suyo, paseando sus labios por todo mi cuello. Volteo los ojos por la sensación de sus labios moviéndose sobre mi cuello, pero...

—Mmm, muchas gracias por el ofrecimiento pero no me gustaría un espéctaculo para mayores de edad ahora mismo. —nos interrumpe Louise, siento todo el calor bajo desaparecer y subir a mi cara. Anders se separa llevándose la sensación y el calor que me avasallaba.

Miro a Louise, que me mira de reojo mientras que corta verduras.

—Hasta luego, señoritas. —se despide el capitán, me doy la vuelta y veo que se despide como un militar y me guiña un ojo. Siento el calor subir a mi cara. De nuevo.

Me giro y encuentro la judicial mirada de Louise, escudriñándome.

—¿Qué?

—¡Luego me dices a mí! —me riñe. —No llego a estar aquí y os encuentro haciéndolo encima de la mesa.

—¡Louise! ¡Tampoco somos unos exhibicionistas!

—Ya, claro. 

Me devuelvo a mis labores, cortando el pescado que me esperaba en la mesa. Cuando ya esta listo, lo tiro a la olla junto con las verduras y su sopa. 

Lo pongo a fuego medio y mi mente maquina una idea.

—Ahora vengo, Louise.

—¿Te vas a forni...?

—¡NO! —la corto, gritanfo molesta y perdiéndome por los pasillos del barco. 

Busco la habitación que comparto con Anders y entro a ella, no está aquí. 

Otra opción es su oficina, en una habitación sobrante.

Ando hasta ella, la cual, esta al lado de la habitación de Nedda y Tamara. Paso por al lado y... escucho una cacofonía de sonidos un tanto... subidos de tono. Me sorprendo gratamente y logro reconocer la voz de... ¿Anne?

Agito la cabeza y ando hasta mi objetivo principal; la oficina del capitán. Toco la puerta y es allí donde lo encuentro; sentado en su mesa, con algunos papeles sobre la mesa, algún que otro contrato y un café reposando en un vaso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.