'Sobretensión'
Jason.
3 de enero de 1881.
Hace unos días que llegamos a East Plate. Definitivamente, cancelé la época de mar y se quedó con apenas siete misiones que logramos hacer, cobrando cuatro cientos mil de oro cada uno.
No quería empezar el año en el mar, volvimos a la ciudad después de la pelea con Hemsworth y llegamos el 28 de diciembre sobre el mediodía.
Descanso sobre mi cama, aún me duele respirar después de tal sacudida, pero estoy seguro que Anders está igual.
Oigo la puerta y sé que será ese viejo carcamal que tengo de consejero.
—¿Qué demonios quieres, Johannes? —digo cuando ya sé a lo que viene, a reñirme como a un niño bobo.
—Nada, quería hacerte compañía. —Avik se siente a mi lado. —La verdad es que llevamos mucho tiempo sin sentarnos a hablar, porque has estado en el mar, o por lo que sea. —gira su cabeza, intentando analizar mi expresión.
—Mira, Johannes, no necesito...
—Anda, déjate de tonterías y habláme. —junta sus rodillas a su pecho y se sienta en la cama. —¿Porque no hablas con tu padre?
Alzo una ceja ante semejante burdez.
—¿Como que porque no hablo con mi padre?
—Te conozco, Jason, no le has dirigido la palabra desde que volviste del mar, y sois dos marujas. ¿Que pasó? —insiste.
Por mi cabeza pasan mil posibilidades. ¿Le cuento la realidad?
Isaac Diphron es un hombre que se cree perfecto, pero no pudo evitar que su hija se fuera al bando contrario, y que la mataran.
Sigo pensando si contarle a Avik todo lo que sucede por mi cabeza.
—Isaac es perfecto. Según él mismo lo hace todo bien, no se equivoca nunca. Como si no le hubiese salido una hija tan mal que la mataron. Será ridículo. —me quejo.
—¿A que te refieres?
—Me refiero a que siempre es igual. —me pongo rígido.
—Mmm, concreta, Jason.
—A ver. Sabes lo de la pelea esa con Anders, ¿no?
—Sí.
—Bien, pues mira, cuando desperté, herido en la orilla de la Isla de Smarrow, llamé a Isaac. —relato. —Pues el señor no tuvo nada más interesante que insultar y cometer vejaciones contra mí, que si 'inútil', que si 'no vales para nada', sólo porque no maté a Hemsworth.
La sala queda en silencio después de contarle.
—Pues mira, Jason...
—No quiero que me des ánimos ni mucho menos. —lo detengo. —No fue insultos sin más, se pasó de la raya y de verdad, tanto así que por eso no hablo con él.
—No iba a darte ánimos, Jason. Se que eres más basto que un sándwich de clavos y más terco que una mula, tranquilo. —frunzo el ceño.
—¿Vas a decirme algo bonito o solo me vas a insultar?
—No voy a decirte algo bonito ni mucho menos. Voy a decirte la realidad. —me mira de reojo, aún sentado en la cama.
—Habla. —indico.
Se prepara para empezar a decir tonterías.
—¿No ves que siempre pierdes contra Hemsworth? —comienza. —No pudiste con él en el reloj de Queensborough, no has podido con él en el mar... nunca has podido con él, Jason. Y no eres capaz de verlo porque tu obsesión va más allá de eso.
—¡No es una obsesión! —me ofendo al oírle. —¡Quiero vengar la memoria de Ebrah!
—¡Dios mío, Jason! —se gira, mirándome. —¡Tu hermana hubiese querido que dejases las cosas así! ¡Ella amaba a Anders!
—Pero él la maltrataba, Johannes.
—Eso nunca fue así.
—¿Ahora defiendes a Hemsworth? —me levanto, enfadado. —Venga, no me jodas.
—No le defiendo. Es la realidad, Jason. Anders nunca maltrató a tu hermana, y mucho menos la mató.
—Anda, ¿ahora eres del bando azul? ¿Deslealtad a la monarquía? —me acerco, mirándole a los ojos y enfrentándome contra el hombre que me ha criado. —¿Acaso quieres ir a la guillotina, Avik? ¿O al paredón?
El hombre se levanta con rapidez, encarándome. Es un poco más alto que yo, ya que es muy largo.
—Córtame la cabeza, o fusilame, sí así lo deseas. —habla, escupiendo las palabras con ira. —Pero la realidad es esa, Jason, que nadie te haya dicho que fueron los soldados quienes mataron a Ebrah no es culpa de Anders.
La picazón en mi mano deseando abofetearle no es soportable y así lo intento, alzando la mano contra la cara del ahora anciano y que en su momento fue como mi padre.
Sin embargo, se me olvida que este maldito carcamal ha sido un loco sanguinario con mucho entrenamiento y para mi mano en el aire, y cuando creo que no hará nada más, cruza mi cara con su mano, que pica intermitenmente, llevo mi mano a mi lado golpeado intentando calmar la comezón.
—Te he criado, Jason. —el anciano suelta mi mano, ya abajo. —Que no se te olvide.
Sale del cuarto aún dejándome con la comezón en la cara. Joder, que fuerte me ha abofeteado ese fósil humano.
<<Fueron los soldados quienes mataron a Ebrah>>
Las palabras de Johannes no salen de mi cabeza, así que, decido ir al baño de mi cuarto para echarme agua fría en la cara y dirigirme hacia el cuarto de Isaac.
Me echo un poci de agua fría para desatontarme, mis oídos pitaban por tal golpe y me recupero poco a poco, listo para ir al cuarto de mi padre.
Mis heridas después de la batalla contra Anders cada vez están mejor, aunque no estén cien por cien sanas, lo que ha provocado notar más dolor con el tortazo de Avik.
Me miro al espejo y me dispongo a mi misión.
Al ser parte de la monarquía, todos, absolutamente todos los acontecimientos improtantes que sucedan en referencia a la familia real deben ser apuntados por el rey en un libro. Cuando termine su reinado, debe guardar ese libro y el sucesor deberá hacer lo mismo con otro libro distinto. Mi padre debe tener su libro en su cuarto.
Me muevo por los pasillos del castillo, evitando a las sirvientas y a algún esclavo que sube de la mina a su descanso de diez minutos por siete horas trabajadas. Ellos están reparando El Gran Marítimo.