Mar de Ladrones ✓ [1]

CAPÍTULO 34

'Misión final: La calavera maldita de la comandante Hermione Duponte'

Anders.

Alisto mi cerebro, mi mente, mis músculos, todo para lo que se viene. Y deberíais hacer lo mismo. 

Porque esta misión... va a ser dura, complicada, y larga. 

Donde reposa la esqueleto y comandante maldita, es una fortaleza. Sí, una fortaleza.

Las fortalezas son grandes torres que se alzan en la isla que defienden; con esqueletos que a toda costa, mantendrán la calma de la isla. Con arcos, espadas, incluso revólveres y francotiradores, defenderán su isla y no permitirán que nadie ni se acerque ni entre a ella.

Ayer llevamos todos las ganancias a una Cala de La Nueva Orden y ya estamos listos para la misión final.

Miro por el catalejo, tratando de avistar si hay tierra firme; a lo lejos, muy a lejos, a unas siete millas náuticas llegaremos a la isla. 

Aunque apenas es visible, hay una torre de madera que siempre suelen estar comandadas por muchos esqueletos armados con todo tipo de herramientas.

Seguimos avanzando poco a poco, bajo del mástil y miro el mapa frente a Craber, que maneja el timón. 

Observo que sí, la isla está relativamente cerca y en una media hora estaremos por allá. Bajo las escaleras de la borda y acto seguido, las de la recámara para llegar a la cocina. Allí, Sohnya y Dalina lavan los platos después del desayuno mientras que Julie pasa la fregona de aquí para allá.

—Hombre, capitán. —me saluda Dalina con la mirada, girándose del fregadero para mirarme, me guiña un ojo y señala con la cabeza. —Mira esto.

Observo el periódico encima de la mesa, me muevo hasta él para agarrarlo y sentarme en el sofá que hay al lado de la mesa. 

Leo en bajo el llamativo titular.

El capitán Jason Diphron hace de niñera con su sobrino, Puntresh Diphron.

El futuro rey de Guiena, hijo del actual monarca, pasó toda la tarde del día ayer cuidando de su sobrino, Puntresh, hijo de la difunta Ebrah Diphron.

¿Acaso no tiene el príncipe más obligaciones que cuidar de su sobrino?

Probablemente no.

Lo más interesante del caso es que para nada se negó a hablar sobre sus planes al salir de la casa de su abuelo, donde reside el pequeño.

'La guerra está apunto de intensificarse, tengánlo claro' palabras textuales dichas por el hijo del monarca.

'Tiene usted planes para atacar a Anders Hemsworth, ¿no es así?' pregunto uno de nuestros intermediarios.

'Mmm, no. Mi odio contra los independentistas es contra todo Castilla, no sólo contra el capitán.' contesto el príncipe, sembrando de nuevo la incertidumbre sobre todos nosotros.

La frase más conocida del capitán es 'independentista no, democrático', parece que en vez de marinero, es político, el capitán Anders.

¿La guerra se intensificará? ¿Muertes, sangre? ¿Cotilleos?

Monique Carreer, directora de la GNN.

Esta hija de... siempre con sus cotilleos.

Recuerdo lo que sentí cuando Ebrah, en el año 1873, me contó qeu estaba embarazada. A penas empezaba nuestra relación, lo pasé porque fue antes de conocernos, pero lo traté como a mi propio hijo.

Alzo la mirada viendo que las demás me observan con fijación, esperando por mi reacción.

—¿Qué? —esbozó una sonrisa ante lo chismosas que son. —Simples amenazas del atembado ese, nada más.

—¿Nada más? 

—Pues sí, Sohnya, nada más. Ese pipiolo lleva diciendo que quiere destruir Castilla y Cala Verde desde que inició la guerra, ¡y aquí seguimos!

La guerra empezó por una completa tontería, en realidad. Todo por un malentendido, y en fin...

—¡Parece que lo dice en serio!

—No vamos a bajar la guardia. —la intento calmar. —Hablaré con el Consejo de West Plate y les diré que sus soldados cubran todas las costas de la ciudad. —me siento un dictador, pero alguien debe tomar, aunque sea, las mínimas riendas de Castilla, sino, se desmoronaría fácilmente. No tengo un título por ellos ni soy más que nadie por ello, tampoco me hace falta. —Y ya está. Como siempre.

—Yo sólo quiero que termine esta guerra ya, Anders. Estoy cansada de vivir con el temor de que Json nos ataque. —se queja Dalina

—Esta guerra solo puede terminar de dos formas, querida. —digo. —Con una Guiena democrática... o una Guiena dirigida por la monarquía Diphron.

La realidad es esa, esta guerra terminará en democracia o en monarquía de nuevo.

Cerca de cuarenta minutos después, oigo a Craber llamarme. Siento que el barco ya no se mueve y preparo las armas para entrar a la isla.

Salgo a la borda, donde ya no veo nada; todo esta oscuro afuera y apenas hay una luz.

—Estamos en una cueva. Dejaremos aquí el barco. Y tendremos que dejar a alguien aquí.

Ya hemos atracado y la tabla ya aguarda por nosotros para que bajemos. Me muevo hasta los baúles de armas.

—¡Ey! —llamo la atención de mis tripulantes.

Los tripulantes hacen una fila mientras saco las armas, repartiendo cimitarras, espadas, revólveres y machetes entre ellos. Todo repartido, yo me quedo con una granada, una bomba de humo, un revólver, dos cimitarras y una espada.

El revólver en su funda colgado del cinturón, junto a un mapa, la granada y la bomba de humo, y la espada enfundada en mi espada junto a las cimitarras, junto con un chaleco antibalas debajo de la ropa.

He repartido casi todas las armas con las que contamos, y ya con otras repartidas, hacen un círculo y pienso quien debería quedarse vigilando el barco. Entrecierro los ojos mirando a todos mis tripulantes.

Todos se reúnen en círculo.

—Esta misión va a ser la más complicada de todas, grumetes. —les informo, observo a nuestra hechicera tragar con fuerza, a otros mirándose entre ellos y a los trabajadores de cocina mirarse, preocupados. —Pero sé que podremos hacerla, tripulación. El que va a quedarse aquí vigilando será Ibon junto a Asia, claro está.




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