Mar de Ladrones ✓ [1]

CAPÍTULO 40

'Llevar a cabo nuestro plan.'

Dakota.

4 de septiembre de 1880 (Mientras estaba con Jason.)

—No te estoy entendiendo, Jason.

El hombre, estresado ante mi bufonería, da vueltas por la cocina tratando de explicarme para que entienda.

—A Jake lo van a descubrir tarde o temprano, Dakota. —dice, postrándose frente a mí. —Tú me vendrías bien para estar infiltrada desde dentro, cielo.

Quedo embelesada ante sus palabras.

—¿Quieres qué... traicione a Anders?

—Ay, no seas mamona, Dakota. —me mira con fastidio. —El estar aquí conmigo ya es una traición en toda regla. Además... al fin y al cabo lo harás por nosotros.

<<Nosotros. No-so-tros.>>

La palabra causa más conmoción en mí de la que me gustaría.

—¿Por... por nosotros?

—Sí. —se sienta frente a mí y posa su mano en mi muslo. —Si sigues el plan... podras venir a vivir conmigo. —mi corazón da un vuelco. —Con tu madre. Y podremos casarnos.

Siento que me derrito por dentro ante sus palabras.

—Repiteme el plan, porfa.

La sonrisa sin disimulo es evidente y se viene contra mí dándome un beso antes de separarse de mí. 

—Es muy simple. Tú y yo seguiremos estando juntos. —indica. —Tendrás que recuperar la confianza de Anders para que cuando se vayan a la época de mar. Así te contará de cuanto en cuanto lo que hacen.

—Pero... eso es imposible.

—Nada es imposible, querida. —dice, levántandose de la silla.

—Eso, precisamente eso, sí. —replico. —Conozco a Anders, ganarse su confianza es muy complicado y después de haber huido contigo no me va a querer ni ver.

—No estás entiendo, Dakota.

—¿No?

—No. Sí que te ganarás su confianza. ¿Y sabes por qué? 

—No. —contesto, expectante ante sus palabras. —¿Por qué?

Me mira, sonriente ante mi incertidumbre.

—Vamos a fingir que os he secuestrado, Dakota.

Las palabras me dejan sorprendida.

—¿Podemos rebobinar?

Siento que el príncipe se desespera ante mi retraso.

—A Jake lo van a descubrir, Dakota. Lo matarán y necesito un infiltrado desde dentro. Y quiero que esa seas tú. —se acerca hasta mí agarrándome de las muñecas. —Para eso necesitas volver a ganarte la confianza de tu hermano. Y eso lo haremos fingiendo que yo te secuestré pero tú no tienes nada de culpa.

—Pero él sabe que yo vine aquí porque quisé.

—Sí, pero dile que quisiste volver y os secuestré. —las palabras me suenan duras, es una traición en toda regla pero por una vez voy a pensar en mí y en mi felicidad. —Si lo haces, podrás volver a aquí y podremos casarnos, Dakota.

Pienso mi respuesta durante unos segundos. Sí, quiero casarme con él, aunque traicionar así a Anders.

<<Tienes que pensar en tí, Dakota, maldita sea.>>

Suspiro.

—¿Cómo lo hacemos?

Jason se viene contra mi de nuevo, abrazándome.

Días después (Línea temporal: Capítulo 10)

Bajo del barco para meternos al carruaje que ya nos espera. Estamos poniendo rumbo hacia la torre del reloj de Queensborough, donde Jason y mi hermano han quedado para balearse, básicamente.

—Recuerda, Dakota. —dice Jason cuando entro al coche. Sus soldados, esclavos, ayudantes o lo que sean comienzan a taparme los ojos con vendas y a atarme. —Te secuestré y os he hecho mucho mucho daño. Recuérdalo. Viniste conmigo, confiando en mí...

—Sí, y me traicionaste cuando te dije que quería volver a West Plate. —continuo.

—Bien. ¿Todo entendido, Tennia?

—Sí, señor. —suspira mi madre. Ella está completamente de acuerdo con el plan.

No podemos engañarnos, lo que más desea en el mundo es que me case con Jason y lo amarre quedando embarazada, para así tener el título de reina consorte, aparte de toda la fortuna que todo eso conlleva.

Pero yo no quiero eso, yo quiero estar con él, tener una familia y ser felices.

El coche arranca y se mueve de lado a lado manejando por las calles de West Plate. Un rato después, llegamos a la torre donde el coche se detiene.

—Ya hemos llegado. —dice Jason, bajándonos del coche. —No olvides llamarme de vez en cuando a contarme el progreso. —asiento. Andamos hasta lo que supongo que es la entrada trasera de la torre. —Poneros a llorar. Esto se va a poner violento.

Pongo mi mejor esfuerzo para hacer caer mis lágrimas y entramos dentro de la torre subiendo varios pisos.

Meses después.

Como alma que lleva el diablo, corro hasta el teléfono para marcar el número de mi hermano. Son las 10:37, ya estará despierto. Segundos después, contesta.

—Mmmm... —jadea cuando contesta. —¿Sí?

—Anders, soy yo, Dakota.

—Dakota... ¿porque me llamas a estas horas? ¿Estáis bien?

—Sí, sí, todo bien. —lo tranquilizo. —Bueno, dentro de lo que cabe.

—¿Como que dentro de lo que cabe?

Sonrío como una niña buena, inútilmente porque no puede verme.

—¿Te acuerdas que te dije que Iriel había aparecido?

Oigo un movimiento rápido y es él levantándose de la cama, donde supongo que estaba, se acabaría de despertar.

—Tengo a Dalina al lado. —me interrumpe.

—Ay, perdón. —me disculpo. —¿Porque no se lo has contado?

—No lo considero el momento. No es algo fácil así que se lo diré cuando estemos volviendo a West Plate, así no se distraerá.

—Hmm, entiendo. —prosigo. —Bueno, lo que te decía. He estado quedando con él estos días, charlando con él a ver que tal todo este tiempo, y eso...

—¿Y? —me incita a continuar.

—Me acabo de despertar con él en mi cama. —sonrío de nuevo.




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