'Muñeca de cristal.'
Dakota.
Correteamos detrás de Johannes, cerrando el balcón atrás de nosotros.
—¡¿Pero qué ha pasado?! —grita Jason, intranquilo.
—Ahora os cuento, ¡vamos!
Bajamos las escaleras del Palacio llegando hasta la cocina. Otro pinchazo de culpa me ataca al ver al rey, tirado en el suelo, con varios médicos tomando su pulso para comprobar a ver si queda algo, pero parece ser que no y lo tapan.
—¡Papá!
Jason corre hasta su cuerpo, abrazándolo en el suelo.
—¿Qué... qué ha pasado?
—No se sabe... parece ser que fue un infarto fulminante. —dice el consejero, tumbándose al lado del heredero. —Se levanto de la mesa, se mareó, y... y...
Ambos lloran y siento que la culpa vuelve a consumirme, así que decido tratar de serenarme y seguir adelante con mi show.
Me siento al lado de mi prometido, y me mareo instantáneamente. Maldita sea, están pasando demasiadas cosas en poco tiempo y no me da la vida para hacer el papel de mansa paloma.
El cuerpo del rey, tumbado boca arriba, descansa con los ojos tétricamente abiertos y una mano en el corazón. No puedo evitar los pinchazos de culpa atacarme por todas partes. Miro hacia arriba y veo que el vaso de zumo de naranja está completamente vacío.
—Jason, Jason... —trato de calmarlo, pero me siento ridicula. —Calma...
—¿Cómo demonios quieres que me calme? ¡Acaba de morir mi padre!
—Hay que iniciar la Operación Cacatúa.
—¿Qué es eso? —le pregunto al consejero, frunciendo el ceño.
—Es el plan para el anuncio del deceso del rey, el periodo de luto y los detalles de su funeral.
—¿Cuál luto?
—Cuando un rey muere hay que tener el cuerpo en el Palacio favorito del rey durante una semana antes de su entierro. Pero qué vas a saber tú, si eres una niñata de dieciocho años.
Resoplo.
—Buenos días. Soy el agente Bissous. —oigo una voz francesa detrás nuestra, quito mi mirada del cuerpo del rey y me doy la vuelta, encontrando una torre francesa de piel morena y pelo moreno escudriñandonos con sus ojos azules celestes.
—Buenos días, agente, soy Dakota de Diphron. —lo saludo, dándome la mano.
—Hola, agente. Soy el consejero real, Johannes Avik.
—Y yo el príncipe, Jason Diphron. —todos le dan la mano y el hombre se dispone a hablar.
—Soy el detective que tenía encargada la Operación Cacatúa.
—¿No había un nombre más ridículo para esta ocasión? —cuestiono, pero soy ignorada.
—Lo primero que debemos saber es, —mira a Jason— príncipe, ¿quiere hacerle una autopsia al rey? Es decisión meramente unitaria y del hijo, es decir, su familiar más cercano.
<<Sí dices que no te querré más que nunca, Jason.>>
—Mmmm, no, me parece que con el luto oficial ya tendrá suficiente vuelta y no quiero que sé le den más vueltas.
—Listo. ¿Vamos al despacho del príncipe para que les pueda explicar el resto de la Operación?
Ya en el despacho de mi novio, él se sienta del lado del ordenador y nosotros del otro. Han guardado el cuerpo del rey bajo una sábana.
—Bien. —suspira. —Primero que todo, tenemos que saber como dar la noticia a los medios. No es fácil comunicar que el monarca desde hace 25 años se ha muerto.
—Yo voto por decirlo hoy mismo. —dice Jason.
—No, no. —lo corto. —Sí lo hacemos de repente, habrán demasiadas teorías de los conspiranoicos y la prensa. Así que mejor digamos que él lleva unos días muy enfermo y mañana o pasado anunciamos su deceso. Sino... nos van a caer las conspiraciones por todos lados.
—En eso tiene bastante razón. —me respalda Bissous. —¿Qué opinan? Tienen que tener en cuenta a la prensa, a los conspiranoicos, los republicanos, que harán todo lo posible por quitarlos del poder, los amarillistas... en fin, son demasiados factores en los que pensar y la propuesta de la señorita Dakota me parece bien.
—Yo digo sí. —dice Johannes.
—Y yo. Es más sensato. —respalda mi novio. Esperaba que corrigiese al agente lo de <<señorita>>, pero le da completamente igual y me duele.
—Pues así lo haremos. —apunta Bissous en su libreta. —Ahora, el luto oficial. ¿Cómo quiere llevarlo, príncipe?
Oigo a Jason tragar con fuerza con cierto nerviosismo y es normal, pues dentro de poco va a ser rey.
—Mmm... —carraspea. —quiero que sea en el Palacio de Roques, a las afueras de East Plate, ya que era el Palacio de vacaciones de mi padre. Y... durante una semana estará su féretro, podrá ser visitado por el pueblo para dejar flores y... luego el entierro.
No puedo dejar de sentir pinchazos al corazón y es la culpa rogándome por ser absuelta.
<<¿He hecho mal? ¿Me he pasado? ¿Qué he hecho?>>
—Vale. —apunta. —¿Como le gustaría el entierro?
—El Cántico Real, oración, misa dada desde lo alto del Palacio Real, y Santa Sepultura en la Capilla del Palacio. —informa Jason.
—¿Día?
—Sí hoy es veintiocho, mañana lo anunciamos, una semana de luto... el día ocho de junio desde las ocho de la mañana.
El hombre conocido como Bissous apunta.
—Listo. Pues me pasaré diariamente para informar sobre los nuevos hechos. Muchas gracias, príncipe.
Bissous sale del despacho y miro a Jason.
—¿El 8? —me quejo, mirando al futuro rey. —¿Entonces cuando nos casamos?
—¿Qué? —dice Johannes, pero lo ignoramos.
—Tranquila, Dakota. —contesta Jason, posando una mano sobre mi antebrazo para calmarme. —Nuestra boda será el dos de junio.
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Anders.
26 de mayo, por la noche.
Me muevo de lado a lado, inquieto.
La sala de espera se me hace pequeña, llevamos aquí un rato, esperando a ver qué nos dicen sobre Mara.
Intranquilo, me siento al lado de Dalina.