Mar de Ladrones ✓ [1]

CAPÍTULO 49

'Serenidad.'

Jason.

Trato de calmarme y maldigo para mis adentros. ¿Cómo es posible que hayan escapado todos?

Es que es completamente imposible, no tenían hacia donde ir ni nada... La verja de la entrada de la cueva se cerraba por las noches y...

—¿Estás contento con tus trabajadores?

No puede ser. Me giro, enfrentándome con la mirada a Tennia Hemsworth.

—¿Has sido tú?

La mujer me mira con ojos inocentes.

—Puede ser... —murmura, acercándose un poco hasta mi. —Lo que sí sé, es que sino quieres que Guiena se entere de que tenías esclavos... devuélveme mis joyas y dame la posibilidad de entrar a la cuentas de la monarquía.

—¿Qué? —suelto una risotada. —¿Estás teniendo el valor de chantajearme, Tennia? 

—No. —contesta rápidamente, poniendo sus manos detrás de su torso. —Simplemente te pido una cosa a cambio de otra. Llámalo trueque.

—No voy a darte las arcas monárquicas.

—Bueno. Entonces... Dakota y todo Guiena se enterarán de tus trapicheos con humanos. 

—¿Cómo descubriste esto?

Mira hacia arriba, como si estuviese pensando la respuesta.

—Soy una persona muy curiosa, Jason. 

Resoplo.

—No te voy a dar nada.

—Pues nada. —saca su teléfono y empieza a teclear algo. Echo la mano a mi revólver. —Parece ser que todo Guiena tendrá que enterarse de lo que el futuro rey...

Sin pensarlo más y con la rabia corriendo por mis venas, quito el seguro enterrando un tiro en la frente de Tennia Hemsworth, que cae al suelo con el chorro de sangre saliendo de la oquedad de la bala.

Mi respiración comienza a acelerarse. ¿Soy un asesino en serie? Madre mía, ¿que acabo de hacer? Agito la cabeza tratando de volver en mí mismo. ¿La acabo de matar a sangre fría?

Me acerco hasta el cuerpo de la mujer, su teléfono ha caído al agua.

—Joder, joder...

<<Calma, Jason. Ha sido en defensa propia, tienes que estar tranquilo, no ha sido culpa tuya.>>

¿Qué demonios hago ahora con el cuerpo? Otro funeral más... En este año llevamos casi diez y eso va a ser demasiada bola para los conspiranoicos.

Trato de calmarme y pensar con mente fría.

Se me ocurre algo y me muevo hasta dentro de los cubículos, agarrando una bolsa negra de tamaño grande.

Vuelvo hasta el cuerpo de la mujer, que sigue tal y cómo está. 

Abro la bolsa y con algo de asco, comienzo a meter el cuerpo de la mujer dentro de la bolsa negra.

—Dios mío... las cosas en las que me meto.

Suspiro cuando termino de meter a la mujer dentro de la bolsa y con fuerza, pongo la bolsa sobre mi hombro. Agarro una lancha de las que tengo en el riachuelo que atraviesa la cueva. La enciendo y me subo dejando la bolsa atrás.

Tomo velocidad y salgo de la cueva, yendo con rapidez hasta llegar detrás de unas rocas cerca de la cueva. Allí, tiro el cadáver dentro de la bolsa sobre una roca.

—Adiós, querida suegra.

Doy media vuelta y conduzco camino a la cueva de nuevo.

Han pasado ya varias horas desde que dejé el cuerpo de Tennia en aquella roca. Necesito ir a un psicólogo, la imagen de esa mujer muerta me va a perseguir hasta que mi corazón deje de bombear sangre.

Trato de descansar la mente en mi cuarto, pero siento que no puedo porque la imagen de mi suegra muerta me preocupa.

Pero me preocupa que encuentren su cuerpo, no que me duela su muerte. Esa señora era un dolor en la cabeza.

Enciendo la televisión, presionando los botones buscando algo que aplaque mi dolor de sien y me ayude a olvidarme de todo esto, pero todo son noticias de la muerte de mi padre.

¿Qué voy a hacer con los trabajadores? ¿Dónde estarán? 

La salida a la cueva es una salida al mar, y no hay una subida a East Plate hasta casi 10 kilómetros más tarde.

Es que el Palacio Real está en la costa pero mirando hacia dentro, la cueva está abajo y no hay una subida a la ciudad hasta bastante lejos.

Las aguas de este país son bastante frías, así que no creo que hayan llegado muy lejos.

Suspiro, dándome cuenta en lo que me estoy convirtiendo. He matado ya a cuatro personas, me siento un asesino serial y eso... me preocupa.

El sonido de la televisión no ayuda en nada, solo hablan de <<La enigmática muerte del rey.>> <<El féretro del rey, visitado por más de tres mil personas diariamente. >> <<Las miles de rosas que han llegado al Palacio de Roques.>>

Entre otras cosas que sinceramente, me dan igual. 

Isaac ha muerto, todo ha sido muy repentino y rápido, no podemos decir que no, pero ya está: fue un simple infarto y es lo que hay, tenía 52 años y un mal estilo de vida, ¿qué le vamos a hacer?

El árbol genealógico de la familia Diphron cambia de nuevo: soy el único que queda vivo ahora mismo y no pienso dejar que nadie arrebate eso.

Pienso casarme con Dakota en tres días, ella se está encargando de todo eso y tendré hijos con ella, los cuales resurgirán de sus cenizas a la monarquía Diphron.

Es que si yo muero, ¿qué pasaría con la monarquía? No puedo permitir que el anarquismo y la república tomen Guiena, eso debo hacerlo yo.

El sonido de la puerta me saca de mis soliloquios, es Dakota.

—Oye, Jason. ¿Has visto a mi madre? —dice nada más entrar. ¿Qué hago? ¿Le digo la verdad?

—Mmmm, no. ¿Tengo cara de ser la niñera de esa señora? —digo con sorna.

—Sólo te pregunté si la has visto, maldito gruñón. Habrá salido a comprar algo —bufa. Se sienta a mí lado en la cama. —. Estoy planeando nuestra boda y necesito tu opinión.

<<Bueno...>>

—¿Qué pasa?

—¿Qué te parecen estos centros de mesa? —me enseña unas cosas feisimas de color plata. —¿Y si ponemos caléndulas en estos jarrones? 




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