Observaba a esa persona confundida, nunca pensé que lo vería de nuevo desde esa vez que me lo había encontrado, después de estar pensando en él y de haber dado por hecho que no lo vería nuevamente ahora lo tengo frente a mí con algo tan importante para mi en su mano, me pregunto como lo obtendría.
-¿Se encuentra bien señorita?- preguntó captando nuevamente mi atención.
-¿Cómo obtuvo ese broche?- dije directamente.
-No es de buena educación contestar con otra pregunta, pensé que al ser alguien de familia adinerada tendría un poco más de modales-
¡¿En serio dijo eso?!
-Y ¿Cómo llegó a la conclusión de que mi familia es adinerada?-
-Bueno al ver a la chica que está un poco más atrás de usted creo que es bastante obvio que es su dama de compañia y solo las doncellas que tienen una es porque tiene lo suficiente para mantenerla además de que su broche tiene finas incrustaciones de amatista, por favor no me crea estupido-
Vaya boca floja salió este tipo.
-Por favor deme mi broche-
-Tenga, le seré sincero, era un poco tedioso venir aqui estos dias a esperar a que viniera, me hizo perder un poco de tiempo-
-Nadie le pidió que lo hiciera-
-Tenia que devolverlo, ademas no podia arriesgarme a buscarla asi como asi con las personas de los alrededores-
-¿Por qué dice eso?-
-Piénselo un poco, si me preguntan cómo encontré el broche yo diría que se le cayó a una señorita en un jardín cuando estaba paseando sola, luego me dirían que qué hacía con una mujer a solas en un jardín aunque yo les explicara mis razones la gente no se la cree fácilmente por lo tanto pondría entre dicho su reputación y por lo que veo no está comprometida y si los rumores se esparcen le será más complicado encontrar a un hombre que la acepte-
Tenía un buen punto eso no estaba a discusión, si mi abuela se hubiera enterado de seguro ya estaría en un convento para ya no avergonzar más a la familia.
-Por favor disculpeme, fui demasiado descortés con usted y…-
-No es necesario- interrumpió.
-Se tomó la molestia de todo esto, al menos déjeme regresarle el favor-
-No puede regresarme el tiempo que perdí al venir a esperarla-
-Tiene razón, me disculpo por hacerlo perder su tiempo, pero… ¿Seguro que no hay nada que pueda hacer para recompensarle por lo menos un poco?- pregunté algo esperanzada.
La verdad, era que no me agradaba ni en lo más mínimo deberle nada a nadie, ni siquiera un diminuto favor, con el paso del tiempo, las personas sacan eso que hicieron por nosotros simplemente para beneficiarse.
-No, no hay nada que usted pueda hacer a menos que pueda retroceder el tiempo- dijo en un tono sarcástico.
No quería seguir discutiendo, me resultaba molesto, me di la vuelta y comencé a alejarme con Mabel, una pequeña roca se atravesó en mi camino haciendo que tambaleara un poco, Mabel me ayudó rápidamente a incorporarme y continuamos caminando.
-¡Señorita!- exclamó aquel joven, al darme la vuelta extendió el libro que con tanto recelo guardaba en mi vestido -¿Es su costumbre perder cosas?- hizo una mueca.
-Gracias- susurré para tomarlo, cuando había extendido mi mano él quitó el libro del camino y revisó la portada -Por favor, deme de vuelta el libro- musité con mi voz temblorosa, si alguien llegaba a encontrar ese libro bajo mi poder… sería mi fin.
-Esto lo ví cuando hablaba con un anciano, comenzó a leerlo para mí, pero no pudo terminarlo- me miró fijamente -Ya sé qué podrás hacer para recompensar mi tiempo perdido- dijo con una media sonrisa, lo observé para que continuara hablando -Lee el libro para mí-