Mar de Mentiras

06

Observaba a esa persona confundida, nunca pensé que lo vería de nuevo desde esa vez que me lo había encontrado, después de estar pensando en él y de haber dado por hecho que no lo vería nuevamente ahora lo tengo frente a mí con algo tan importante para mi en su mano, me pregunto como lo obtendría.

 

-¿Se encuentra bien señorita?- preguntó captando nuevamente mi atención.

 

-¿Cómo obtuvo ese broche?- dije directamente.

 

-No es de buena educación contestar con otra pregunta, pensé que al ser alguien de familia adinerada tendría un poco más de modales-

 

¡¿En serio dijo eso?! 

 

-Y ¿Cómo llegó a la conclusión de que mi familia es adinerada?-

 

-Bueno al ver a la chica que está un poco más atrás de usted creo que es bastante obvio que es su dama de compañia y solo las doncellas que tienen una es porque tiene lo suficiente para mantenerla además de que su broche tiene finas incrustaciones de amatista, por favor no me crea estupido-

 

Vaya boca floja salió este tipo.

 

-Por favor deme mi broche-

 

-Tenga, le seré sincero, era un poco tedioso venir aqui estos dias a esperar a que viniera, me hizo perder un poco de tiempo-

 

-Nadie le pidió que lo hiciera-

 

-Tenia que devolverlo, ademas no podia arriesgarme a buscarla asi como asi con las personas de los alrededores-

 

-¿Por qué dice eso?-

 

-Piénselo un poco, si me preguntan cómo encontré el broche yo diría que se le cayó a una señorita en un jardín cuando estaba paseando sola, luego me dirían que qué hacía con una mujer a solas en un jardín aunque yo les explicara mis razones la gente no se la cree fácilmente por lo tanto pondría entre dicho su reputación y por lo que veo no está comprometida y si los rumores se esparcen le será más complicado encontrar a un hombre que la acepte-

 

Tenía un buen punto eso no estaba a discusión, si mi abuela se hubiera enterado de seguro ya estaría en un convento para ya no avergonzar más a la familia.

 

-Por favor disculpeme, fui demasiado descortés con usted y…-

 

-No es necesario- interrumpió.

 

-Se tomó la molestia de todo esto, al menos déjeme regresarle el favor-

 

-No puede regresarme el tiempo que perdí al venir a esperarla-

 

-Tiene razón, me disculpo por hacerlo perder su tiempo, pero… ¿Seguro que no hay nada que pueda hacer para recompensarle por lo menos un poco?- pregunté algo esperanzada.

 

La verdad, era que no me agradaba ni en lo más mínimo deberle nada a nadie, ni siquiera un diminuto favor, con el paso del tiempo, las personas sacan eso que hicieron por nosotros simplemente para beneficiarse.

 

-No, no hay nada que usted pueda hacer a menos que pueda retroceder el tiempo- dijo en un tono sarcástico.

 

No quería seguir discutiendo, me resultaba molesto, me di la vuelta y comencé a alejarme con Mabel, una pequeña roca se atravesó en mi camino haciendo que tambaleara un poco, Mabel me ayudó rápidamente a incorporarme y continuamos caminando.

 

-¡Señorita!- exclamó aquel joven, al darme la vuelta extendió el libro que con tanto recelo guardaba en mi vestido -¿Es su costumbre perder cosas?- hizo una mueca.

 

-Gracias- susurré para tomarlo, cuando había extendido mi mano él quitó el libro del camino y revisó la portada -Por favor, deme de vuelta el libro- musité con mi voz temblorosa, si alguien llegaba a encontrar ese libro bajo mi poder… sería mi fin.

 

-Esto lo ví cuando hablaba con un anciano, comenzó a leerlo para mí, pero no pudo terminarlo- me miró fijamente -Ya sé qué podrás hacer para recompensar mi tiempo perdido- dijo con una media sonrisa, lo observé para que continuara hablando -Lee el libro para mí-




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