Mar de Mentiras

-12-

Pov. Florentino

 

Que cosa más infantil, creí que con eso yo iba a desistir de casarme con ella pero que niña más tonta. Ella tendrá que aprender quién va a mandar cuando estemos en Alemania, solo tengo que soportar otro poco, mostrarme agradable con la familia y darles el dinero que piden.

 

Se ve que Amelia es igual o tal vez un poco más rebelde a Margarita, espero que Amelia no me de tanto trabajo como ella, cada vez es más difícil encontrar esposas sumisas, si tengo que hacer lo mismo otra vez no podré cubrir que también se enfermó pero ya veré como se dan las cosas.

 

Pov. Amelia

 

-Mabel ¿Qué hago ahora? Ya oíste que la boda se adelantó, creí que con lo de la comida se enojaria pero hasta quiso adelantar todo- 

 

-Señorita, disculpe mi atrevimiento pero como hemos visto el es un hombre mayor y no tomaría en serio lo que hizo con la comida, no se si ha escuchado que su anterior esposa también era más joven que él y supongo que se acostumbró a todas esas cosas-

 

-Vamos a dar un paseo Mabel, tengo que pensar que voy a hacer-

 

Me adelanté varios pasos, no quería que Mabel estuviera cerca de mi por el momento, es mujer y por eso pensé que tendría un poco de empatía por mí, pero me doy cuenta nuevamente que estoy sola en esto.

 

Nos dirigimos a una colina que está atrás del vecindario donde vivo, ahí voy cuando necesito pensar.

 

-Señorita a dónde vamos?- preguntó Mabel agitada por la subida.

 

-Tu quédate aqui, quiero estar sola y si no me obedeces haré que mi madre te castigue-

 

No me gusta tratar mal a la gente que trabaja con nosotros pero estoy tan enojada que las palabras salen solas de mi boca.

 

-Como ordene señorita- inclinó su cabeza.

 

Seguí subiendo, necesito alejarme de todo y descargar todo el enojo, frustración, tristeza y decepción que siento.

 

Caminé otros veinte minutos y trepé un árbol para ver la ciudad y pensar. Llevaba un buen rato sentada en la rama, cuando escuche ruidos que provenían del matorral  que estaba detrás del árbol de donde me encontraba, intenté arrancar una pequeña rama por si tenía que defenderme, sentía la adrenalina en mi cuerpo estaba preparada para todo cuando escucho…

 

-No es adecuado que una mujer trepe árboles-

 

Estaba dispuesta a responder cuando la rama en la que estaba sentada se rompió y caí encima de esa persona.

 

-¡Ay!- grité.

 

-¡Mi brazo! ¡duele!- se quejó la persona que estaba abajo de mi.

 

-¿Está bien?- pregunté preocupada.

 

-Si, solo grité por gusto- me miró con cara de dolor- es obvio que me duele, si una chica te cae encima desde un árbol por lógica duele, creí que era más inteligente-

 

-¿Crees que está roto?- miré su brazo.

 

-No lo creo, ya pasará-

 

-¿Qué haces aquí Oliver? Pensé que ya no te vería de nuevo-

 

-Tuve cosas que hacer aquí, acabo de llegar y esta ciudad me recibe con tremendo golpe y dicen que esta ciudad es tan refinada y las doncellas andan en los árboles como monos

 

-Si estoy en los árboles no, no es de tu incumbencia-

 

-¿Qué hacía la señorita allá arriba?- cuestionó seriamente.

 

-Ya te dije que no es tu asunto-

 

El chico dio media vuelta y se empezó a alejar, dejándome completamente sorprendida por su atrevimiento al dejarme con la palabra en la boca. Yo esperaba que la discusión continuará.

 

-¿Qué crees que haces?- alzó la voz.

 

-Me voy, me acabas de decir que no era mi asunto así que no gasto mi tiempo aquí




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