Pov. Mabel
La señorita Amelia había sido llevada al convento de la señora Victoria, me sentía muy mal por ella y más recordando lo que le sucedió a la señorita de mi prima, ella se enamoró de la misma manera que la señorita Amelia se enamoró de ese chico ¿Oliver? Ambas se escaparon y mi prima huyó, huyó porque la señora era demasiado exigente y su cabeza podría estar en riesgo, no supimos qué más pasó con ella.
-Señora ¿Se encuentra bien?- le pregunté a la madre de la señorita Amelia.
Ella se veía demasiado enfurecida y frustrada, verla así me decía que había pasado algo demasiado grave, espero que no se desquite conmigo.
-¿Si me encuentro bien?- llevó su mano a la cabeza -Amelia ¡Esa muchachita se escapó!-
Mis manos viajaron a mi boca la cual había dejado salir un pequeño grito.
-¿Cómo es eso posible, señora?- pregunté con asombro.
-¡No lo sé! ¡Nadie tiene idea de dónde pueda estar! Mi hermana fue a buscarla y no la halló, además habían muchas doncellas en el lugar, no sabemos exactamente hace cuanto se fueron-
-¿Ella estará bien?- me pregunté a mi misma.
-¿Crees que si está o no bien es importante ahora? Mabel… ella debe casarse dentro de una semana, dimos nuestra palabra y se esfumó- me observó fijamente.
La señorita Amelia me va a provocar un dolor de cabeza ¿Cómo se le ocurrió escaparse? Esto no deja sino cosas malas, espero que dónde sea que esté no le pase nada malo ni se meta en problemas como siempre.
Pov. Amelia
Estábamos a dos días de llegar al puerto, la emoción recorría nuestros cuerpos y la ansiedad por llegar pronto a Francia para casarnos no nos dejaba dormir.
Nos encontrábamos recostados sobre la hierba viendo las estrellas, Oliver tenía su brazo sobre mis hombros, él me decía los planes que tenía en cuanto llegáramos a nuestro destino, yo solo me concentraba en el tono de su voz y navegaba en las ondas que éste transmitía llevándome a una dimensión que había creado donde solo existíamos él y yo.
Me desperté asustada, escuchaba los cascos de caballos muy cerca de nosotros.
-Oliver, despierta- susurré mientras lo sacudía un poco para despertarlo.
-Duerme Amelia, aún es muy temprano- respondió con los ojos cerrados.
-Se escuchan caballos muy cerca de nosotros-
Oliver se levantó rápidamente y se alejó un poco para revisar la zona, poco tiempo después regresó agitado.
-Debemos correr Amelia, te están buscando-
-¿Mi familia?- pregunté asustada.
--No, tu prometido- dijo.
-¿Florentino?¿Pero cómo? Pensé que no le dirían-
-¿Quién más sabía de nosotros?-
-Nadie, fuí muy discreta con...¡Mabel!- exclamé.
-¿Quién es?-
-Una dama de compañía que me impuso mi madre-
-Debemos irnos ahora, ellos se detuvieron a descansar, es nuestra oportunidad de ganar tiempo-
-¿Iremos a caballo?
-No, en cuánto lo oigan galopar nos seguirán, lo llevaremos pero sin correrlo-
Empezamos a alejarnos lo más rápido que nos permitían nuestros pasos, lo suficiente como para poder usar el caballo y alejarnos mucho más.
El camino se sentía tan largo, sentía que en cualquier momento nos atraparán, el miedo me invadió al solo pensar que tendría que casarme con Florentino, en mi momento de distracción me tropecé y caí provocando que el caballo relinchara y en cuestión de segundos escuchamos cómo unos hombres decían “¡Por allá!¡Vayamos!".
Oliver me levantó y me subió al caballo y al instante él también y empezamos la persecución, ellos se acercaban rápidamente, me estaba muriendo de miedo.
-No te preocupes Amelia, todo saldrá bien, haremos todo tal y cómo lo planeamos- dijo en mi oído.
Ellos estaban muy cerca, estaban preparando sus arcos.
-¡Oliver, tienen arcos!- dije asustada.
-No mires atrás-
Las flechas empezaron a estar alrededor de nosotros, una y otra cada vez más y más, tan cerca, hasta que lo que tanto temía sucedió.
-¡No!¡Oliver!- grité.
-Tranquila Amelia, estaré bien si tú estás conmigo- dijo mirándome a los ojos.