Pov. Amelia
-Llegamos a la frontera, ahora todo depende de tí- dice el anciano con una sonrisa -sé prudente y no olvides lo que hemos hablado, sé feliz… Atesorando en tu corazón los momentos felices y creciendo con los duros.
-Sí, seré feliz y aprenderé de mis errores, le agradezco por todo- hago una profunda reverencia en señal de respeto.
Todas las palabras que él me había dicho en este largo tiempo se quedarán conmigo dándome un poco más de fuerzas en esta dura vida, ahora cumpliré el plan que Oliver y yo habíamos trazado. Estoy recorriendo el pueblo, las familias felices y los niños jugando ¿Cómo habría sido el rostro de los inexistentes nimos de Oliver y míos? ¿Qué se siente ver a tus hijos correr de un lado a otro mientras sonríen? ¿Qué se siente ver a la persona con la que has envejecido antes de dormir y después de despertar? Aquellas respuestas están tan lejos de mí que imaginarlas es tan difícil.
Pov. Mabel
-Con todo respeto barón, esto me parece innecesario- susurro mientras mi nariz se arrugaba.
-No, es muy necesario- responde colocando un anillo en mi dedo -Es parte del plan querida Mabel.
-No logro comprender en qué es parte del plan.
-Lo sabrás en un momento- se coloca de pie -ahora serás mi esposa y recibirás a Clara en nuestro hogar- añade sin más.
-Sé que ha sido muy bueno estos últimos días, pero no podré aceptar algo así… su reputación se vería afectada y…- él toma la palabra.
-Es lo mejor para ambos, saldrás de esa casa sin dañar la reputación de la familia y tendré mi venganza en contra de Florentino, mi reputación no se dañará por casarme- ríe de manera que me tranquiliza.
-A pesar de su amable propuesta, no me siento confiada para aceptar algo así ¿Y si usted termina siendo peor que Florentino?- desvío mi mirada.
-Querida Mabel… No me compare con el falto de palabra de mi medio hermano- ríe algo frustrado- Si quiere que sea honesto con usted, lo seré… Mi “Hermano” y yo no nos hemos llevado bien desde que tengo memoria y más aún cuando él me robó a MArgarita y… tiempo después terminó con su vida, en mis planes estaba alejar a cualquiera que se intentara acercar a mi hermano y esa fue la razón por la que envié a Oliver en busca de Amelia- se detiene al notar mi expresión de coraje.
-¿Qué hizo con la señorita?- pregunto saliendome un poco de mis casillas.
-Ella está bien, no hice nada… No yo, pero terminó herida y envié a unos viejos médicos y la atendieron hasta que se recuperó… Quería alejarla de las manos de Florentino y sin duda alguna su familia no la merece.
-¿Me está diciendo que salvó a la señorita de su hermano? me cruzo de brazos incrédula.
-Así es… Ella ha de estar llegando a su destino lejos de aquí y vivirá lo que siempre quiso, en libertad- explica extendiendo su mano en mi dirección -ahora es su turno de ser libre- sonríe de lado -¿Me acepta?
Estoy dudando, pero quedarme aquí no es agradable y dudo que otro lugar sea peor, después de la noticia de la muerte de la señorita, la señora fue más insoportable que nunca.
-Recuerde que verá a su prima nuevamente- recalca con una sonrisa.
-Está bien… Solo por la libertad de mi prima, pero debe hablar con los señores… Todo debe hacerse de la manera correcta- él acepta.
Es el día de la boda, el barón Terrence y yo estamos esperando a que llegue el momento propicio para dar a conocer las cosas que Florentino ha hecho, el asesinto de la señora de mi prima, la cual está esperando por mí en el lugar que compartiré con el barón Terrence, ella estaba bien, pero… aún continúa muy afectada por lo sucedido, tendré que mostrarle mi apoyo para que pueda superar ese trágico evento. Al terminar la ceremonia y al descubrir el verdadero rostro de Florentino los no tan ancianos padres de la señora Margarita y su hermano se encargaron de vengar su sangre unos días después.
-El final de Florentino ¿Quién lo diría?- preguntó frente a la ventana -Si la señorita Amelia estuviera aquí, ella habría bailado con la noticia- Pero está en un mejor lugar, suspiro.
-Cualquier lugar lejos de Florentino es un buen lugar- responde Terrence llegando por mi espalda, insistió para que dejara de llamarlo “barón” y aquí estoy haciendo el intento.
Pov. Elena
Hace un par de años, cuando mi abuela vivía aún, una chica llamada Amelia llegó a nuestro convento, decía que estaba esperando a Oliver, su esposo que había salido de viaje, al no tener dónde quedarse decidió unirse al convento hasta la llegada de su marido. Sesenta años han pasado y nunca llegó ninguna señal de él, ella insiste que está vivo pero todo muestra lo contrario.
-Señora Amelia, debería ir a descansar, ha estado en esta montaña mucho tiempo hoy- susurro para ayudarla a levantarse.