Maravilloso Desastre.

Culicagado.

-Mami, ¿Qué es lo que haces con papi? ¿Por qué juntan sus labiecitos?- preguntó un pequeño de tan solo seis años después de destapar sus ojitos evitando ver la escena de sus padres compartiendo un beso.

-Se llama Besar, amor, y lo haces con las personas que quieres mucho, mucho- dijo sonriente mientras cargaba a su hijo y dejaba un beso en su mejilla.

-Oh, ¿Entonces yo puedo besar a Ethan?- La madre se ahogó con su propia saliva y soltó abruptamente al niño.

-¡No! Eso es asqueroso, no puedes hacerlo- El niño no entendía, si él quería a su amiguito porqué no podía besarlo.

Andy se levantó respirando entre cortado, su mano apretó con fuerza la camisa en la zona del pecho, ¿Por qué su pecho dolía tanto?

Aquello había pasado hace muchos años, pero su conciencia le recordaba al chico de cabellos oscuros, lo extrañaba..

Se odiaba tanto por haber compartido aquel tierno beso con el otro.

Miró alarma de su teléfono, eran solamente las seis de mañana, quería dormir un poco más, por lo que abrazó su cobija de tigre e intentó seguir durmiendo.

- Andrés Felipe Hernández, más te vale que te despiertes si no quieres que vaya yo y te saque de la cama- escuchó gritar del otro lado a su mamá.

-Cansona- Murmuró por lo bajo, la puerta fue abierta por su madre, quién tenía una chancleta en su mano derecha y lo miraba amenazante.

-¿Cómo me dijiste, culicagado?- Andy se levantó de la cama y corrió hacía la cocina en dónde estaba su hermana menor, dejó un pequeño beso en la frente de su abuela quien tomaba café mientras leía el periódico y jaló despacio los cabellos de su hermana.

-Rosa, hoy voy a salir, tengo una fiesta- su madre lo miró por unos segundos.

-Respetame, yo soy su mamá, no cualquier amigo, ¿A qué hora llega?- Andy alzó los hombros sin interés, no lo sabía y lo más posible es que esa misma noche no llegara.

-No lo sé, seguramente me quedaré allá hasta mañana- Rosa asintió, mientras le pasaba unos tomates a su hijo para que ayudara con la preparación de la comida.

- Hablé con Rosalba- ¿Pueden notar incluso el parecido en sus nombres? Mi abuela era mejor amiga de la abuela de Rosalba, y Rosa (mi mami) y Rosalba también son amigas, y Ethan, el hijo de Rosalba y yo también éramos mejores amigos, sí, éramos, hasta que pasó eso..

Fuí sacado de mis pensamientos con un fuerte golpe, mi mamá me había golpeado con esa chancleta del demonio.

-¿Por qué me pega?- pregunté mientras sobabq el lugar de impacto.

-Te estoy diciendo que Rosita viene otra vez- sentí como mis piernas perdían estabilidad de solo pensar en que él volvería.

-¿Cómo?- pregunté, de repente me había interesado un poco más la vids de mi madre.

-Si, cómo que eso del frío no es lo suyo, además, discutió con su esposo- adopté mi modo comadre y me senté un momento en la silla de madera, mi abuela me pasó un pocillo con tinto y tomé tranquilamente mientras oía a mi madre hablar, Ella cocinaba, ¿Qué cocinaba? No lo sé, pero se veía delicioso.

-Anda mami, ¿y eso?-No me culpen, amo el chisme, y más cuando cierto chico está involucrado, quería preguntarle directamente si él iba a volver, pero no quería ser imprudente.

-Lastima que Ethan no va a venir, ¿Lo recuerdas? Ustedes eran grandes amigos, ya está grande, seguro tiene una linda novia, él era muy atractivo- Mentiría si dijera que la esperanza de que él volviera vivía en mi, vivía, porque mi señora madre acaba de apagarla.

Sé que está vuelto un bombón, lo sigo en Instagram sin que él sepa, duro horas viendo sus perfectas fotos.

¿Puedo llorar? Justo ahora me siento como un tonto por ese estúpido pensamiento, está mal, cálmate Andrés, calma.

-Oh, no, no lo recuerdo- mentiroso, mentiroso, mentira Dios, e' una mentira piadosa, tú sabes, usted, perdón.

-Oh- Asintió y sacudió sus manos llenas de harina, me miró y posteriormente abrió su boca para hablar, pero al parecer se arrepintió pues la cerro casi de inmediato.

Nos quedamos en silencio por unos minutos y la ansiedad pudo conmigo así que solté un comentario.

-ama, no tengo plata.

-Mira, culicagado, ¿Me crees un banco? Descaro, tras de pedirme permiso, me pides plata- exclamó la dulce Rosa.

Me quedé en silencio mientras ella seguía diciendo unas cuantas groserías más, de estar en televisión aquel sonido estresante para censurar ya me abría dejado sordo.

-Pero está bien, coge en la billetera, muévete, y ponte a hacer aseo- asentí y dejé un beso en su mejilla para después desaparecer por las escaleras corriendo.

¡Yes! Hoy hay fiestuqui.

Aunque, de saber todo lo que iba a ocurrir en esa fiesta, habría preferido evitar ir.

¿En qué carajos me metí?




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