Maravilloso Desastre.

Hogar dulce hogar.

Hogar dulce hogar, exactamente, había vuelto a mi casa, a ese hogar de madre, en donde uno es feliz.

-ANDRÉS, ¡POR DIOS!- gritó mi madre cuando entré a la casa, saqué mi teléfono de mi bolsillo trasero, joder, tenía 25 llamadas perdidas de mi mamá.

-Lo siento, Mami- Rosa no me dejó terminar y se abalanzó hacía mi, llenó de besos toda mi cara y yo reí bajito.

pero, ¿Qué mierda? ¿Me pegó? Yo tampoco entendí, tipo, me dió besos y después me dió cule de golpe en la cabeza.

Isabella, Isabella, ya me pegó su quisque "Cule" mi preciosa amiga era de Cartagena, una ciudad costera de Colombia, por el contrario de mi, un chico de la capital, Bogotá.

-Comportate, Rosa- gritó mi abuela y lo agradecí, de seguir recibiendo sus golpes se iba a hundir mi cabecita.

-Andrés, tenemos visita- las manos de mi palma sudaron, de repente hacia mucho calor, pasé mi manga por mi cara, dios, ¿Por qué de repente estaba tan nervioso?

-¡Andrecito! Que grande estás- del interior de mi casa salió la señora Rosalba, no supe que responder, mi lengua pareció dejar de funcionar al igual que todo mi sistema nervioso, solo estaba sudando como pollo asado.

- está todo flacucho, ¿No ves?- habló mi mamá, y hubiera deseado que no lo hubiese hecho, aquello me causaba tanta inseguridad, me hacía sentir tan mal, mi cuerpo no era uno de mis mayores atractivos, algo flaco, sin músculo, y sin este atractivo que mi madre siempre dice que no tengo.

-Nah, yo lo veo precioso- Rosa chistó en desacuerdo, Rosalba me abrazó y por un momento tuve ganas de llorar.

-Rosalba, ¿Y Ethan?- solté en un movimiento brusco a la madre del susodicho, fue un movimiento obvio y ambas me miraron con los ojos abiertos, me disculpé en voz baja e iba a hablar, pero mis palabras se quedaron sin ser pronunciadas.

Ahí estaba Ethan, con apariencia de Bad boy, me recordaba a una telenovela que veía de pequeño, pasión de gavilanes, aaaaa, ellos fueron mi segundo crush, se preguntarán quién fue el primero, y si, fue Ethan, de pronunciar su nombre sentía mariposas en el estómago, o solamente la empanada de pollo me había caído mal.
Y creo que fue la segunda, pues al verlo más de cerca, sentí un gran apretón en mi barriga, ¿Será este el fin de Peter Parker?

-Hola, ma- un frío recorrió mi espalda con sus palabras, solo esa pronunciación de su mal español me hicieron temblar de sobre manera, él ni siquiera había dirigido su mirada hacia mí y yo ya estaba completamente nervioso.

Señor, siento que se me va a salir un peo para matar la tensión en el ambiente.

-Ethan, recuerdas a Andy?- los penetrantes ojos oscuros del chico se posaron en el menor, de repente, sus 1,60 se sentían aún más pequeño, nunca me había acomplejado de mi estatura, era un pitufo y me sentía bien con ello, aunque ahora, un poco más de altura tal vez me daría un poco más de.. no sé.. ¿Seguridad?

Las piernitas me temblaban ni la gelatina que dejé caer la semana pasada.

-Oh, sí, lo recuerdo un poco, aunque ha cambiado bastante- señor, el que él haya visto mi infancia me daba ansiedad.

- Oh, extrañamente me resultas familiar, pero no lo sé - Dije, su rostro adoptó una muñeca y me miró fijamente, Dios mío, me estoy meando y no de la risa.

- Claro - alzó los hombros en indiferente.

-Bueno, lo que somos Rosalba y yo, vamos a salir, no nos esperen, tenemos años de actualización- Rodé los ojos, hacen videollamadas todo el día a toda hora, y se la pasan incluso hablando mal de mi, yo veo, yo oigo.

Por otro lado, no sé si estar solo con Ethan me alegraba o me atormentaba.

Estaba en mi cuarto, mirando fijamente la puerta, después de que fuéramos abandonados a nuestra suerte hice lo que cualquiera hubiera hecho, salir corriendo y esconderme en mi cuarto, si señor.

Sentí unos toques en mi puerta, y pronto el sonido de la puerta abriéndose, quise correr a ponerle seguro, sin embargo, ya era tarde, él había entrado, me estaba mirando fijamente y mordía su labio con nerviosismo.




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