Maravilloso Desastre.

PLAN A

Plan A, sale mal, demasiado mal, ¿Dónde quedaba el esconderse? ¿Por qué ahora me encontraba con el Ruso en un centro comercial comiendo helado?

No lo sé, y está claro que ustedes tampoco, por lo que les contaré cómo llegamos a este encuentro.

Todo se posiciona unos minutos después de la pena pasada cuando me caí a sus pies, y no en la buena forma.

Voltee mis ojos cuando el idiota soltó una carcajada, y con mis mejillas sonrojadas caminé hacía las escaleras, no quería perder la poquita dignidad que me quedaba.

Sin embargo, una mano impidió mi huida, el chico había frenado mis pasos al jalarme del brazo y aquello hizo que todo mi cuerpo temblara y por ende, mi equilibrio se perdiera.

Ahogué un grito y cerré los ojos esperando el impacto del piso, pero, por sorpresa, nunca llegó aquel golpe, los brazos de Ethan me sostuvieron.

Nuestros ojos conectaron y olvidé toda mi rabia, sus ojos eran tan hermosos, su ceño fruncido, todo en él era tan precioso, tenía que alejarme de él, pero por más que lo intentaba, siempre terminaba mucho más unido a él.

—Salgamos— soltó sin más, así como lo ven, yo también lo procese por diez minutos.

—¿Qué?— Fue lo único que mi mente puedo soltar en un susurro casi imperceptible.

—Si, ya sabes cómo amigos— ¿Oyen eso? Es mi corazón rompiéndose otra vez, estúpido Ruso.

—Oh, no puedo, estoy ocupado— recordé nuestra posición y me alejé de él y su tentadores atractivos.

—¿Ocupado en qué?— Exactamente, no supe que responder.

Ruso 2 - Andy 1.

—No conozco a nadie, y quiero salir contigo, por favor— sus ojos, esos ojos me hicieron caer y caer en la tentación, lo siento Diosito, pero mi dignidad puede esperar.

—Esta bien, pero tú pagas— el me dió una sonrisa dónde mostraba sus perfectos dientes, Dios, hasta debe cagar perfecto.

—Espéreme tres segundos— claramente esos tres segundos se convirtieron en una hora y media, tenía que saber que ponerme. 
Al final opté por unos jeans con un roto y un suéter más grande que yo, algo abrigado para este frío tortuoso de Bogotá.

—Apúrate— Gritó detrás de la puerta Ethan con su voz rasposa e hipnotizante.

—Ya salí— Él me miró de pies a cabeza y quise correr al cuarto y encerrarme, ¿Acaso me venía muy mal?

—Te ves muy mhm, ¿Cute?— Habló el chico con un acento extraño, sin embargo, tenía una duda más grande que yo, ¿Cute? ¿Eso qué es? no me juzguen, odiaba inglés y se me dificultaba como el putas ese idioma, solo sabía decir “Fuck”

—Bueno, vámonos— cambié rápidamente de tema y cogí su mano para apurarnos, al bajar las escaleras él apartó nuestra unión, quedé mirando su mano por unos segundos.

Joder, no sé porqué el gesto me hizo sentir tan mal.

Tomamos un taxi por pedido del niño con dinero, de ser por mí hubiéramos tomado el bus, es mucho más económico, aunque por otra parte lo pagó él, así que mi bolsillo no lloraba.

Decidimos ir a un centro comercial, pues que era lo más cercano y tenía una mejor variedad para disfrutar.

—¿Dónde quieres ir?— me preguntó mientras rascaba su nuca, y un tierno sonrojo adornaba su rostro, tal vez era el frío de la ciudad.

—No lo sé, tú eras el que quería venir— Alcé mis hombros con indiferencia, mientras miraba con deseo la gran imagen publicitaria de un puesto de helado, joder, ese arequipe se veía tan bueno.

—uhm, quiero ir a ese lugar— lo miré y señaló el puesto que yo estaba viendo, hice un bailecito interno, iba a poder probar aquella delicia.

Hicimos la pequeña fila, me daba un poco de ansiedad toda la gente acumulada esperando por su helado, no obstante, sabía que valía la pena, todo por saborearlo.

Fuí sacando el dinero de mi billetera y ¡MI BILLETERA! Santo padre, revisé mis bolsillos traseros y tampoco estaba ahí, solo estaba la posibilidad de que la hubiera dejado y en el peor de los casos, que en el trascurso de la salida me la hubieran robado.

—¿Todo bien?— preguntó Ethan y yo puse sentir mi ojo aguadito, realmente deseaba ese helado.

—Dejé mi billetera, sin embargo, pueda bien usted comprar su helado— si pudieran oírme, les dolería el tono de mi voz, mi decepción.

—Puedes comprarlo, yo lo pago— me iba a quejar, pero no me dejó hablar, o bueno, yo no lo dejé terminar por lo que siguió hablando.

—Me los devuelves al regresar, ¿Te parece?— asentí con alegría, ¿Y si me caso con él? Dios, es el amor de mi vida, no tengo pruebas, pero tampoco dudas.

Pedimos nuestros respectivos helados, el pidió chocolate amargo, ¿A qué le gusta el helado de chocolate amargo? Tipo, es amargo, iugh.

Mientras yo pedí la preciosidad de un helado de arequipe, Dioss, sabía cómo los dioses. 
¿Así se siente el cielo? manjar de los dioses, ya me enamoré.

—¿Te gusta?— me sonrojé un poco por su mirada, tenía cierto brillo y picardía, casi se me va el helado por el camino viejo, pero solo asentí.

—Se nota— se levantó de su asiento y pasó su dedo pulgar por la comisura de mi labio.

SEÑOR PADRE CELESTIAL, ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?

—Tienes una mancha ahí— llevó su dedo a su boca y saboreo el helado mientras yo solo moría de vergüenza, mis mejillas estaban a punto de explotar.

Soltó una carcajada y volvió a su asiento, yo seguía procesando todo, padre santo, ¿Me haz mirando a los ojos?

—Gracias— mi voz salió en un hilo y de repente aquel helado no era tan tentador como sus labios rosados.

Espera Andrés, ¿Qué estás pensando, por Dios?

¿Por qué piensas en sus labios?

Dios no, ¿y ahora por qué imagino que lo beso?

Comenzaba a tener una crisis interna mientras mi helado se deterria, mientras que todos estaban en su mundo, mientras que Ethan comía despreocupado su helado.

Comencé a tener un gran pánico dentro de mí, y aquel lugar ya no se sentía tan cómodo.

—Tengo que irme— me levanté de prisa, sin esperar siquiera que él contestara, quería llegar a casa.

 




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