Marca de Traición (saga Corona de la Reina 1)

VI

Las horas pasaron y Asena iba por  su quinta cerveza de la noche, comenzaba a sentirse alegr e y atontada al igual que Dorian, la noche empezó tranquila, pasearon por el carnaval, Dorian le compró un par de adorno y ella le regaló una borla para su espada pero luego vieron un bar donde ofrecían tragos gratis a parejas recién casadas así que Dorian se quitó uno de los números anillos que llevaba y se lo puso a Asena y entraron a la cantina anunciando su matrimonio. 

Rudolfina y Plutarco se casaron esa noche y bebieron hasta reírse por todo, en algún momento Dorian desapareció de su vista y ella, aprovechando la música, se trepó a una de las mesas comenzando a bailar al ritmo de las panderetas, Dorian la veía a los lejos como reía, la misma sonrisa que recordaba, con los dientes completo y aquellos oyuelos en sus mejillas , comenzó a gritar con jolgorio animando su baile pero solo consiguió distraerla haciendo que resbalarse de la mesa pero uno de los hombre que la observaban la sostuvo.

— Cuidado sirena, no queremos que nada te pase — se burló el hombre mientras ,descaradamente, apretaba su cintura 

— si no me suelta en este instante será a usted a quien le pase algo — gruñó Asena

— uy pero mira que tenemos aquí, una fiera  — se burló en alto

Asena intentó alejarce pero aquel gorila la sujetaba tan fuerte que le era imposible. Dorian veía todo a lo lejos y sentía como aquel instinto asesino salía a flote pero no iba a hacer nada mfrente de Asena. 

— Oh vamos muñeca — le hombre la bajó de la mesa pegandola a su cuerpo —no eh visto una mujer en cuatro meses, compláceme ¿Quieres? — 

¡Al díablo con su auto controlar! Dorian, ma saqué enojado, se acercó al hombre o con espada en mano y la colocó en su cuello.

— le ruego suelte A MI mujer — dijo con la mandíbula apretada 

— ¿Tienes idea de quién soy yo? Capitán de flota del ejército, largo de aquí maldito pueblerino — 

El hombre ignoró a Dorian y se acercó más , si es que era posible, a Asena quien buscaba ayuda en los ojos de Dorian pero este parecía ido observando como aquel grotesco marinero frotaba su rostro contra el cuello de ella pero entonces Asena lo vio, los ojos de Dorian se oscurecieron aún más y sonrisa se volvió macabra. 

En un movimiento ágil tomó a aquel hombre alejándolo de Asena para luego golpearlo en las costillas, cabeza y rostro repetidamente, cuando lo considero lo suficientemente herido se acercó a su oído y dijo 

— esa joya es la mujer de Aloïs Fenrys — el hombre tembló ante el nombre — Mi mujer y solo yo la puedo tocar — 

Asena no escucho nada de lo que dijo pero estaba segura que fue lo suficientemente intimidante como para que aquel bastardo saliera corriendo de la taberna. 

Dorian aún tenía rastros de sangre en sus nudillo y las personas no le quitaban la mirada de encima pero poco le importó, tomó a Asena de la mano y la sacó fuera de ella taberna. 

— sube al caballo — ordenó — ahora — 

Asena debía de sentir miedo del cambio de actitud de Dorian pero no podía, simplemente el miedo no llegaban a ella así que se subió al caballo sin rechistar seguida por Dorian pero en cuanto el caballo había avanzado un poco el cantinero salió de la taberna gritando y Dorian s echó a reír . 

— ¿Que sucede? — pregunto Asena 

— Digamos que olvide pagar la cuenta y acabo de golpear a un capitan — se burló

Asena se echó a reír , hace menos de cinco minutos Dorian estaba enojado y eufórico pero ahora se estaba escapando con ella de un cantinero furioso y un capitan con el orgullo y nariz herido, era una auténtica chiquillada y era lo que ella necesitaba, estaba a un día de dejar de ser una joven libre para convertirse en una mujer comprometida, le queda solo una noche de libertad y la aprovecharía al máximo. Tomó las riendas del caballo y lo detuvo de golpe desconcertando a Dorian, giró su torso hacia el hasta termo cara a cara y colocó una mano en su nuca. 

— No quiero — el corazón le palpitaba  a mil — No quiero ser tu arrepentímiento, ni que tú seas el mío — 

Y con esas palabras lo besó, era un beso rudo, con choque de sientas y labios mordidos, con los dedos de ambos enredándose en su cabellos y las manos de Doraina aferrándose a la cintura de Asena. Dorian era menta y tierra mojada, Asena era rosas y cenizas , una combinación extraña pero increíble en los labios del otro. Dorian sintió su mundo venirse abajo y Asena sentía una sensación de euforia en el alma como si su cuerpo hubera esperado por aquel desconocido toda su vida como si los dios lo hubieran creado para y por ella.

— quedaré conmigo lo que reste de la noche — pidió el 

— No me sueltes y me quedaré a tu lado— respondió cerca de su labios.

Pasaron varias horas y la feria llegaba a su fin, los amantes de carnaval habían repartido otras cuatro tabernas más y bebiendo hasta el agua de los jarrones. Asena se sentía libre esa noche, con el rostro pegado a la espalda de Dorian relataba en palabras arrastradas sus aventuras nocturnas,  había bailado sobre una mesa, había  bebido gratis y disfruto la noche entera de la mano de un bello hombre. 

 — ¿ Por que soy yo Rudolfina? — se quejó con voz ebria

— ¿Me ves con cara de rudolfina? —bromeó  — además mi nombre esta mejor  que el tuyo —

— Lo que  digas Plutarco  — se alejó  un poco de el — ¿ Por Qué  no me quieres decir tu otro nombre ? — indagó 

— Por que cuando lo haga todo cambiará  — acaricio sus delicadas manos que estaban enredadas en su cintura— Quisiera que esta noche durara para siempre — se sinceró

— Yo tambien — dejo un beso en el cuello de Dorian  — Tenías  razón, ese imbécil se lo pierde  — 

Veinte minutos después llegaron al castillo y Dorian aceleró el galopar del caballo como un último recuerdo divertido de la noche, nos comenzaron a reír en la entrada de palacio, aún montados sobre el animal con Asena negándose a soltarlo y Dorian acariciando sus manos. Pero el tenia que dejarla ir, si quería concervarla por siempre debía dejarla ir esa noche. 




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