Marcada por la sangre (parte 1)

Capítulo 3

Me quedo y ayudo a Pavel


El hombre rubio es un muro de casi dos metros de altura de pura roca. 

—General, me estás fastidiando —gruñe el monstruo corriendo hacia nosotros con furia. 

—Ese es parte de mi cometido —contesta el aludido en el momento en que desenfunda una espada y la hace chocar con la de su adversario.

La espada de la criatura rasga la piel de Pavel, quemándola y debilitándolo. La rodilla del general toca el asfalto y el tal Mijaíl aprovecha la ocasión para acercarse a mí. 

—Al parecer, nuestro rey estuvo ocupado antes de heredar el trono —comenta el monstruo caminando hacia mí con una sonrisa maquiavélica en su asqueroso rostro.

Camino hacia atrás con miedo, intentando poner alguna distancia entre él y yo. 

—¿Qué quieres de mí? —le pregunto con la voz apagada.

—Tu sangre. Me es muy valiosa. 

—¿Por qué?

Una escalofriante sonrisa se dibuja en la boca de la criatura y, en menos de una milésima de segundo, Mijaíl llega hasta mí, me agarra del cuello y se dispone a clavar sus colmillos en mi cuello cuando alzo la mano y hago que una farola caiga encima de su cabeza.

Me alejo para volver a atacar si es necesario y veo por el rabillo del ojo que Pavel se acerca con la respiración entrecortada y las fuerzas casi mermadas. 

—Agárrate a mí —murmura intentando que sus ojos se mantengan abiertos.

Estoy pensando en si debo confiar en él cuando siento la mano de la criatura alrededor de mi cuello, apretando con fuerza. Su boca se abre dejando ver sus letales colmillos y siento su fétido aliento en mi rostro. 

El general se abalanza sobre el enemigo y le rasga el brazo con la espada. 

—Esto no acaba aquí, perro sarnoso —susurra la criatura ocultando la herida de su brazo con la mano para marcharse un segundo después.

El hombre rubio hinca la rodilla en el asfalto con una mueca de dolor y se lleva la mano al costado derecho de donde la sangre roja sale lentamente. 

—Súbete a mí —me pide casi sin fuerzas. 

«¿Qué debería hacer?»

1. Ni hablar, no confío en él.

2. Lo ignoro e intento ayudarlo con la herida.




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