Ni hablar, no confío en él
—No iré a ningún lado contigo. Te llevaré al hospital para que te curen esa herida, pero eso es todo. ¿Lo tomas o lo dejas? —le digo poniendo rumbo hacia mi coche.
Levanto la pierna para montarme en el vehículo cuando siento que vuelo hasta los brazos del herido y éste corre a gran velocidad.
Intento zafarme del agarre, pero es fuerte y no me da ninguna oportunidad para protestar como es debido.
El hombre salta de risco en risco hasta llegar a una cueva en lo más alto de la montaña, hinca la rodilla en el suelo y me deja sentada delante de él. Su respiración está entrecortada y sus fuerzas casi mermadas por todo el esfuerzo de la carrera.
Intento sujetarlo con fuerza, pero el cuerpo inmóvil de este espécimen pesa demasiado.
—¿Qué puedo hacer? —le pregunto asustada.
El chico balbucea algo, pero no logro entenderlo con claridad.
«¿Qué debería hacer?»
1. Hacer lo que creo más conveniente.
2. Volver a preguntar para ver si escucho mejor la respuesta.