Marcada por la sangre (parte 1)

Capítulo 10

—Mi nuevo guardaespaldas. Mamá, me mentiste. No está muerto —la acuso sentada en el sofá, a su lado. 

—¿Quién, cielo?

—Mi padre. Mi padre biológico —apunto antes de que me replique o cambie de tema.

—¿Por qué dices eso? 

—Mamá, necesito que me cuentes la verdad. 

—Es posible que me tomes por loca si lo hago.

—Te aseguro que no lo haré —le agarro las manos con fuerza para darle mi apoyo.

—Mis amigas me organizaron una fiesta cuando me ascendieron. Salimos tarde del restaurante. Había bebido bastante y estaba sola en la calle, caminando con dificultad hacia mi casa. De repente, una criatura que no había visto nunca, apareció delante de mí. Intenté correr, pero mis sentidos no estaban en muy buenas condiciones. Cerré los ojos para esperar el golpe final que, inesperadamente, nunca llegó. Un hombre se interpuso entre la criatura y yo, derrotándolo en un par de minutos. Me ayudó a llegar a casa sana y salva y, como agradecimiento, lo invité a cenar. Charlamos y la noche terminó como con cualquier otra pareja. Durante dos meses estuvimos juntos todas las noches, divirtiéndonos, hasta que lo llamaron. Pensé que sería del trabajo, pero era mucho más que eso. Su padre había sido derrotado y debía tomar posesión del trono como rey de los… 

—Vampiros —termino por ella. 

—Sabía que con ese cargo en su poder no podía estar con nosotras. Nos pondría en peligro y eso era lo último que quería. Nos dejó ir, mas nos cuidaba entre las sombras —las lágrimas brotan de los ojos de mi madre y yo tampoco puedo evitarlo. 

—¿Por qué no me lo contaste antes? —la interrogo tragando la congoja de mi garganta. 

—Porque tenía miedo de que se lo contaras a alguien y te creyeran una loca. Se supone que los vampiros están extintos. Mis padres casi me internan en un psiquiátrico por contar la verdad. Tenía que protegerte. 

—Mamá, te quiero mucho —la abrazo con fuerza dejando que las lágrimas resbalen por mis mejillas. 

—Cielo, ¿a qué viene tanta curiosidad sobre tu padre? —quiere saber mi progenitora. Sus ojos celestes se clavan en el rostro pétreo de Pavel y parece comprenderlo—. No es tu guardaespaldas, ¿cierto? 

Niego con la cabeza y me pide explicaciones con su ceño fruncido. Le cuento todo lo que me ha pasado en solo una noche y su boca se abre por la sorpresa y la preocupación. 

—Esta es la razón por la que tu padre nos alejó de él. Parece que su secreto ha salido a la luz después de tantos años. 

—Tenemos que volver ya —anuncia el hombre al levantarse del sillón. 

—Ve con él y, por favor, hazle caso —me advierte mi progenitora sabiendo que puedo llegar a ser muy desobediente.

—Lo intentaré —contesto dejando un beso en su mejilla para encaminarme hacia la salida después. 

—¿Prefieres que te lleve o podrás seguir mi ritmo? —me pregunta el chico en el portal del edificio.

 




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