Marcada por la sangre (parte 1)

Capítulo 34

Estoy cansada, tal vez mañana

 

—¿Te importa si lo dejamos para mañana? Estoy cansada y solo quiero tomar una ducha antes de cenar y dormir —contesto dejando que él me quite los guantes por fin. 

—No te preocupes. Pueden esperar para conocerte.

Le dedico una sonrisa de agradecimiento, cojo los zapatos que he dejado fuera de las colchonetas y subo las escaleras hasta mi habitación. 

Entro en el baño anexo y me miro la marca de nacimiento en el espejo del lavabo. Me palpita, arde y duele a partes iguales. ¿Por qué no me dice el nombre de mi pareja destino y se deja de tanta tontería? 

No me gusta ser una ignorante y, mucho menos, en mi propio futuro. No es que crea mucho en el destino que cada uno, supuestamente, tiene escrito en las estrellas, pero ya podrían dar alguna pista al respecto para estar prevenida de lo que se nos viene encima. 

Me meto bajo el agua de la ducha y dejo que recorra cada centímetro de mi piel para deshacerme del sabor amargo que se me ha quedado en el cuerpo y, sobre todo, en mi boca.

«Víktor, deberíamos hablar», pienso para que le llegue al aludido mientras me seco con la toalla. 

Espero alguna respuesta por su parte, pero ni siquiera noto el cosquilleo que me produce al entrar en mi cabeza. 

Me visto con unos pantalones vaqueros y un jersey, bajo a la cocina para cenar algo y veo a mi padre tumbado en el sofá.

—Papá, ¿quieres un poco de tortilla conmigo? —le pregunto dejando el plato en la mesa del comedor. 

No recibo ninguna contestación por su parte y suspiro cansada. «Todos me van a ignorar hoy?», me pregunto al acercarme a él para despertarlo. 

Siento que está ardiendo en fiebre y retiro la mano temiendo que me queme. «Víktor, mi padre tiene mucha fiebre y no despierta», le digo con preocupación y urgencia en la voz.

No pasan ni cinco segundos cuando el general entra en la casa acompañado de Tiana, otra de las generales del rey. Ambos se acercan a mi progenitor y la chica apoya sus manos en el pecho de mi padre dejando salir una luz blanca que se mete en el interior del cuerpo masculino. 

—¿Cuánto tiempo lleva así? —quiere saber la chica empleando toda su energía en hacer que el rey recupere la consciencia. 

—No lo sé. He estado entrenando junto a Pavel hasta hace unos cuarenta y cinco minutos. Me he duchado y he bajado para cenar algo antes de ir a dormir. Le he preguntado si quería comer, no me ha contestado y me he acercado para llamarlo —le explico preocupada. 

—Será mejor que lo lleve a su habitación para que descanse —informa el general cogiendo a mi padre en brazos para subir la escalera. 

Subo detrás de ellos, lo observo mientras lo deja tumbado en el colchón y me aleja de la estancia para dejar a la vampiresa a solas con él. 

—No te preocupes, Tiana tiene el don de la sanación. Lo curará y se pondrá bien en cuanto descanse toda la noche —me dice Víktor bajando las escaleras a mi lado. 

Asiento con la cabeza, un poco menos preocupada por mi padre, me siento en la mesa del comedor para comer la tortilla que me he hecho, aunque no con muchas ganas. 

—Víktor… —lo llamo para captar su atención—. ¿Por qué…?

—No quiero hablar de eso ahora —me interrumpe caminando hacia los ventanales para observar el exterior con detenimiento. 

«En algún momento tendremos que tener esta charla, pero ¿es el mejor momento?»

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.