Marcado por el Instinto: Celo, Sangre y Deseo

Capítulo 3: El beso que no debí permitir

La puerta del auto se cerró con un clic opresivo.

Eren no supo cómo había llegado allí. Solo recordaba el hormigueo insoportable recorriéndole la columna, el calor quemándole la entrepierna, y las manos de Levi rodeando su cuerpo como si fuera algo frágil que pudiera romperse si no lo sostenía bien.

Lo odiaba.

Odiaba cómo lo había cargado en brazos como si no pesara nada, como si fuera suyo. Como si tuviera algún derecho.

—¿Estás mejor? —preguntó Levi con voz baja, mientras se sentaba a su lado en el sofá del apartamento.

Eren desvió la mirada. No respondió.

Estaba avergonzado. Vulnerable. El olor de su propio celo impregnaba la sala, a pesar de que había intentado contenerse, respirar hondo, morderse la lengua hasta sangrar para no gemir como una puta en celo.

Pero su cuerpo tenía otros planes.

Levi no se movía. No se acercaba. Solo lo miraba. Ese maldito alfa de ojos grises lo observaba como si pudiera verlo todo, incluso lo que Eren se esforzaba por esconder bajo su orgullo: el temblor de sus dedos, la piel erizada, la forma en que sus muslos se apretaban.

—¿Quieres que llame a alguien más? —ofreció—. A Armin, o a Mikasa. No tengo intención de marcarte. Solo estoy esperando a que baje tu temperatura.

Eren apretó los dientes.

—¿Por qué estás tan tranquilo? —espetó—. No deberías estarlo. Estoy en celo. Soy un omega, ¿lo olvidaste?

Levi lo miró con calma.

—No lo he olvidado. Pero no soy como los demás. Yo no te toco si no lo pides.

Eren sintió una punzada aguda, justo en el centro del pecho. No quería pedirlo. No debía. Porque sabía que si lo hacía... no habría vuelta atrás.

—¿Y si lo hiciera? —susurró, mirándolo de reojo—. ¿Qué harías si yo te dijera que...?

Se detuvo. El aire entre ellos era como electricidad estática. Las feromonas crepitaban, se mezclaban, buscaban unión.

—¿Quieres probarme, Eren? —Levi se acercó apenas un centímetro—. ¿Quieres ver hasta dónde aguanto?

El corazón de Eren latía tan fuerte que podía oírlo en sus oídos. Tenía la garganta seca, los labios entreabiertos.

Y entonces, sin pensarlo, lo hizo.

Se inclinó. Solo un poco.

Solo lo suficiente.

Y sus labios rozaron los de Levi.

Fue un beso torpe, breve, más desesperación que deseo. Pero en cuanto lo hizo, Eren se dio cuenta de su error. Su gran, jodido error.

Se separó de golpe, como si se hubiera quemado.

—No debí... —jadeó—. No debí hacerlo.

Se levantó de un salto, tambaleándose, el rostro ardiéndole.

Levi no se movió. Seguía sentado, los labios apenas húmedos por el roce.

—¿Por qué lo hiciste, entonces? —preguntó, con esa voz tranquila que lo sacaba de quicio—. ¿Fue curiosidad? ¿Instinto? ¿O necesidad?

Eren se giró, furioso.

—¡No fue nada!

Pero Levi se puso de pie.

Y en un parpadeo, ya lo tenía frente a él, tan cerca que Eren sintió su aliento.

—¿Entonces por qué tiemblas?

Eren cerró los ojos. Porque era cierto. Estaba temblando. Su cuerpo ya no le respondía. Y si Levi lo besaba de verdad esta vez, si lo tomaba en serio...

...no podría detenerse.

—Vete —murmuró, con la voz quebrada—. Vete antes de que haga algo peor.

Pero Levi no se fue.

Solo apoyó la frente contra la suya.

—No me iré —susurró—. No mientras estés así. No mientras no sepas lo que en verdad quieres.

Y Eren, aún con los ojos cerrados, sintió que el abismo se abría bajo sus pies.

Ya no sabía si lo odiaba... o si lo deseaba con cada célula de su cuerpo.

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Esto apenas comienza.......
Gracias por leer ¡Nos vemos en el próximo!
Att Luckas 💜




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