Marcado por el Instinto: Celo, Sangre y Deseo

Capítulo 4: Feromonas en la biblioteca

El día siguiente amaneció gris. La lluvia apenas era una llovizna fina, pero constante. Eren no había dormido. No por completo. Su cuerpo seguía caliente, a pesar del baño helado que se dio a las cuatro de la mañana y de las mantas que arrojó al suelo presa de la desesperación.

El beso seguía ahí. En su boca. En su memoria.

"No debí hacerlo", pensaba, una y otra vez. Pero ya era tarde. Su orgullo estaba hecho trizas, y lo peor era que Levi no había hecho nada al respecto. Nada más que quedarse. Sin tocarlo. Sin decirle si lo quería o no.

Y eso, de algún modo, lo había trastornado más que cualquier otra cosa.

—Deja de oler así —le susurró Armin, mientras caminaban juntos por los pasillos de la Universidad, rumbo a la biblioteca—. Eren, lo juro... hueles como si te hubieran dejado a medias.

Eren se puso rígido.

—¡No me dejaron nada! —respondió de inmediato, casi con furia—. No pasó nada.

Armin lo miró de reojo, con esa paciencia que solo él tenía.

—No soy idiota. Te conozco. Estás confundido. Y en celo.

—¡Se me va a pasar! —gruñó Eren.

Pero no era cierto.

En cuanto cruzó las puertas de la biblioteca, el olor a papel viejo, polvo y café se mezcló con otro más fuerte y punzante: un aroma alfa, tan conocido que hizo que su estómago se retorciera.

Levi.

Estaba ahí.

Eren lo vio de espaldas, junto a la estantería de filosofía antigua, revisando un libro con expresión aburrida. Como si su sola presencia no lo estuviera destruyendo por dentro.

—Me largo —susurró Eren, dándose media vuelta.

Pero Armin lo detuvo.

—No puedes huir cada vez que lo ves.

—¿Ah, no? Mira cómo lo hago.

Intentó rodearlo, pero justo en ese momento Levi levantó la mirada. Y sus ojos se encontraron.

La reacción fue inmediata.

Las feromonas de Eren explotaron en el aire, como si su cuerpo lo traicionara sin permiso. El olor a omega en celo se volvió denso, dulce, casi embriagador. Algunas cabezas se giraron. Un par de alfas que estaban en la sala alzaron la mirada de sus libros, los ojos brillando con un fulgor inquietante.

—Mierda... —murmuró Armin—. Eren, tienes que controlarte. ¡Ya!

Pero Eren no podía. Estaba atrapado en ese instante, con Levi avanzando lentamente hacia él, con ese paso felino, silencioso, como si no hubiera prisa, como si todo estuviera bajo su control.

—Estás empeorando —dijo Levi al llegar frente a él—. ¿Por qué no me llamaste?

—Porque... —Eren tragó saliva, temblando—. Porque no quería verte.

Levi lo observó en silencio. Y luego, sin previo aviso, lo empujó contra la estantería más cercana. No con fuerza. Pero sí con firmeza.

—Pues aquí me tienes —susurró junto a su oído—. Viéndote. Oliéndote. ¿Qué vas a hacer, Eren?

Eren jadeó. Su cuerpo temblaba. Estaba tan caliente que sus pantalones comenzaban a incomodarle, y su entrepierna palpitaba con una urgencia que dolía.

—Nada —dijo, débil—. No voy a hacer nada.

Pero cuando Levi presionó una mano contra la estantería, encerrándolo, y rozó su cuello con la nariz, Eren se arqueó sin querer.

—Mientes —gruñó Levi—. Tu cuerpo ya decidió por ti.

Y entonces, sin que nadie lo viera entre los pasillos altos de libros, Levi atrapó sus labios en un beso brutal. Nada como el del día anterior. Este fue profundo, hambriento, dominante.

Eren gimió. El sonido le salió ahogado, su lengua entrelazándose con la del alfa que tanto decía odiar. Sus manos se aferraron a la chaqueta de Levi, sin fuerza real para apartarlo.

El olor a sexo se hizo tan denso en el aire que los alfas más cercanos empezaron a inquietarse. Uno de ellos incluso se levantó, con los ojos dilatados, buscando con la mirada la fuente del aroma.

—Nos vamos —gruñó Levi.

Y antes de que Eren pudiera responder, lo alzó en brazos otra vez, como la noche anterior, como si fuera suyo.

Como si ya no hubiera marcha atrás.

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Esto apenas comienza.......
Gracias por leer ¡Nos vemos en el próximo!
Att Luckas 💜




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