Marco

| Capítulo 6:

JESS:

Vero me llevó a un inmenso centro comercial con muchas plantas repletas de tiendas. Todo era increíble, incluidas las colas, que en algunas de las tiendas llegaban hasta la mismísima entrada. Ella sabía dónde entrar para encontrar lo que más le gustaba por lo que me cogió de la mano y tras darle un tirón a esta, me llevó con ella hasta la tienda donde había más gente haciendo cola.

La gente nos miraba cansada, seguro que llevaban mucho tiempo esperando ahí. Fui a decirle a Vero que lo mejor sería ir a otra tienda, pero esta tiró más de mí para dejar atrás la fila de gente y la entrada. Vero pasó de largo en la sección masculina, de tonos oscuros y fríos; y en menos de dos segundos nos adentramos en la femenina, decorada con paredes cálidas de tonalidades rosas y rojas. Fue en ese momento en el que nos separamos para comenzar a mirar por toda la sección. Le había dicho que así tardaríamos menos en encontrar algo ideal para ella y por supuesto, aceptó. Todas las prendas eran maravillosas y, sorprendentemente sus precios no eran muy altos. Vero sabía cómo economizarse para pagar las facturas ella sola y tener conjuntos de ropa arrebatadores. Mi amiga me llamó desde la otra esquina de la sección y avergonzada por su grito, me di la vuelta para mirarla. Llevaba un sujetador color carne y un vestido impresionante entre otras muchas cosas. Me sonrojé cuando agitó el sujetador en el aire y sonreí cuando vi que apenas podía sostenerlo todo entre sus manos. Dejé de sujetar aquel vestido que me había gustado tanto y fui a alcanzarla. Hacía mucho rato que había dejado de buscar ropa para ella inconscientemente y no pude evitar sentirme mal por ello.

—¿Qué estabas mirando? —me preguntó curiosa y sonriente cuando llegué hasta ella en la fila de los probadores.

—Nada, había encontrado un vestido y...

—¡Tienes que probártelo! —exclamó emocionada—. ¿Dónde está? —preguntó dándose la vuelta para mirar desde lejos. Agaché la cabeza avergonzada, ya que todo el mundo en la tienda nos estaba mirando, yo diría que incluso en la sección masculina...

—No, no voy a probármelo. No puedo comprarlo, no tengo el dinero suficiente —dije sonrojándome. Me costaba hablar a cerca de mis problemas con el dinero. Estoy segura de que cualquier persona a la que le cuente mi situación, se reiría de mí porque no tenía sentido.

—Yo puedo pagártelo —se ofreció simpática. Negué rápidamente con la cabeza, ni en sueños iba a permitir eso—. Vamos, podrás devolvérmelos cuando los tengas. —Negué con la cabeza firme en mi decisión—. Al menos pruébatelo...

Asentí a regañadientes y abandoné la fila en busca del vestido. Sabía que me gustaba y que lo tendría que dejar aquí, pero Vero y su insistencia podían conmigo. Ambas entramos a los probadores y esta comenzó a probarse todo lo que había cogido. Todo le quedaba perfecto, todo se amoldaba a su cintura y algunas prendas la estilizaban y la hacían parecer más alta. Mientras decidía qué llevarse, solo pude compadecerme de la trabajadora al ver la pila de ropa que no se llevaría consigo. Al final, solo cogió un vestido, un vaquero negro y el accesorio para el pelo que tanto le había gustado. Asentí a regañadientes cuando me dijo que me probara el vestido y lo hice.

—Estás increíble, nena... —exclamó llevándose las manos a su boca. Estaba apoyada en la pila de ropa que iba a devolverle a la dependienta de la sección femenina y, al verla así no pude evitar reír. Levanté la mirada hacia el espejo y sonreí al ver que era cierto, que estaba increíble con eso puesto. Me moví despacio para poder ver el vestido desde varios ángulos y me reí cuando descubrí que casi parecía una modelo haciendo tantas poses. Definitivamente, me encantaba.

—Deja que te lo compre, por favor... —suplicó haciendo un puchero.

—No puedo dejar que hagas eso Vero, no tienes por qué hacerlo. Además, dije que no compraría nada —dije suavemente sonriendo.

—Si es por el dinero, me lo puedes devolver cuando quieras, nena. Además, no es tan caro y yo no llevo tantas cosas...

—Está bien —accedí con dificultad. A Vero se le iluminaron los ojos y aplaudió con una sonrisa muy parecida a la de Cole, de oreja a oreja—. Pero en cuanto cobre te lo devolveré todo y no quiero que me pongas excusas. —Asintió exageradamente y con mi ayuda, llevamos todo lo que ella no se iba a llevar hasta la dependienta.

Cuando salimos de la tienda después de hacer aquella inmensa cola que vimos antes de entrar, ambas estábamos exhaustas y hambrientas por lo que decidimos ir a tomar algo en una de las cafeterías del centro. Tras una media hora más en aquella cafetería llegamos a casa, que se llenó de la energía de Vero y de mi cansancio bastante rápido. Mientras Vero corría a su habitación a colocar sus cosas en perchas entusiasmada, yo solo pude tirarme en el sofá con la bolsa que contenía mi vestido todavía en mis manos. Suspiré cansada y, en el momento en el que Vero se dio cuenta de que no estaba en mi habitación, vino hacia mí y cuando me vio, puso sus manos en la cadera sonriendo.

—No me mires así, tú has dormido, yo no —protesté cansada, no acostumbraba a pasar la tarde entera deambulando por un centro comercial, solía ser más directa e ir a por lo que necesitaba.

—En menos de dos horas comienza la fiesta nena. Tenemos que darnos una ducha, escoger la ropa que llevaremos, maquillar estos preciosos rostros y peinarnos —recitó como si fuera un mantra del que no me podía olvidar mientras me levantaba con su ayuda—. No tenemos tiempo para que te eches una siesta, ¡corre, a la ducha! —exclamó arrastrándome hasta el cuarto de baño. Cuando llegamos me metió dentro y cerró la puerta apurada.

Me desvestí cuando Vero me hizo volver a la realidad exclamando que me diera prisa y me incorporé a la ducha. Las gotas de agua cálida cayendo sobre mi cuerpo solo hacían que la relajación y el cansancio se manifestaran con más intensidad en mi sistema y no tuve más remedio que salir de la ducha cuando veía que podría quedarme dormida ahí mismo. Busqué una toalla con la que cubrirme y encontré dos albornoces blancos colgados en dos percheros frente a la ducha, por lo visto Vero se había encargado de todo, el primer día que me duché solo había un albornoz y un par de toallas...



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Editado: 05.07.2021

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