MARCO:
—Nicholas arriba —le llamé desde la entrada de su habitación. Pero al ver que o se inmutaba me acerqué un poco más y le llamé de nuevo—: Nick... —Al ver que no respondía me acerqué a la ventana de su habitación y levanté la persiana haciendo que toda la luz entrara por la habitación y que mi hermano soltara un bufido.
—Oh, baja eso maldita sea... —exclamó somnoliento.
—No puedo hacer eso, entras en media hora —le recordé poniendo los ojos en blanco aunque él no pudiera verme.
—Que le den a la primera clase... —respondió tapándose la cabeza con la almohada y poniéndose boca abajo. Reí al verle así, en ocasiones, Nicholas parecía un auténtico crío.
Desde que me marché de la universidad con Jessica, no supe nada más de él hasta las cinco de la mañana, cuando apareció por el porche cantando el "Aleluyah" y su vaso de plástico en las manos lleno de agua. Esto lo sé porque le observé desde la ventana del estudio sonriendo con mis lápices en la mano y fui yo quien le quitó el vaso de la mano cuando subió a la planta de arriba. Por supuesto que entró solo, es todo un adulto y debe aprender a hacer frente a situaciones como esta en las que, por primera vez en mucho tiempo, yo no tenía nada que ver. Además, estaba demasiado ocupado siendo un buen hermano y grabándole para recordarle ese momento durante el resto de mi maldita existencia. Ya era hora de algo de humor...
Había logrado llegar gracias a uno de mis colegas, que se había mantenido alejado de la barra cuando se lo pedí para traerle de vuelta sano y salvo.
—Nicholas, levántate. No voy a repetírtelo —le amenacé cuando observé el agujero que había en el suelo de su habitación. El que él había ocasionado por disparar el otro día desde el salón.
Entonces Nick asomó uno de sus ojos bajo la almohada y me observó durante unos segundos. Al parecer eso le hizo reaccionar ya que se levantó de inmediato bostezando.
—¿Ya has visto el agujero? —preguntó tambaleándose mientras trataba de ponerse en pie—. Marco, tenemos que hablar de ello en algún momento, quiero una explicación...
—Vístete —dije rehuyéndole. Si hablábamos de ello, todo iba a salir mal. Nos íbamos a alterar bastante y no era momento para eso. Me conformo con un pequeño desastre, no quiero más.
—Me duele la cabeza... —se quejó haciendo una mueca de dolor.
—La próxima vez que salgas, no bebas tanto. Sabes mejor que nadie lo que pasa —le propuse tranquilo mirando al suelo. No podía reclamarle nada, ya que él había pasado por todo eso conmigo. Nicholas asintió aún con aquella mueca, quizás estaría pensando en uno de esos "no volveré a beber en mi vida" de los que acabaría pasando a los dos días. Contuve la risa durante el tiempo necesario para poder hablar con claridad—. Vamos, no te quedes ahí de pie, vas a llegar tarde. Y date una ducha, apestas a alcohol, a sudor y a animal muerto —dije sentándome sobre su cama.
—¿Sabes que a veces eres un jodido cabrón? —Sonreí olvidándolo todo mientras él se dirigía a las puertas de su armario.
—Sí, ese soy yo. Ahora date esa ducha, vas a atraer a las ratas —bromeé antes de que cerrara con fuerza la puerta del cuarto de baño mientras maldecía por lo bajo.
—Agh, ¿a quién se le ocurre hacer una fiesta preuniversitaria cuando al día siguiente hay clase? Menudo imbécil el que lo haya planeado...
Después de veinte minutos de espera, mi hermano salió de la ducha con una toalla rodeándole la cadera y bostezando. Soltó una pequeña carcajada cuando me vio con el móvil en la mano y yo le miré sin levantar la cabeza. Le reprendí por haber tardado y comenzó a vestirse mientras se quejaba. Nicholas se enfadó conmigo por no darle tiempo para desayunar y subió al coche de mala gana, pero al ver que conmigo eso no iba a funcionar sino que me pondría furioso, reaccionó haciendo la única pregunta que no quería que hiciera.
—¿Qué pasó con Jessica? —Sentí su mirada curiosa clavada en mí.
—Alan está controlado y Jessica no hizo nada que no quisiera —me limité a responder.
—Dime por favor que no le has hecho nada —suplicó refiriéndose a Alan con cierta desconfianza. Al ver que no respondía insistió dándome un golpe en el hombro—. ¡Marco, joder!
—Alan no pretendía soltarla, además, ese gilipollas que me ha tocado los huevos y punto. Da las gracias de que no me pasara con él, pude haber... —dije serio.
—Cállate por favor —me interrumpió levantando una mano. Estaba empezando a ponerme nervioso—. ¿Cómo reaccionó ella? —Le miré en cuanto tuve la ocasión cuando nos detuvimos en un semáforo.
—Ya te he dicho que no ha pasado nada, la llevé a casa y punto. ¿Por qué te importa tanto esa chica, Nick? La conocimos ayer... —le contesté poniéndome en marcha de nuevo. No le había contado que era ella con quien intercambié la maleta, no estaba por la labor de que se riera más fuerte de mí aquella noche.
Pisé el acelerador, si no me daba prisa mi hermano llegaría tarde.
—Es nueva y quería hacerle ver a al menos una única persona en la ciudad que no somos los hermanos diabólicos, porque a ti te toman por asesino y a mí por cómplice. —Resopló desde el asiento cruzando los brazos con fuerza. Estaba furioso y lo entendía, él no tenía culpa de nada y desearía poder cambiarlo todo—. Marco, estoy harto de que nos miren con miedo por la calle...
—Siento que mi mierda te haya salpicado a ti también, sabes que... —empecé a disculparme, algo que nunca solía suceder. Nick no me miró sorprendido porque sabía que cuando estaba con él no me costaba reconocer un error. Éramos hermanos y me había visto reaccionar a todas las situaciones de la vida, ya nada era nuevo para él. Es el único con el que no puedo permitirme un error porque siempre ha estado para mí y no puedo traicionarle. No me lo perdonaría.
Pero como era de esperar, Nicholas me interrumpió.
—Basta, no digas eso. Nos marchamos sin saber las consecuencias, era evidente que la gente seguiría hablando de un asesinato que aún no tiene nombre.
Editado: 05.07.2021