| Capítulo 8:

JESS:

Nicholas entró a la universidad de un modo inusual. Su rostro, sus movimientos violentos, sus pasos pesados y firmes, nada era propio del hermano de la oscuridad. Mostraba enfado en su mirada, aunque al verme en clase intentó disimular y llegó hasta mí dibujando en su rostro una sonrisa verdadera. Menos mal que no se había enfadado conmigo, aunque siendo realistas, no tenía motivos para hacerlo. Sacó el material que necesitaríamos hoy, una libreta, un boli para tomar apuntes y su Mac, que colocó junto al mío. Ambos lucían completamente diferentes, ya que el suyo parecía ser un modelo de poco más de un año en el mercado y el mío llevaba conmigo cuatro años completos. Recuerdo que mi abuela me lo regaló una Navidad.
Las primeras clases pasaron con total normalidad hasta que nuestra hora libre llegó y Nicholas decidió quedarse a comer conmigo, Vero estaba en clase y yo también estaba sola. No quise preguntarle el por qué no había ido a comer con su hermano ya que eso era solo una suposición mía y no quería ser entrometida.

Él y yo terminábamos conversando de cualquier cosa, era muy fácil hablar con él de todo en general, incluso reía muy a menudo. Fue entonces cuando pensé que había hecho que su enfado desapareciese por unos segundos e inconscientemente sonreí.

Nicholas levantó la mirada de su comida y me miró mientras masticaba con su ceño fruncido.

—¿Por qué te ríes, Jess? —preguntó después de tragar la comida. Sonrió manteniendo su radiante aspecto.

—No es nada, he pensado algo que me ha hecho reír. —Continué sonriendo.

Entonces él asintió y frunció el ceño antes de preguntar:

—Oye perdona, pero te lo tengo que preguntar... ¿Qué pasó con Alan? —preguntó con preocupación.

—Ah, tu hermano llegó justo a tiempo y me sacó de allí —le respondí omitiendo la parte en la que Marco se volvió puro fuego—. No te lo he dicho, pero gracias por ir a buscarme, me ayudaste mucho.

—No es nada. —Hizo un gesto restándole importancia al asunto—. ¿Pasó... algo con Alan? —preguntó achicando sus ojos y casi suplicando una respuesta, sabía por dónde iba la cosa, probablemente le habría preguntado lo mismo a su hermano y, como era tan simpático, ahora venía a preguntarme a mí.

—Marco lo arrojó al suelo, hizo un comentario sobre vuestra madre... —dije bajando la voz como si la palabra "madre" fuera un tabú cuando estábamos los dos.

—Sabía que no podía mantenerse quieto, joder... —masculló golpeando la mesa.

—Nicholas, la culpa no fue de tu hermano. No sé lo que os ha pasado, pero Alan se pasó de la raya y sé que probablemente la respuesta de Marco no fuera lo mejor, pero todos daríamos nuestra vida por las personas a las que queremos —intervine bajando de nuevo la voz. Probablemente utilizar las palabras "madre" y "vida" en una misma frase no era lo mejor para hablar con los Collins, aunque no creo que con Marco esa situación se tercie.

—Lo sabes, ¿verdad? —preguntó con brillo en sus ojos. Al ver que no le respondía porque acababa de llevarme un bocado de sandwidch a la boca, continuó—: Sabes que nuestra madre está muerta, ¿no es así? —Casi me atraganto con la comida, no me esperaba que fuera tan directo. Bebí un poco de agua para tratar de recuperarme.

—Sí, todo el mundo habla de ello —admití. Nicholas era mi amigo y no merecía que alguien le mintiese.

—Y sabes que el asesino... —continuó tanteando el terreno.

—Sé que no lo han encontrado. Puedes estar tranquilo Nicholas, soy una amiga para ti. —Le sonreí poniendo mi mano sobre la suya. Nicholas suspiró profundamente con cierto alivio, como si quisiera robarnos el oxígeno a todos nosotros. Sus gestos acababan de desvelarme que todos los rumores sobre Marco eran falsos. Vero cero, chica nueva sin experiencia uno.

—Eres la primera a la que le cuento esto con tanta naturalidad y la única que no se ha ido cagando leches... —Suspiró aliviado antes de sonreír. Inevitablemente reí bajito.

—Nicholas, hablar de algo así puede hacerte sentir mejor, es duro perder a alguien que quieres.

—Gracias por escucharme, necesitaba a una amiga...

—Gracias a ti por ser el único que ha hablado conmigo en la universidad que no haya intentado besarme o meterse en mis bragas... —Sonrió y yo aparté mi mano de la suya.

—Cambiando de tema, tienes una manía impresionante con llamarme Nicholas... —Reí, no me esperaba eso—. ¿Puedes explicarme por qué simplemente no me llamas Nick? —Frunció el ceño intentando poner una mueca de intriga, pero su risa instantánea destrozó todo su esfuerzo por parecer interesado de verdad.

Encogí mis hombros mientras sonreía.

—Si te soy sincera no lo sé, pensé que te lo tomarías extraño...

—¿Extraño? —Rio—. El único que me llama Nicholas es mi hermano cuando está muy cabreado conmigo. —Sonrió nostálgico—. ¿Sabes? Hoy nos hemos peleado y no puedo evitar creer que esta vez ha sido por mi culpa. Pero en fin, conociéndole no se le pasará hasta dentro de unos días y yo seguiré aquí aguantando su malhumor. Es irónico que diga esto pero, me lo paso bien cuando está enfadado. —Rio provocando que negara con la cabeza.

Nick miró la hora en su reloj cuando terminamos de comer y me pidió que me diera prisa ya que faltaban cinco minutos para nuestra clase de filología. Entonces caminamos hasta el interior de la universidad. Como sabíamos dónde estaba la clase, nos tomamos la libertad de caminar tranquilamente, él haciendo algunas bromas y yo riéndome de ellas, hasta que una chica se interpuso en medio y me habló directamente.

—¿Tú eres Jessica Evans? —preguntó curiosa. Estaba tan nerviosa que incluso daba saltitos por los nervios que le acarreaban la respuesta a esa pregunta.

Esto me trajo recuerdos sobre mi primer día.

—Em... Sí —respondí más a modo de pregunta. El único que me había preguntado eso había sido Marco y mi respuesta había sido la misma, creo que jamás me acostumbraré a que alguien que no conozco me pregunte algo así y menos dando esos saltitos.