JESS:
Cuando era niña amaba el colegio.
Siempre me gustó levantarme temprano para escuchar a mi profesora, aprender palabras y números y jugar a la rayuela con las niñas en el patio. En la adolescencia, comencé a odiar un poquito más el levantarme temprano, pero, aun así, seguía pareciéndome atractiva la idea de sacar sobresalientes en todas las asignaturas y ver a mis amigos todos los días entre esas cuatro paredes a las que tomábamos por clase. Nunca he sido una estudiante con todas las letras de la palabra. Sí, sacaba buenas notas, pero porque me esforzaba y no hace falta decir que nunca fui la mejor de mi clase, tampoco la más hermosa, pero me sobra y me basta para ser parte de lo que soy ahora. Mientras crecía, en las etapas escolares me había cruzado con muchísimos tipos de estudiantes y, el que más me impresionaba más allá del típico chico que respondía idioteces en clase, era el que deseaba que se acabase el día para volver a casa y jugar con algún videojuego de alta gama. Éramos, todos ellos y yo, completamente polos opuestos...
—¡Que vivan los viernes, joder! —exclamó Nick después de entregar su trabajo al profesor mientras salía por la puerta. Solté una carcajada cuando saltó y dio al dintel de la puerta con la palma de su mano.
—Collins, muestre su entusiasmo en el exterior... —dijo el profesor desde su mesa, pero el rubio no le escuchó, ya estaba fuera de la clase y, con la velocidad que llevaba, probablemente disfrutando ya de las vistas del aparcamiento.
Cuando llegué al exterior me detuve junto a él y le observé mientras inspiraba como si el aire del exterior fuese completamente puro y no estuviera contaminado. Llevaba una camiseta blanca, visiblemente arrugada por haberse inclinado sobre la mesa mientras tomaba notas, y unos vaqueros oscuros. Pasó una mano por su pelo rubio echándolo hacia atrás en un gesto que habría robado muchos suspiros y sus pequeños pero notorios abdominales se marcaron bajo su camiseta. Podía sentir las miradas de todas las chicas sobre él. Es más, yo diría que cualquiera que conociera a los Collins permanecería mirándolos creyendo que han sucumbido en una pesadilla disfrazada de sueño...
A continuación se estiró un poco y dirigió su mirada hasta mí.
—Tú y yo tenemos que salir. —Me atraganté con mi propia saliva en cuanto lo dijo—. Vamos, Jess, llevamos toda la semana con trabajos, la hemos acabado por fin y tú necesitas despejarte al igual que yo. Salgamos a tomar algo...
Me recompuse poco a poco al escucharle, mis pensamientos sobre él y su hermano antes de que comenzara a hablar me la habían jugado. Y menos mal...
—Tengo que ir a trabajar —repuse suspirando. Pero al ver esos ojitos de cachorrito que puso, sacudí la cabeza con una mueca—. Pero después podemos salir.
—¿A las ocho en Hell? —preguntó sonriendo como un niño al que le han regalado un juguete nuevo.
—No sé dónde está, pero me las apañaré para llegar. —Le sonreí y antes de despedirme, Nick se ofreció a llevarme, cosa que acepté cuando él dijo que no le importaba recogerme.
Para cuando llegué a casa, Vero no estaba. Había dejado una nota diciendo que iba a pasar la tarde fuera porque tenía que cubrir a alguien en su turno y que era una mierda. Imaginé su cara desvergonzada colorada de la ira por no poder dormir su siesta típica de las tres de la tarde y sonreí. Esta chica siempre tan directa y sin tapujos...
No me apetecía comer mucho así que opté por prepararme algo sencillo, rápido y sin mucha cantidad. Sopa con fideos en un envase para precalentar, a Vero le chiflaba ver una película mientras comía uno de estos. Después de esperar el tiempo necesario, me dispuse a comer en el comedor mientras encendía el que pronto sería mi viejo ordenador, para pasar apuntes y conseguir estudiar durante un rato. Estuve repasando mentalmente las clases a las que habíamos asistido mientras sacaba todas mis libretas y bolígrafos posibles para ir haciendo esquemas sobre todo lo importante para ponérmelo más fácil. Cuando se acercó la hora, cogí mis llaves y salí del apartamento rumbo al Marie's. El aire ligero y fresco provocó que mi cabello se balanceara en mi espalda y no pude evitar tener un escalofrío. Noviembre llegaría pronto y el frío acompañado del viento no lo hacía más fácil. Tan sólo llevábamos una semana en la universidad y ya teníamos numerosos trabajos que tendríamos que entregar a mitad del mes de noviembre, además de unas cuantas fechas para exámenes importantes.
Necesito tranquilizarme, aún queda mucho para eso...
Por el camino comencé a notar una mirada clavada en mi espalda, pero no le di importancia. Como siempre, será alguna de mis paranoias cuando circulo sola por la calle. Eso me dije a mí misma hasta que sin darme cuenta comencé a andar más deprisa. Tanto que, un mechón de mi cabellera morena se torció hasta llegar a mi boca impidiéndome jadear y, el resto del pelo volaba en mi espalda sin siquiera darle tiempo para rozarla. Tras unos breves segundos tomé la decisión de mirar a mi espalda y descubrí a un tipo vestido completamente de negro, con pelo largo, rubio y teñido de azul, fumando un cigarrillo, que parecía estar siguiéndome. En ese momento aumenté la velocidad entrando en alguna calle desconocida y más tarde, giré en una esquina desde la que se podía apreciar el parque frente al Marie's. No volví a mirar hacia atrás, el miedo me lo impidió. Casi me desmayo cuando cruzo la puerta del local sana y salva y recuerdo que Nick pasará a recogerme.
Como había venido corriendo y por calles que no conocía del todo debido a mi nerviosismo, llegué diez minutos antes de lo correspondido y el vestuario estaba completamente vacío. Me senté en un pequeño banco de madera endeble exhausta, y apoyé mis codos en las rodillas para poder inclinarme un poco y cubrir mis ojos intentando evitar pensar qué hubiera pasado si no hubiera corrido hasta aquí como una posesa. Quizá aquel hombre no me estaba siguiendo y solo caminaba por la calle pero, algo me dice que esos pensamientos son equivocados y creo que es por todo lo que ha pasado estos días. Ir a una pelea clandestina estuvo mal, horrible, pero entrar al barrio de la delincuencia estuvo peor, descomunalmente peor. Tomé aire para contener la obstrucción que se había formado en mi pecho y evitar un agobio que amenazaba por controlarme si me permitía pensar más de lo debido en aquel hombre, a pesar de no poder sacármelo de la cabeza. La imagen de su rostro me llega con una claridad increíblemente desconcertante, supongo que cuando algo te impacta de esa forma eres incapaz de olvidarte de todo lo referente al tema por mucho que lo intentes, así de jodidos estamos los humanos.
Editado: 05.07.2021