JESS:
Mike habló conmigo e intentó explicármelo todo dos días después de aquel pequeño encontronazo en Hell. La verdad es que su discurso sirvió para hacerme pensar con la cabeza fría y para darme cuenta de que mi vida se había transformado en una completa película en este mes y poco que llevo viviendo en Londres. Había intercambiado mi maleta en un vuelo, un extraño me había invitado a comer de mala gana, casi me atropella más tarde de eso, fui a una pelea clandestina y casi me secuestran, entro en un barrio de mala muerte, me persiguen e intentan matarme a navajazos y entran a robar en el apartamento que comparto con la que se ha convertido en mi mejor amiga que en ocasiones pienso que es una psicópata que casi quema la cocina. Y no olvidemos por supuesto, que hay un extraño y aterrador hombre que me sigue desde hace varias semanas. Porque sí, me sigue. Lo he podido comprobar.
Han pasado tres semanas desde aquel día en Hell y no he vuelto a ver a Marco ni siquiera en la universidad. No sé qué demonios ha pasado pero el pelinegro ha desaparecido y después de comprobar que es cierto que aquel hombre me sigue, le necesito. Extraño, pero le necesito. Creo que él es el único que puede ayudarme porque está claro que tiene experiencia en estos temas.
Nick le ha mencionado varias veces cuando estábamos juntos porque han discutido en varias ocasiones, pero nada más allá, y no sé qué hacer para encontrarlo. Esta es una de esas ocasiones en las que necesito que se alineen los astros y volvamos a encontrarnos para soltarle el vómito verbal más grande que alguna vez haya existido y obtener ayuda por su parte. Aunque mi cerebro no ha pensado bien esto último. Estoy bastante nerviosa, creo que es algo normal al saber que un extraño me sigue y un efecto secundario por tomar tanto café...
Cuando descubrí que estaba siendo perseguida, me costaba conciliar el sueño bastante, pero hace una semana noté que también me seguía hasta casa después del Marie's y fue entonces cuando ya ni siquiera podía echar una cabezada. Hubo algunas ocasiones en las que tuve que pedirle a Eva que me llevara al apartamento después del trabajo poniéndole como excusa que me encontraba mal. No se negó en ningún momento, pero cuando las ojeras comenzaron a marcarse bajo mis ojos se preocupó bastante y ahora me pregunta todos los días cómo me encuentro. Siempre le respondo que bien pero ella no me cree y, las excusas finales de los trabajos no parecen convencerla.
—Jess, toma —dijo Vero dándome un plato de fideos—. Creo que estos sí que están buenos... —Sonrió contenta tomando asiento frente a mí en el comedor. Le sonreí y los probé encantada, hacía tiempo que había perdido el miedo a intoxicarme con alguna de sus creaciones culinarias. Suerte que la convencí para empezar desde lo más básico a lo más complicado.
—¿Cómo están? —preguntó expectante con los ojos brillantes.
Me tomo mi tiempo antes de responderle para ponerla nerviosa, pero cuando me doy cuenta de que se va a desmayar de los nervios me obligo a responderle lo que tantas ganas tengo:
—Deliciosos. —Vero me dedicó una sonrisa cálida con los ojos brillantes. Estaba entusiasmada, se notaría desde la distancia.
Sin embargo, su expresión cambió cuando arrugó varias veces su nariz olfateando un leve olor a quemado.
—Mierda, el pan —maldijo mientras se levantaba de la mesa, casi dejando caer la silla al suelo con su rapidez, antes de gritar y maldecir con palabras malsonantes en español.
Estas últimas semanas había mejorado mucho, se tomó más en serio que nunca las comidas y comenzó quemando un filete de pollo. Después de verla con una tarrina de helado enorme y llorando por eso, decidí ayudarla y las cosas empezaron a mejorar. Entonces, decidió que intentaría de nuevo obtener el puesto de chef del restaurante donde trabajaba y como mi ayuda no era suficiente llamé a Nick —ya que su asombrosa cena del otro día le delataba como un gran chef—, cosa que me costó una semana de disculpas y regalándole café en Marie's todas las tardes a mi amiga, además de una tarde en el centro comercial. Las cosas entre ellos no han mejorado, los primeros días casi le salta un ojo con un tenedor al rubio, pero cuando este le hizo comprender que quería ayudarla se lo permitió a regañadientes. Lo que sea que tengan, debe de ser algo gordo porque Nick no para de disculparse y ella no quiere verlo ni en pintura y empiezo a pensar que la idea de que se fuera no es la más creíble. No entiendo cómo puede llevarse bien con el pelinegro después de haberme dicho —reiterando—, que mató a su madre con preocupación en sus ojos; y que odie a Nick con toda su alma. Vero siempre me sorprende, pero de todas las sorpresas que me he llevado esta ha sido de las que no entiendo por mucho que lo intente.
—Bueno, se ha tostado un poquito... —dijo haciendo una mueca antes de mirar el trozo de pan quemado. Sí, comería sopa con carbón, pero daba igual. Lo importante era que, por primera vez en una semana, los fideos no se le habían pegado a la olla.
Seguía metida en mis pensamientos imaginando el por qué Vero y Marco eran amigos e intentaba buscar algo lógico para intentar comprender su enemistad con el rubio. Marco era un borde de narices que sí, me había salvado varias veces de perder la vida —una de ellas por su completa culpa—, pero seguía siendo un borde con un ego de los mil demonios incapaz de ser derribado por el mayor de los huracanes.
"No estoy loco. Me quemo en el infierno simplemente". Quizá esa metáfora le viene al pelo...
—¿En qué piensas? —preguntó Vero de repente quitándome el trozo de carbón de la mano.
—¿Eh? —pregunté volviendo a hacer caso a mi alrededor. Es entonces cuando noto que algo cruje entre mis dientes y hago una mueca de repulsión.
—Le has dado un mordisco a un trozo de pan que podía confundirse con uno de lignito, es obvio que estabas pensando en algo porque estabas lo suficientemente ensimismada en aquello que te inquieta. Así que te pregunto, ¿en qué piensas?
Editado: 05.07.2021