Marcos: La verdadera historia

Carrera en mi mente

En el año 2018 había una competencia en mi cabeza donde competian los fantasmas de dos mujeres, o bien la idea de dos mujeres. Batalla de la que ellas, las de carne y hueso, ignoraban por completo. Ellas eran Carla y Anabela (la tercera). De más esta decir que Anabela llevaba la delantera, solo había un problema con ella y era mi propia inseguridad: su nombre. Saben que siempre he tenido un problema con los nombres y al conocer a esta Anabela ese fue mi primer gran problema, porque para rematar las cosas y hacermelo todavia mas complicado: compartiamos una quimica increible, similares en muchos aspectos y tan distintos en otros, que a mí me parecia que nos mimetisabamos a la perfección; sino fuera por el nombre y por el hecho de que mi labio temblo la primera vez que quise besarla. Ante ese gesto tan familiar supe dos cosas: no quería volver a tener otro noviazgo como el de Anabela segunda pero tampoco podía evitar amar a esta nueva chica que ante mi se presentaba. Por eso creo que discurrí por caminos de la lujuria y me perdí en mares de alcohol, a los que a veces retorno, por eso y por el dolor que tenía de haber matado al amor mas importante de mi vida hasta ese momento; pero bueno no nos vayamos de tema. Estaban Anabela y Carla tirando cada una de un carro imaginario en mi cabeza que siempre se iba a las nubes, y si bien Anabela ganaba, Carla tenía algo: una esperanza.

Los ciclos de la repeteción suelen romperse cuando se añade un nuevo elemento al esquema, y Carla no solo tenia un nombre distinto, sino que era alguien que en mi vida había conocido. Era una cosa extraña, pero en la muchacha había algo distinto: no era particularmente inteligente o culta, mas bien era pretenciosa, con dejos de conocer pero muy en la superficie y pocas ganas de usar la voz critica fuera de su zona de confort. Descripciones idiotas si las hay, Carla era una chica común que ostentaba un aire depresivo o de melancolia y eso tal vez fue lo que me atrajo de ella. Mientras Anabela ignoraba su tristeza en la sencillez de la vida, en la rutina; Carla romantizaba su sufrimiento, lo analizaba y lo dejaba escapar en su arte, o en la musica, o simplemente en su mirada. Tal vez en eso se parecía a mi, y por eso supongo que me llamó la atención. No es secreto que yo también sobrereacciono a cada instancia de mi vida (la prueba de esto es este libro), supongo que en ella me veía obviamente en unos años atras cuando veía al mundo con ojos de adolescencia. Nunca me gusto Carla, era bonita pero no me gustaba, tal vez solo podría decirse que queria su sexo pero tampoco era eso: quería mi reflejo y mi corrección; romper el ciclo de repetición en el que me había metido, y finalmente ser libre sea con o sin ella.

Hasta ahora no se si me he logrado explicar, tal vez estos razonamientos no son más verborragea vergal, sin sentidos o contradicciones. El asunto es que con Anabela estaba seguro que iniciaria una historia real de amor en cuanto uno de los dos se animará a dar el siguiente paso, sería como sacar la pausa de lo que yo mismo había interrumpido allá en el 2017 cuando decidí cortar lazos con mi anterior novia, para colmo de males llevaban el mismo nombre. Mientras que Carla llevaba la insignia de una esperanza, de romper con todo lo establecido y lograr empezar de nuevo, conociendo de paso una chica mas que interesante ¿ahora me entienden? 

Con Carla salimos por tres meses, o al menos eso es lo que yo llegué a contar desde nuestro primer beso tramposo hasta la ultima vez que nos vimos en una tarde de septiembre del 2018, nunca fuimos novios ni nada por el estilo pero tal vez hubieramos estado encaminados a serlo. Pero, para mi pesar tal vez, todo ya estaba escrito (odio cuando el destino en el que no creo me demuestra de una cachetada que él esta ahi latente) y en una salida de amigos con Anabela terminamos siendo novios. Ella fue la ganadora de la carrera en mi mente, no es que hubiera habido otra posibilidad y eso es lo que me irrita, de perder mi libertad de elegir ante el amor que se hacia cada vez mas fuerte. No me quejo por supuesto del resultado pero si de los medios, de cortarme las alas y dejarme rendir ante el amor. 




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