Mareas de tierra y sombras: el legado

CAPÍTULO 1

El viento ululaba entre los árboles antiguos del Bosque de Esmeralda, susurros que llevaban consigo el eco de un destino incierto. Caelum, el príncipe heredero, se adentraba en la espesura con paso firme pero corazón inquieto. A su lado, Alaric, el consejero real, caminaba en silencio, su mirada fija en el horizonte lejano.

El bosque resonaba con el murmullo de la vida, pero también con el peso de los secretos ancestrales que se ocultaban entre sus sombras. Cada árbol parecía susurrar historias olvidadas y advertencias silenciosas, pero Caelum no podía permitirse detenerse a escucharlas. El futuro de su reino dependía de él, y no podía permitirse distraerse por fantasías y suposiciones.

"¿Por qué aquí, Alaric?" —preguntó Caelum, rompiendo el silencio tenso que había caído entre ellos—. "¿Qué nos trae al Bosque de Esmeralda en medio de la noche?"

Alaric detuvo su paso y se giró hacia Caelum, su mirada profunda y penetrante. "Porque aquí, mi príncipe, yace la clave de nuestro destino. Las antiguas leyendas hablan de un poder oculto en lo más profundo de este bosque, un poder que podría cambiar el curso de la historia."

Caelum frunció el ceño, su mente zumbando con preguntas y dudas. "¿Y qué es este poder? ¿Por qué nunca hemos oído hablar de él antes?"

"Porque ha permanecido oculto durante eones, esperando el momento adecuado para revelarse," respondió Alaric en un tono grave. "Pero ahora, con las sombras de la guerra acechando en cada esquina, el poder del Bosque de Esmeralda ha despertado, llamándonos para reclamar lo que es nuestro por derecho."

Una sensación de intriga y urgencia se apoderó de Caelum mientras absorbía las palabras de Alaric. Sabía que no podía permitirse dudar en un momento como este. Si había alguna posibilidad de proteger a su reino y a su gente, debía tomarla, sin importar cuán oscura o incierta fuera la senda que se extendía ante él.

"Entonces avancemos, Alaric," declaró Caelum con determinación. "No podemos permitirnos ignorar esta llamada. Nuestro destino nos espera entre las sombras del Bosque de Esmeralda."

Con un gesto de acuerdo, Alaric se adelantó, abriéndose camino a través de la maleza densa y retorcida. Caelum lo siguió de cerca, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y temor. No sabía qué encontrarían en lo más profundo del bosque, pero estaba decidido a enfrentarlo con valentía y determinación.

Mientras avanzaban entre los árboles centenarios y las sombras danzantes, una sensación de inquietud creció en el pecho de Caelum. Podía sentir la presencia de algo antiguo y poderoso acechando en las sombras, observándolos con ojos que no pertenecían a este mundo.

El Bosque de Esmeralda guardaba sus secretos celosamente, y Caelum estaba a punto de descubrirlos, para bien o para mal.

Caelum y Alaric avanzaban con cautela entre los árboles gigantescos del Bosque de Esmeralda. Los rayos del sol apenas lograban filtrarse a través de las hojas densas, creando un juego de sombras que parecía moverse con vida propia. El ambiente era opresivo, como si el bosque mismo estuviera observándolos.

Alaric frunció el ceño, sus sentidos alerta. "Caelum, algo no está bien aquí", murmuró, su voz apenas un susurro que se perdía en la quietud del bosque.

Caelum asintió, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Desde que habían entrado en el bosque, una sensación de inquietud no lo abandonaba. "Debemos seguir adelante", respondió, aunque no con la convicción que esperaba.

De repente, un crujido resonó a sus espaldas. Ambos se giraron instintivamente, pero no vieron nada más que la oscuridad entre los árboles.

"¿Qué fue eso?" Alaric preguntó en voz baja, agarrando firmemente el mango de su espada.

"No lo sé", murmuró Caelum, sus ojos escudriñando las sombras. "Pero algo nos está observando."

El crujido se repitió, esta vez más cerca. Ambos se tensaron, preparados para lo peor. En el silencio que siguió, pudieron escuchar sus propias respiraciones entrecortadas y el zumbido lejano de insectos.

"Debemos seguir moviéndonos", sugirió Alaric, intentando mantener la calma mientras observaba cada rincón del bosque en busca de cualquier señal de peligro.

Caelum asintió, su corazón latiendo con fuerza. Juntos, continuaron avanzando por el sendero sombrío, cada paso aumentando la sensación de que no estaban solos en el Bosque de Esmeralda.

Las ramas crujían bajo sus pies mientras se internaban más profundamente en el bosque, y el aire parecía cargado de electricidad. Cada sombra parecía cobrar vida propia, susurrando promesas de peligros desconocidos y revelaciones ocultas. Caelum apretó la empuñadura de su espada, preparado para lo que pudiera venir.

De repente, el bosque se abrió ante ellos, revelando un claro bañado por la luz de la luna. En el centro del claro, se alzaba un antiguo altar de piedra, cubierto de musgo y enredaderas. Una sensación de reverencia llenó el aire mientras Caelum y Alaric se acercaban al altar, como si estuvieran pisando tierra sagrada.

"Este es el lugar," murmuró Alaric, su voz apenas un susurro en la quietud de la noche. "El corazón del Bosque de Esmeralda, donde los hilos del destino se entrelazan y se tejen."

Caelum asintió solemnemente, su mirada fija en el altar ante ellos. Podía sentir la presencia de algo antiguo y poderoso en el aire, un eco de tiempos olvidados que resonaba en lo más profundo de su ser.




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