Maresía

Capítulo 5

Resolución del Consejo Académico:

A la vista de los resultados obtenidos, y conforme al Reglamento Real de la Academia, se concede al alumno Darion Tarién el título de Marinero Profesional del Reino, habiendo superado satisfactoriamente el curso de formación correspondiente al segundo año.

Por ello, y con espíritu de confianza en su porvenir marítimo, se le exhorta a continuar perfeccionando sus habilidades prácticas bajo la guía de oficiales veteranos, durante su primer destino en servicio activo.

Se le declara, pues, apto para el ejercicio del arte de la mar, recomendándole que persevere con disciplina, entrega y fervor patriótico, en honor a Su Majestad y a la gloria naval del Reino de Velmira.

La carta de Darion es muy diferente a la mía. La releo mientras esboza una sonrisa afable ante mí, expectante a mi reacción.

Sabía que lo conseguiría. Desde hace unos años siempre ha estado interesado en navegar. Durante los últimos veranos ha sido ayudante de los pocos pescadores que hay en el pueblo, ya que nuestra playa no tiene buena salida para navegar. Lo he visto en las clases prácticas y sé que será un buen marinero. Todas sus calificaciones son honoríficas, ha sacado la puntuación más alta de nuestra promoción. Los meses a bordo del Buque de Principiantes será pan comido para él.

Aunque nunca he querido ser marinera, he de confesar que me da un poco de envidia el hecho de saber que mis compañeros estarán dos meses de viaje. Conocerán otros países, otras culturas, probarán muchas comidas distintas y practicarán el italiano. Lo único que no me da envidia es ir en barco.

—¡Enhorabuena! —lo felicito mientras vuelvo a doblar cuidadosamente su carta.

Darion se levanta de la base que rodea la fuente de piedra para darme un abrazo. Me quedo inmóvil los primeros segundos, atónita por la repentina muestra de afecto en público de mi amigo, pero después de recomponerme no tardo ni un segundo en abrazarlo de vuelta. Aunque me esté asando de calor, su abrazo no me incomoda y lo noto algo afectado cuando se separa.

—¿Qué ocurre? —pregunto alarmada.

—No es nada. —Le quita importancia—. No te preocupes.

Me acaricia con afecto el lateral de mi brazo y la verdad, me está empezando a dar la paranoia. Nunca suele ser tan cariñoso en público, con nadie.

—Si dices eso me voy a preocupar el doble —le regaño— ¿Ha pasado algo?

—Lo siento si he exagerado. —Se sienta de nuevo—. Solo me he acordado de que no vendrás conmigo en el buque.

Mi cara se alarga y me relamo los labios antes de morderme la lengua. No sé qué contestarle. ¿Debería haberme esforzado en aprobar los exámenes prácticos para embarcar en el Buque de Principiantes aunque al volver no volviera a navegar nunca más en mi vida? A lo mejor.

Ahora me siento culpable. Al final mi madre tenía razón con su enfado por no haberme aplicado más en mis clases. Pero ya no puedo hacer nada. Los estudiantes que no se gradúan suelen repetir el último curso, pero yo no pienso perder un año más ni loca.

—No quiero que te sientas culpable. —Parece que me lee la mente—. Sé que te has esforzado al máximo por algo que ni tan siquiera era tu sueño.

—Aún así, he aprendido bastante, la verdad —reconozco.

—Gracias por apoyarme con mi sueño de ser marinero. —Su mirada celeste brilla al recorrerme el rostro y noto que me sonrojo.

—De... de nada. —Doy un paso atrás apartándome los mechones de la cara—. Tú habrías hecho lo mismo.

—Exacto. Por eso quiero que me prometas que vas a pensar seriamente en tu futuro el tiempo en que no esté, así cuando vuelva podré ayudarte.

Asiento sabiendo que dos meses no serán suficientes para aclararme las ideas. Mi amigo ladea ligeramente la cabeza y una media sonrisa con un hoyuelo tímido se le dibuja en la cara, otra vez, como si supiera lo que estoy pensando.

—Nayela...

—¡Lo prometo, lo prometo! —Alzo la mano en señal de juramento.

Nos reímos mientras le prometo de nuevo que lo pensaré y él hace como si me creyera.

—Por cierto, ¿no me has traído tu carta para que yo pueda ver tus notas? —pregunta de repente.

Paso mi peso de un pie a otro dubitativa. La verdad es que sí que he traído mi carta, pero después de haber leído la suya me da un poco de vergüenza.

—Venga, va. —Me anima—. No creo que vaya a leer nada que no sepa ya.

Sin estar del todo segura de lo que voy a hacer, saco el envoltorio del bolsillo de mi vestido azul con bordados florales y se lo doy para que lo lea.

Me muerdo las uñas impaciente mientras Darion lee con atención las hojas. Su entrecejo empieza ligeramente a fruncirse cuando creo que llega al apartado de las calificaciones, se humedece el labio inferior, alza las cejas y acto seguido me mira con su típica sonrisa de "no pasa nada" mientras vuelve a doblar los papeles.

—Sé que hay algunas que están muy mal...—Empiezo a excusarme.

—No importa. Las demás están muy bien. —Me devuelve el sobre.

—¿Tú crees? —Saco de nuevo las hojas para repasar—. El capitán Niletto me dijo que con estas notas a lo mejor podía probar suerte buscando trabajo en la oficina marítima del puerto...

—¿Qué estáis haciendo?

La voz chillona de mi hermana me pone en sobreaviso y hace que instintivamente oculte las hojas detrás de mi espalda. Mariselle está junto a Tarik al lado del puesto de frutas. No he notado cómo se acercaban, hoy la plaza está llena de niños jugando y gente paseando y sus pasos se deben haber confundido con el vaivén de los vecinos.

El hermano pequeño de Darion es un joven de rostro apuesto. Todos los hermanos Tarién tienen ese encanto heredado de su madre. Tarik tiene el cabello claro, rizado y siempre lo lleva ligeramente despeinado. Sus ojos son más oscuros que los de su hermano, de un color parecido al de la avellana, y su mirada es directa y serena. Hoy va con la camiseta verde oliva con botones en el cuello, la que siempre lleva cuando hay que salir de casa.



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En el texto hay: aventura, amor, amistad

Editado: 21.12.2025

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