La búsqueda de aquella mujer continuo en el tiempo mientras Margaret crecía, para la sociedad aquella noche de la maldición solo fue una mujer fuera de sus cabales, así que ella también debería jugar ese papel el de una niña completamente normal como cualquier otra sin, embargo en las tardes cuando sus compañeritas deseaban hacer pijamadas Margaret jamás estaba allí, siempre debía exponer algún tipo de excusas.
Lamentaba profundamente perderse de aquellos acontecimientos sociales, mientras tanto en su hogar estaban adecuando todo para la comodidad de su hija, en su habitación no había espejos, sus cortinas fueron cambiadas por unas de color oscuro y más pesadas, en el baño que solía usar la niña por las tardes se colocaba una tela de lino cubriendo específicamente cada área del espejo.
La servidumbre tenia terminantemente prohibido merodear en el hogar luego de la cena, la señora Owell cada noche se acercaba a la alcoba de su hija y al verla llorar le cantaba canciones para tranquilizarla la abrazaba hasta que Margaret se fundía en un sueño profundo y luego dormía a su lado para proteger a su niña de cualquier cosa que pueda suceder, sinceramente el señor y la Señora Owell temían que aquella mujer extraña decida volver a acercarse a su retoño, entonces ambos cuidaban día y noche a su hija y afuera de su hogar se encontraban guardas flanqueando cada zona cada ventana.