Marginal

— 1 —

Subió con Samuel y conmigo al nuestro piso, se le veía tan mal, parecía muerto de frío, estaba muy delgado. Subió y se sentó conmigo en el sofá.

—Le haré un bocata. — Dijo Samuel a regañadientes. No le apetecía nada, siempre había pensado que eso de ayudar a los demás era una pérdida de tiempo y odiaba que yo fuera así, odiaba haber tenido que traer a ese vagabundo a su casa solo por no discutir conmigo.

—Siéntate no te preocupes. — Le dije dando unos golpecitos al sofá cuando me sentaba. — ¿Como te llamas?

—Me llamo Eddy. — Dijo mientras se sentaba a mi lado. —Gracias estaba bastante desesperado por comer algo. ¿Puedo darte un abrazo?

—Claro, — Dije sonriendo mientras abría los brazos. Me dio un abrazo despacio y se quedó medio dormido encima de mí con su cabeza apoyada en mi hombro. Debía de estar cansadísimo.

Salió Sam con él bocadillo en una bolsa de plástico y al verme así se le abrieron los ojos como platos.

—¿Pero qué coño? — Dijo con una sonrisa de medio labio como si no creyera lo que estaba viendo. — Cariño apártate ahora mismo de este tío. — Me dijo con voz calmada.

—Sam no pasa nada, solo está cansado. — Dije sonriendo con total tranquilidad, solo era un abrazo.

—Mira suficiente que le hago un bocata como para que se siente en mi sofá. — Dijo ofreciéndome la bolsa con él bocata para que la cogiera.

—Le he dicho yo que se sentara. — Dije ya algo más seria cogiendo la bolsa.

—Que se levante de mi sofá ya. — Dijo Sam más alterado. Me levante y Eddy se levantó conmigo.

—¿Quién demonios te crees que eres? Primero aquí también vivo yo, y a ver si te crees que por hacer un bocata te van a dar el nobel de la paz. — Le dije ya bastante enfadada por su comportamiento.

—Mira cariño. — Dijo respirando intentando no explotar cosa que no consiguió. —Tú crees que ayudando el mundo cambiará y todo será mejor, vuelve a la tierra, estoy harto de tener que aguantar todos estos rollos. — Dijo gritando.

—¡No la grites! — Salto Eddy antes de empujar a Sam por él pecho. No debió hacerlo, entonces Sam no explotó, dio un paso más allá.

—Me cago en tu puta madre. — Dijo abalanzándose hacia Eddy. — En mi puta casa me cago en.…— Farfullaba a gritos hasta que se encontró con mi mano parando justo por él mismo punto del pecho por donde la había empujado Eddy y apartando a Eddy con la otra mano y llevándolo hacia mi espalda.

—Eres un gilipollas. — Le dije antes de salir con Eddy por la puerta con la bolsa en la mano y cerrando tras de mí. No esperaba que Sam fuera corriendo a pedirme perdón, no quería su perdón quería que cambiara esa mierda de actitud que siempre sacaba en los momentos menos oportunos.

Ya en la calle le di el bocata a Eddy.

—Siento que hayas tenido que presenciar eso. — Le dije apenada y avergonzada.

—Es un capullo. ¿Dónde vas a ir? — Me preguntó mientras abría el bocata con ansia.

—No lo sé la verdad... Hace un año que vivo con él. — Dije suspirando.

—Ven a mi casa. — Me dijo Eddy con la boca llena.

—¿Tú tienes casa? — Le pregunté sorprendida.

—Si, más o menos, ven. — Dijo dándome la mano mientras que con la otra agarraba bien fuerte él bocata.

Andamos bastante, yo ya conocía esas calles por las que pasamos, Madrid no tenía mucho misterio para mí, bueno no es que fuera una experta, pero era el lugar donde había vivido durante unos años y me lo conocía bastante. Cruzamos una esquina y en un callejón como otro cualquiera nos detuvimos delante de una puerta bastante hecha polvo.

—Bienvenida a mi casa. — Dijo haciendo una reverencia. Ya se había terminado el bocadillo y había guardado la bolsa en uno de sus bolsillos. Debí de poner una cara muy rara para que se echara a reír y con un simple empujón hacia dentro la puerta se abrió.

Todo estaba hecho un desastre, las paredes estaban llenas de grafitis y destartaladas, y allí había más gente, esa planta parecía haber sido un garaje y era totalmente llana, allí tenían varios sofás, alguno mejor de lo que esperaba ver en un sitio así, tenían una radio en una mesilla de madera y varias mesas todo parecía sacado de la basura.

—Esto es la zona común. — Me dijo mientras saludaba un poco por encima a algunas personas que había allí.

Subimos a la segunda planta y allí había varias puertas, exactamente seis, en la última ponía con espray en la puerta una “E” en rojo. Eddy sacó una llave y abrió la puerta. Al entrar quito una lata que había en él pomo de la puerta y entramos.

Tenía muchas latas cerca de la puerta que recogió en una bolsa de basura que tenía allí. Parecía que estábamos en un antiguo salón de aquella casa, pero allí no había más que ventanas cerradas con persianas y listones de madera, bolsas de basura negras. Eddy me llevó por un pequeño pasillo.

—Esa era la entrada. — Me dijo señalando la sala que dejamos atrás. —Este es el baño. — Me enseñó un baño todo amarillento, no había bañera, pero había un hueco de que debía de haber habido una allí antes, del inodoro solo quedaba la parte de abajo sin asiento ni nada y en realidad no había más, una ventana muy pequeña con rejas y cerrada con un cristal que parecía bastante grueso, era bastante triste. —Está la cocina.— Me dijo señalando la sala que había delante del baño, nada tenía puertas pero si el hueco de ellas, era de baldosas tenía un sofá, libros amontonados, botes de pintura en spray, muchas velas, las paredes estaban pintadas con dibujos y palabra, estaba todo bastante destrozado, no había ningún mueble había cañerías en las paredes tapadas con cemento.— Y mi habitación.— Era una habitación muy pequeña con un armario sin puertas con algo de ropa doblada y un colchón en el suelo, al contrario que las otras habitaciones esta tenía la ventana tapiada pero no del todo, le faltaba un listón desde él que entraba la luz. Con lo pequeña que era la casa con esa ventana servía para iluminar algo él pasillo junto con la poca luz que entraba de la ventana del baño.



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En el texto hay: pobreza, prejuicios, marginados

Editado: 01.05.2020

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