Marginal

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—No hace tanto que acabe en la calle, dijo, solo hace tres años. Yo vivía con mis padres, a mi padre le despidieron y con la edad que tenía ya nadie le iba a contratar, yo intentaba buscar trabajo mientras estudiaba, con los peores contratos apenas nos llegaba para comer, mi padre no cobraba nada y a mi madre le detectaron algo que la hacía adelgazar y debilitarse cada vez más, como no teníamos recursos en ese momento mi madre y mi padre se pasaban bastante tiempo en el hospital, cuando estaba desesperado por no poder conseguir suficiente dinero para comer y pagar la hipoteca de la casa pensé en acudir a algún familiar pero no nos hablábamos con gran parte de nuestros familiares por parte de madre y por parte de padre ya no quedaba nadie a quien recurrir.  Y entre tanto llegó un momento por él que esperas no tener que pasar

nunca, fue el momento en él que estando yo solo en casa llamaron para desahuciarnos. Nos vimos los tres en la calle intentando ir a organismos que nos pudieran ayudar, eso al principio nos daba comida, a veces sitio donde dormir, pero mi madre empeoró y falleció. Mi padre se culpó de todo y se suicidó un día en el lugar donde íbamos a dormir mientras yo dormía.

 

—Lo siento. — Dije intentando no llorar.

 

—No te preocupes, hace tiempo que ya lo cuento como algo que pasó, duele, duele mucho, mi padre se culpó por algo que mi madre nunca pudo evitar. En fin. — Dijo respirando hondo. — Como comprenderás no me podía quedar en aquel lugar, así que salí a la calle sin nada, sin familia, sin nadie a quien recurrir, al principio dormía en cajeros, si estaban abiertos, y me sentaba a pedir para comprarme litronas, pasé bastante tiempo bebiendo, durmiendo y pidiendo para beber más. Después me junte con más gente que también estaba en la calle, no te das cuenta de lo mal que hueles hasta que te huele otra persona, pero te acostumbras cuando no puedes remediarlo. Esta gente vivía en una casa okupa que daba bastante asco, pero para mí en ese momento era el paraíso, allí aprendí a robar para poder comprarme algo más fuerte que me hiciera evadirme de realidad.

 

Probé bastantes cosas, pero realmente nada quitaba el dolor que sentía, el dolor solo se pasaba momentáneamente, pero para mí en ese momento sin nada más a lo que agarrarme era suficiente. Quería morirme, para mi seguir viviendo era solo dolor, vivía como un zombi, solo que ahora en vez de beber, dormir y pedir también robaba y me metía otra clase de sustancias. Claro que me lo pasaba bien, o eso creía yo, reía, me divertía, me hacía feliz robar algo de valor a alguien despistado para luego meterme algo por la nariz, pero tras dos años así me veía cada vez más demacrado y hecho polvo, apenas comía, prefería drogarme o beber a comer y llegaron a pegarme bastantes palizas por intentar robar a quien no debía o solo por estar en el lugar equivocado.

 

Una de las veces estaba muy drogado y en un concierto de estos gratuitos que hacen los ayuntamientos intente robar a una chica un reloj, se dio cuenta y su novio me pego una paliza antes de llevarme a los de seguridad, acabe en el hospital, pude asearme y comer esos días, era lo más cercano a la felicidad real que había sentido en mucho tiempo, entonces me di  cuenta de que si estaba vivo seria por algo, no quería morirme de un mal golpe en la calle.

Me fui de la casa donde estaba y él que lleva todo en esta me encontró y acogió y me dio una de las casas, dice que soy como su hermano pequeño. Él me tiñe la cresta, me trae a veces comida, me lleva a los mejores sitios donde va él a pedir. Ahora solo bebo alguna vez, gracias a él me he salvado,

 

—¿Eres punki? — Le pregunté tras pensar lo estúpido de mi pregunta.

 

—Algo así, — Dijo señalándose la cresta roja del pelo. — ¿Tu? — Dijo señalando mi pelo morado.

 

—Solo una chica rara. — Dije riendo.

 

—Gracias por él bocadillo, siento que te hayas peleado con él tío ese por mi culpa. — Dijo rascándose la mejilla.

 

—No te preocupes, vamos a ir a comprar comida. — Dije levantándome. — Vamos. — Le dije ofreciéndole mi mano para que se levantara. le iba a comprar algunas latas de comida, un par de garrafas de agua para que tuviera agua y unas sábanas nuevas para poder dormir en él colchón, quizás alguna de más para ponerla encima del sofá de su “salón—cocina”.

 

Tras las compras esto parecía otra cosa hasta daban ganas de sentarse en el colchón o en el sofá, deje todas las latas en un rincón junto con el paquete de tenedores de plástico y las garrafas de agua.

 

—Muchas gracias. — De verdad que no hace falta tanto, te estás pasando. — Me dijo mientras nos sentábamos los dos en el sofá mientras yo echaba un ojo a sus libros.

 

—No te preocupes, hay que dar cuando se tiene. — Le dije restándole importancia, solo era una compra. — ¿Te gusta leer? — Dije cogiendo uno de los libros del suelo.

 

—Si, me gusta mucho leer, la gente tira muchos libros y las bibliotecas, así que siempre que puedo cojo uno. — Me dijo mirando el libro que había cogido. — Este era de una biblioteca que lo quería tirar. Los libros no se tiran



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En el texto hay: pobreza, prejuicios, marginados

Editado: 01.05.2020

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