Me levanté cuando ya Sam se había marchado y Eddy seguía durmiendo, me puse muy entusiasmada con él borrador del proyecto, que básicamente consiste, primitivamente, en ir con una furgoneta repartiendo productos básicos como mantas, calcetines, agua, sopa, galletas, leche, productos de higiene íntima, además de ir con un enfermero para hacer chequeos rápidos y algo de medicina.
Luego tenía ideas más allá, quizás imposibles, como duchas portátiles, o escuelas para dar clases básicas en lugares poco accesibles para un aula. Quizás eso sería una locura, pero bueno, él límite lo pondrá el ayuntamiento.
Eddy se despertó y tras desayunar me preguntó tímidamente.
— ¿Te importa si salgo un rato?
—Bueno, no, claro que no, estaré en casa así que llama a la puerta y te abriré cuando vuelvas.
—De acuerdo. — Dijo antes de darme un beso en la mejilla y marcharse. Que mono era, estaba claro que era ultra agradecido, no podía dejar que Sam contaminara mis pensamientos de buena fe.
Investigue hablando con periodistas de proyectos similares al mío ya en marcha, varios hablaban de una reciente proliferación de personas sin hogar jóvenes, al parecer antiguamente el perfil era de personas más mayores que por diversas circunstancias, ya sean familiares, conductas adictivas o una enfermedad, sumado a distintos infortunios, se han quedado en situación de extrema pobreza. Ya hay personas que van a llevarles recursos, pero lo que más necesitan es un vinculo social. Varios de los periodistas con los que hable me indicaron que el mayor problema era que acababan marginados y con un estigma social que les hacia no poder salir adelante. Eso me hizo reflexionar, a veces un gesto amable puede cambiar las cosas, pero mucha gente se apartaba cuando veía uno, no le ofrecía su ayuda, aunque sea mínima y además hay personas, por denominarlas de alguna manera, que se dedican a ponerles trabas ejerciendo violencia física por su situación de vulnerabilidad. Como si esa situación no les pudiera pasar nunca a ellos, un desahucio, unas malas decisiones, o la quiebra económica podían llevarte a esa situación y eso está a la orden del día.
Después de hablar con ellos quería hacer más, quizás el proyecto que me estaba planteando era muy pequeño, quizás finalmente solo les pudiera llevar algo de alimentos pagados de mi bolsillo, necesitaba aliarme con más gente, enseñarle al mundo la situación en la que están. Y no es que las personas como yo o cualquier otra persona no supiera de su situación, sino que es más fácil alejarnos, prejuzgar pensando que son unos maleantes o incluso enfermos que pueden llegar a trasmitirnos alguna enfermedad, esto se denomina Aporofobia o rechazo a la pobreza y a las personas pobres. En definitiva, mucha gente les trata como apestados y se limpian su conciencia dándoles una pobre limosna, que no pienso que este mal, si tienes para darles, aunque sea poco puedes cambiar su situación, aunque sea de ese día y por supuesto hablar, preguntares por su situación, crear un vínculo y que tengan una interacción social genuina, esto quiere decir que la persona que hable con ellos se interese realmente por su situación, hable habitualmente con esa persona y pueda confiar en alguien de verdad.
Había creado ese vinculo con Eddy en tan solo unos días, entiendo porque se sentía algo desconfiado al principio, y más con Sam en la ecuación, quizás Sam era ese tipo de personas que se encuentran en la calle y el mero hecho de ser pobre parece que les causa rechazo, como si no fueran seres humanos. Si hubiera sido por Sam seguramente nada de esto hubiera ocurrido. Sabia que tenia que cambiarle esa visión de las personas sin hogar, quizás Sam ha tenido algún problema con alguna persona sin techo, yo he tenido algún problema, me intentaron robar, pero eso no hace que piense que todos son así.