Maria Abissino

Capítulo 1


 

CAPÍTULO 1

FLORENCIA, ITALIA

MARÍA

 

«—Tú y yo, siempre juntos, mi Brigid. Siempre, siempre —murmuró Arie a mi oído y me abracé fuerte a él. 

—¿Me lo prometes? —pregunté contra su pecho y sentí su beso en mi cabeza. 

—Te lo juro con mi vida, mi María…

—Siempre tuya, Arie Mancini, siempre tuya…»

 

—Mi vida, ya no llores, por favor. Me parte el alma verte así —murmura mamá acariciando mi cabello y niego. 

Llegué a la casa y solo estaban ella y mi hermana, pero ya sabían la versión alterada de mi papá sobre lo sucedido, les conté mi versión que es la verdad. No las exageraciones de papá. 

—Pues ya divórciate, mamá, y asunto resuelto —masculla mi hermana cruzada de brazos. 

—¡Sabina! —La regaña mi mamá y mi hermana resopla. 

—¿Qué? A estas alturas ni María ni yo nos vamos a traumar por un divorcio, mamá, pero tú te vas porque te vas, hermana. Ve a ser grande, sin que nada ni nadie te detenga —dice sentándose en la cama y acariciando mi cabello. 

—Tu hermana tiene razón, hija, tú vas a irte. Te costó mucho conseguir ese lugar, independientemente de Arie, tus sueños importan, lo que tú quieres importa —me asegura—, yo voy a hablar con tu padre al respecto, ahora que vuelva y esté calmado, ya veremos qué inventamos sí se pone muy obtuso, pero te prometo que vas a ir, ¿bueno? 

—¡Esa es mi mamá! —exclama Sabi y mamá sacude la cabeza, me abrazo a ella con más fuerza. 

—Te amo, mamá, gracias, pero no deberías tener que enfrentarte a papá o usar artimañas para convencerlo de algo que debería ser natural en él. 

—¡No seas tonta, María! A hombres como nuestro cavernícola padre hay que buscarles la vuelta, porque de frente solo hay piedra, hablarle con la verdad solo empeora todo, él solito se ha ganado que ninguna de nosotras confíe en él, luego que no se queje —declara mi hermana y mamá la atrae hacia ella para abrazarla. 

—Deja de pelear al menos un día de tu corta vida, Sabi —murmura mamá dejando un beso en su sien y mi hermana se recuesta de su pecho. 

—Ojalá pudiera meterme en tu cabeza y pelear esas batallas que haces a solas, mami —murmura y veo a mamá tragar grueso. 

—Ya, no nos pongamos sentimentales porque María necesita ánimos y buenas vibras para lo que será la mejor experiencia de su vida, ¿bueno?, ¿quieres que mamá te haga gelatinas de colores? —pregunta y doy un respingo en la cama. 

—¿Me haces un arcoíris con leche? —Pido juntando mis manos y ella sonríe. 

—Todo lo que mi Nenita quiera, claro que sí. 

—Y bueno, yo me autoinvito, quiero gelatina de café, ¿me haces? Soy una buena hermana apoyando a María, me lo merezco.

Sabi bate sus pestañas al mejor estilo de mi Canelita y mamá se ríe buscando abrazarnos a ambas. 

—Ambas son grandiosas y se merecen el mundo entero, las amo. 

—Y nosotras a ti, mamá, nosotras a ti. 

Mamá nos llena de besos a ambas y nos deja a solas, Sabina enseguida corre a mi closet para abrirlo y sacar la maleta. 

—¿Qué haces, loca? 

—Tu maleta, mi amor, vas a irte sí o sí —declara altiva. 

—Bueno, pero tampoco me voy desnuda, mira que allá hace frío y esos cuartos de tela están buenos para el verano, pero allá no—. Le advierto y ella aplaude feliz de que le dé luz verde. 

Sé que para el momento que me vaya estará el pleno verano, aún así, si le doy libertad total me va a empacar solo ropa interior. 

—Tranquila, te verás chic, elegante y patea traseros en tu trabajo. Tú deja todo en mis manos—. Me da un guiño y sonrío. 

Nos quedamos hasta tarde tan solo riendo y escogiendo ropa, aún falta un poco de tiempo para el viaje, aun así, no le quito la emoción a mi hermana ni me como demasiado la cabeza. 

Es de madrugada cuando papá llega, y lo sé porque no puedo dormir, ni siquiera invocando a mi tía, y mi ventana da al jardín, así que veo cuando mamá lo ataja afuera, porque a ella no le gusta que nosotras escuchemos o presenciemos cuando discute con papá. 

Me siento culpable, porque todo empeoró cuando cumplí los quince años y quise hacer las cosas bien, presentando a Arie como mi novio, sin tener que esconderme porque no estaba ni estoy haciendo nada malo, ahora me arrepiento, eso fue como despertar a la bestia que estaba dormida. Fue una discusión garrafal con mi papá, discusión con absurdas prohibiciones y una de las discusiones más fuertes que he visto a mis padres tener; mamá no le habló a mi papá durante días, yo tampoco y Sabina esos días se mudó al cuarto de Manuela en casa de la tía Geo. 

No, no fue nada fácil. 

Y las cosas solo han escalado. 

Estoy cansada de tener que andar de puntillas con él para no pelear, pero más que nada, no quiero que mi mamá se desgaste repitiendo siempre lo mismo, discusión tras discusión, es ella la que termina llorando exhausta, aunque quiera esconderlo de nosotras. La conozco demasiado bien y estamos tan conectadas que suelo sentir cuando está mal con mucha intensidad. 




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