Mariela

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Nací y crecí en un pequeño pueblo de (Algún lugar), En casa solo vivíamos mis padres, mi hermana Mara y yo Mariela. Yo era la menor de las hermanas Wilson.

Cuando Mara tenía 19 años y yo 17 mis padres nos enviaron a buscar trabajo en las cafeterías más cercanas (Para aquellos tiempos ser camarera era el trabajo ideal para todas las jóvenes.)

Nuestra vida no tenía nada de especial realmente, Estudiábamos en las mañanas en casa con mama, Trabajamos en las tardes en la cafetería, Los domingos nos dedicábamos al hogar con mama y también asistíamos a la iglesia algunas veces.

Mis padres Albert y Lisa (Doctor y Mujer del hogar) Tenían opiniones totalmente diferentes a lo que debía ser nuestro futuro. Pues mientras mi padre nos empujaba a trabajar desde muy jóvenes para llegar a salir de aquel pequeño lugar y ser mujeres independientes, Mi madre nos enseñaba los quehaceres de una mujer del hogar, Su sueño era que encontráramos buenos esposos y los hiciéramos felices con nuestra comida, limpieza y bordados.

Yo con tan solo 17 años aun no sabía lo que quería hacer con mi vida y solo me dejaba llevar por las decisiones de mis padres. Pues confiaba plenamente en que hacer todo lo que ellos quisieran y pidieran me llevarían a alguna parte. En cambio Mara estaba totalmente decidida a seguir los pasos de mi madre, Su novio Edward estaba en algún lugar de país prestando servicio militar mientras ella lo esperaba atentamente para así llegar a ser una esposa perfecta algún día.

Mientras Mara vivía ya en un mundo de ilusión con Edward, yo solo dejaba pasar los pocos años que tenía esperando que algo bueno llegase a mi o esperando quizás despertar algún día con la idea de lo que realmente querría hacer con mi vida.

Un día cualquiera Desperté con el sonido de la tv a todo volumen. Me parecía increíble que papa pudiera ver sus programas favoritos a ese alto volumen a las 7 de la mañana.

Salí de la cama rápidamente y camine con mucho ruido hasta la sala. Mama no nos permitía salir de nuestra habitación en bata de dormir pero la verdad no había dormido lo suficiente como para quitármela pues solo Salí para quejarme con mi padre.

-Cielos papa ¿podrías bajarle volumen a tus programas favoritos?.- Dije enojada mientras los observaba a todos buscando su atención.

Mi madre estaba sirviendo el desayuno mientras mi padre se arreglaba para ir a su trabajo, Dios siempre tenía esa asquerosa Pipa en la boca sin importarle que estaba dentro de casa y aun paso de comenzar a comer. Por su parte Mara estaba sentada a un lado de la mesa Bordando un cojín.

Al escucharme mi madre inmediatamente camino hacia mí y yo adivine el regaño que me esperaba por salir en Bata de la habitación.

-¿Que manera de hablarle a tu padre es esa Mariela?- Susurro Cuando estuvimos frente a frente. – Las señoritas no hablan así y mucho menos salen de sus habitaciones en esas fachas. Todas las señoritas tienen que estar bien vestidas siempre frente a los hombres.-

-Madre estoy cansada, Ayer trabaje muy fuerte en la cafetería y hoy lo que más quisiera es poder descansar hasta un poco más tarde y sobre la vestimenta.. ¡Santo cielo es mi padre!-

- No me contestes así te lo he dicho muchas veces.- Siguió susurrando. (Nunca pude entender porque mi madre siempre nos reprendía en susurros. Era como si tuviese miedo de que alguien la escuchara y dijera algún comentario negativo. Pero en el caso de estar en nuestra propia casa es algo que nunca pude entender de su parte.)

Ignore la discusión ridícula con mi madre y sin decir ni una palabra más, observe a mi padre que estaba bebiendo un poco de café mientras leía el periódico.

-¿Puedes bajar un poco el volumen para que yo pueda dormir?. Estas leyendo tu periódico así que no creo que le prestes mucha atención a tu programa Papa.-

-¡Te estoy hablando señorita!- Dijo mi madre subiendo un poco la voz.

-Ya basta las 2. Dejen sus peleas que estoy intentando desayunar.- Dijo mi padre aun leyendo el periódico. –Mariela anda a dormir que tienes que estudiar con tu madre a las 11 y luego tienes que ir a trabajar a la cafetería.-

- Pero..

-¡Mariela!- Dijo mi madre cruzada de brazos.

No dije ni una palabra más y camine de regreso hasta la habitación que compartía con mara. ¿Que se supone que haría? En el caso de las discusiones con mis padres siempre tendría que dar mi brazo a torcer. No aguantaba escuchar de parte de mi madre las palabras "Una señorita no hace esto", "Una señorita no se comporta así". Ni mucho menos quería arriesgarme a que mi padre se sacara el cinturón y me dejara marcadas las piernas por mal comportamiento nuevamente.

Solo me fui a dormir con el Estúpido ruido de la televisión molestándome en los oídos sin parar.


Luego de algunas horas después de darme por vencida con la tv y levantarme para bordar junto con Mara y mi madre en sus aburridas clases de "Esposas perfectas". Nos pusimos nuestros uniformes para ir a trabajar en la cafetería.

Nuestro lugar de trabajo no era nada especial en realidad pues estaba siguiendo la misma moda de todos las demás cafeterías-Restauran, Y para mi usar patines la mayoría del tiempo mientras cargaba una gran bandeja llena de comida y tenía una pequeña falda puesta era totalmente incómodo y sin ningún sentido. Aunque por otra parte la mayoría de las chicas solteras del pueblo disfrutaban de tener que utilizar esas faldas para que los chicos las observaran patinar por todo el lugar.

Cuando Mama nos acompañó hasta la puerta del café, Mara y yo sabíamos perfectamente que necesitábamos ponernos los patines para entrar con estilo Pues la frase de nuestro jefe siempre era "Si no entrar ni sales de este establecimiento con los patines, olvidate de trabajar aquí.".

-¡Mariela los patines ahora mismo!- Dijo mi molesta hermana mientras se sentaba en el suelo para colocárselos.

-Ya voy..- respondí enojada y tome mi bolso para sacarlos de allí.



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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