Me encantaría decir que el resto de la noche pensé en Carlos y en todo lo que había sucedido con él en la cafetería, Pero sinceramente sería una hipócrita pues para aquel momento tenía cosas mucho más importantes que pensar para darle cabeza a un chico que solo se había dedicado a molestarme durante casi toda la noche y luego por un repentino ataque de bipolaridad me invitara a tomar una malteada con él.
A la mañana siguiente desperté pensando en la horrible rutina que diariamente me tocaba repetir, Desayunar con mis padres y escucharlos discutir sobre si mi hermana y yo nos estábamos comportando adecuadamente para algún día ser señoritas de sociedad.
Quizás ya para estas épocas eso no sea realmente importante. Pero para aquellos tiempos necesitabas comportarte como toda una sirvienta para ser la esposa perfecta.
Luego de desayunar Mara y yo teníamos clases de literatura con mama hasta las 10:30 y luego comenzábamos con nuestra clase de tejido hasta las 12:30.
Lamentablemente nunca me salió ningún tejido bien y mama se la pasaba toda la clase intentando enseñarme a hacer una pequeña media que normalmente tardaba en terminar un mes bajo su presión Mientras por su parte mi hermana se preparaba para ser una gran mujer algún día ya que como dije antes era una de las 700 chicas del pueblo que habían dejado partir a sus novios a la guerra y que los esperaban con la gran ilusión de casarse y formar una familia.
El sueño de mis padres era que encontrara a un chico como Edward, a Quien esperaban ansiosamente para ser sus orgullosos suegros. Pero yo no le veía una ningún tipo de gracia ver partir a tu novio hacia algún lugar del mundo y no saber si volverás a verlo o no, Era horrible ver a mi hermana Mara llorar por las noches por lo mucho que extrañaba a su amado y sobre todo era triste saber que las cartas que le enviaba casi siempre eran respondidas un mes después. Para mí eso era totalmente frustrante aunque sabía perfectamente que no era mi asunto.
Cuando llegamos a la cafetería esa tarde Mara fue directo a saludar a nuestro jefe mientras yo por mi parte solo preferí tomar mi pequeña libreta para anotar y abrir la puerta para a los clientes.
No quería acercarme a mi jefe por miedo a que me comenzara a gritar nuevamente. Sabía que lo mejor era mantenerme alejada durante toda la jornada y realizar un trabajo muy bien hecho para él.
El resto de la tarde fue muy bien. Atendí muchas mesas, Los clientes se veían muy contentos, y como era viernes dejamos la música un poco más alto de lo normal a lo cual respondieron algunos bailando por todo el lugar.
Los viernes eran los días más difíciles de toda la semana, El café se llenaba de jóvenes que buscaban un sitio para bailar y divertirse por el resto de la noche, La clientela era mucha y también muy exigente y todas nosotras teníamos que patinar lo más rápido que podíamos entregando 3 órdenes al mismo tiempo por diferentes mesas.
Cuando termine de entregar las ordenes de la mesa 13 y la 18. Patine en medio de todos los que bailaban hacia la barra nuevamente. Necesitaba llegar para recoger 3 órdenes más y entregarlas a sus mesas. Pero lamentablemente mi recorrido directo fue interrumpido por una gran mano que me tomo del brazo para sostenerme fuertemente.
-¡Mariela!-