Mariela

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Carlos era el único motivo de felicidad que tenía para ese momento, ya no tenía familia ni ningún tipo de amigo así que sabía que la única persona que tenía en el mundo era él.

Lo consideraba mi mejor amigo y la única persona a la que realmente le importaba lo que yo sentía, tomaba su silencio y cambios de actitud como una etapa de duelo que en algún momento le ayudaría a superar.

Sabía que solo nos teníamos el uno al otro así que al día siguiente y luego de su sencilla pero hermosa propuesta, llegamos al juzgado para casarnos. Estábamos lejos de nuestras familias y éramos unos totales desconocidos para todas aquellas personas, pero una secretaria quien estaba almorzando en el lugar y un vigilante de seguridad se ofrecieron a ayudarnos como testigos de nuestra boda cuando casi no nos dejan hacerlo por falta de ellos.

Fue una boda sencilla, me pareció realmente adorable ver a Carlos tan arreglado aquel día, se peinó muy bien el cabello y evito por completo cualquier comportamiento rebelde de esos a los que estaba tan acostumbrando, Cuando entre en la pequeña habitación con un vestido sencillo y de color blanco que por suerte había metido en mi maleta, Carlos comenzó a sonreír junto con los otros desconocidos que nos acompañaban, en mi mano sostenía un pequeño ramo de flores muy sencillo que Carlos me había ayudado a hacer amarrándolo con uno de mis lazos del cabello.

No podía creer que me estaba cansando en ese momento, siempre había pensado que mi hermana se casaría y yo continuaría soltera hasta que algún día mama se cansara de mí y de mi terrible capacidad de no poder socializar con chicos, pero allí estaba caminando hacia ese pequeño escritorio y casándome con lo único más importante que debía de tener un matrimonio, el amor.

Las personas del juzgado nos aplaudieron cuando ambos salimos tomado de manos ya siendo marido y mujer, nos felicitaron y tomaron una foto debido a que éramos la pareja más joven y peculiar que habían casado hasta ese momento, les había parecido realmente interesante ver a dos chicos tan jóvenes viajando en busca de su felicidad y sin ningún tipo de familia.

Mi boda es un día que sinceramente nunca olvidare, tan joven, tan inocente y creyendo que el hecho de casarme haría algún tipo de diferencia en lo que estaba viviendo, hoy al ser una mujer mayor y dándome cuenta de todas aquellas cosas, veo que no solo era joven e inocente, me veo confundida, con miedo y en búsqueda de no sentirme culpable por haber abandonado a mi familia.

Luego de Casarme con Carlos las cosas cambiaron, su comportamiento era cada vez más extraño y me preocupaba, muchas veces luego de que el llegara a casa después de un largo día de trabajo (Habíamos logrado conseguir una pequeña habitación para vivir) me sentaba a su lado y buscaba hacerle entender que yo estaba allí para él y para escucharle.

-Carlos.. No entiendo que te sucede últimamente.- Decía preocupada mientras me acercaba hacia él.

-Solo estoy cansado, el trabajo no es fácil Mariela.- Respondía serio sin siquiera mirarme.

-Pero es que ya casi no hablas conmigo cariño.- Tomaba su rostro para intentar enfocar su vista en mí. –Quiero saber lo que está ocurriendo en esa cabeza tuya.-

El suspiro por un segundo.

- Ya no tengo tiempo para sentarme y contarte todo lo que me sucede, no tengo tiempo para nada de esas cosas porque ya no soy un niño. Debo trabajar para pagar la habitación.-

-Te he dicho que yo también puedo trabajar, yo puedo ayudar..

-Y yo te he dicho que no vas a trabajar, no quiero que salgas de la casa Mariela.- Comenzó a enfadarse un poco.

-Es que no es solo por la ayuda sinceramente Carlos, me aburro mucho aquí en casa, desde que llegamos solo he estado encerrada y quiero salir.-

-¿Para qué quieres salir Mari?- Tomo mi rostro rápidamente. –Tienes todo lo que necesitas aquí, luz, comida y me tienes a mí que llego todas las noches del trabajo para estar aquí contigo hermosa.-

-Lo se cariño. Pero a veces ni siquiera hablas conmigo, solo llegas y dices que te fue bien, cenas, te bañas y duermes, estoy aburrida Carlos.- Me queje un poco sin intenciones de hacerlo molestar.

-¿Estas aburrida?- Se levantó del sillón rápidamente. ¿De que estas aburrida Mariela?- Comenzó a subir la voz.

-No tienes por qué gritar, solo digo que..

-¿Tu estas aburrida de estar aquí en casa todo el día mirando telenovelas y mirando libros de recetas? ¡Aburrido estoy yo demonios!.-

-Carlos no te pongas así yo..

-Solo eres una maldita mujer que está en casa todo el maldito día y te quejas como una loca, ¡eres una malagradecida!- Comenzó a gritar mucho más fuerte.

Me quede en silencio observando al suelo, Carlos y yo si habíamos discutido a gritos muchas veces pero era la primera vez que me ofendía de esa manera diciéndome "maldita". Cada vez que discutíamos me sorprendía un poco más al punto de solo quedarme en silencio.

-¿Ahora solo te vas a quedar en silencio?- Se quedo allí parando esperando algún tipo de respuesta.

-Simplemente no sé qué decir Carlos.- Respondí sin siquiera observarlo. – Me acabas de insultar de una manera que no me esperaba.- Intente ser fuerte y no llorar al momento de decirlo pero sentí como las lágrimas querían comenzar a brotar.

-No comiences Mariela.- Se cruzó de brazos.

-Es que no entiendo porque cada vez que discutimos es peor Carlos ¿Recuerdas la vez pasada? ¿Cuándo me tomaste por los hombros y me sacudiste fuertemente?. Sinceramente tengo un poco de miedo, ¿Qué puedo esperar la próxima vez? ¿Qué me golpees?.-

-Mariela.- Se sentó a mi lado. –No pienses eso, no voy a golpearte – Escúchame últimamente he estado muy estresado por el trabajo, esto de mantenernos a nosotros 2 no es tan fácil, siempre pienso que por suerte solo somos tu y yo porque con una boca más que alimentar sería terrible Mariela y no quiero que trabajes.-



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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