Mariela

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Durante el resto de la noche no pude dormir pues para mí era realmente inaceptable que Carlos no quisiera dejarme tener comunicación con mi familia, yo sabía que el sentía mucho rencor por el hecho de venir de una familia disfuncional y que tampoco se llevaba muy bien ni con mi padre ni con mi hermana.

Necesitaba enviar esa carta como fuera posible y sin que Carlos se enterase para evitar problemas, a la mañana siguiente Carlos se fue a trabajar olvidándose del problema de la Carta, lo había olvidado por completo y yo lo sabía debido a que no me reclamo que la rompiera o tirara a la basura para evitar que la enviara.

Pero aunque poco a poco le había comenzado a tener miedo a Carlos y había evitado hacer ciertas cosas por evitar que me gritara o se enojara, no era tan tonta como para dejarme dominar en cuanto a algo tan importante como mi propia familia.

Me acomode y Salí de la habitación sin siquiera saber a dónde dirigirme, sentía miedo de perderme en la gran ciudad y luego no poder encontrar el camino de regreso a casa, pero el simple hecho de Salir de aquel lugar y sentirme nuevamente respirando un aire diferente me hacía dejar todos mis miedos atrás.

Camine por el pasillo del lugar con mi carta en mano intentando pensar en cómo llegaría a la oficina del correo para enviar la carta, no sabía si ir a la derecha o a la izquierda ni mucho menos sabia a cuantas cuadras estaba aquel lugar, por suerte no era una chica tan penosa como para no pedir un poco de ayuda, así que entre todas las puertas del lugar yo decidí regresar a la mía y tocar justo en la puerta de al lado.

Toque la puerta esperanzada de que alguien me abriera y pudiera ayudarme en cuanto al tema de enviar la carta, por suerte para mi luego de tocar unas 4 veces más escuche como poco a poco alguien comenzaba a quitar todos y cada uno de los seguros de protección.

-¿Hola?- Escuche una voz muy peculiar seguido de un gran ojo arrugado que se asomó por una pequeña parte abierta.

-Buenas tardes.- Dije nerviosa mientras rogaba porque no fuera una persona con el terrible humor de mi esposo. –Soy la vecina del 12, la chica de al lado.-

-Espere un momento por favor.- Escuche decir a la persona quien se alejó un poco de la puerta para abrirla, se trataba de una mujer un poco anciana quien se sostenía de un gran bastón de color amarillo (Me pareció un color extraño para un bastón).

-Disculpe que le moleste.- Me apene debido a que había tocado muchas veces la puerta y quizás le había molestado por su condición de caminar lento. –Soy nueva aquí y sinceramente no se en donde podría enviar esta carta para mi familia.-

-¿Estas lejos de toda tu familia cariño?- Me observo sorprendida mientras hacia lo posible por sostenerse del bastón. - ¿Con quién vives aquí al lado?-

-Con mi esposo.-

-Pero si te ves muy joven para estar casada.- Comenzó a reír mientras se hacía a un lado. –Ven pasa. Me encantan las visitas.-

Quizás en otro momento hubiese pesando un poco mejor las cosas antes de pasar a la casa de una señora desconocida, pero es que estaba tan desesperada por hablar con otra persona y por distraerme un poco que ni siquiera dije ni una palabra antes de dar un paso hacia adentro de la casa.

Me di cuenta de que el color favorito de aquella ancianita era el amarrillo pues al igual que su bastón las paredes estaban pintadas de ese color, los muebles floreados y muy bien decorados, un gran reloj adornando una gran parte de la sala y junto a él pegadas en la pared muchas fotos de los que suponía eran sus familiares.

-Yo me llamo Clara.- Camino como pudo detrás de mí. –Siéntate en los muebles, estás en tu casa cariño.-

Me senté observando aun todas las partes de la pequeña habitación, esta era un poco más grande que la mía y me preguntaba ¿Por qué?.

-¿Tu familia está muy lejos?- Me observo atenta luego de sentarse.

-Bastante diría yo.- Suspire. –Me escape de casa con el chico que ahora es mi esposo y quiero enviarles esta carta para que sepan de mí y también para pedirles perdón.-

-Vaya.- Volvió a sonreír. –Me recuerdas a la hija de mi amiga Berta, esa niña se escapó con un chico hace algunos años atrás pero a diferencia de ti a su familia no le llego una carta de disculpas, regreso con una enorme panza de embarazo y con la gran decepción de que el chico había escapado.-

-Qué triste historia.-

-Ya sabes pequeña aunque estés casada con ese chico no tengas ningún bebe, eso sería un gran desastre.-

-Oh no. Claro que no, no se preocupe.- Comencé a reír mientras me sonrojaba. –Mi esposo no es fanático de los niños hasta ahora solo planeamos ser nosotros 2, la mayoría de las veces siempre me recuerda que no quiere ningún tipo de sorpresas como bebes.-

-Los niños siempre deben de llegar en el momento indicado cariño.- Se levantó lentamente y luego me extendió la mano. –Hoy podríamos Salir un momento a enviar la carta y con gusto te mostraría en donde queda el correo, pero lamentablemente tengo demasiado dolor en una pierna, si me lo permites puedo tomar tu carta y con gusto mañana te buscare para ir juntas.-

-Oh no espere.- Me levante rápidamente un poco asustada. – Si yo le entrego la carta, ¿no sería mucha molestia que usted la entregase al correo?. A mi esposo no le agrada la idea de que salga.-

-Tu esposo no es quien debe decidir si puedes Salir de casa o no, eres tú.-

-Lo sé. Pero es para evitar problemas.- Tome su mano y coloque la carta esperanzada de recibir su ayuda. – Él es un hombre con un carácter un poco fuerte y me ha prohibido siquiera enviar esta carta a mi familia- La mano rápidamente me comenzó a temblar. – Por favor le pido que si puede enviar esta carta a mi familia yo se lo agradecería enormemente.-

Ella me observo seria por unos segundos, quizás por ser una mujer de ciudad no entendía el método de la "mujer de casa" en los lugares pequeños como de que nosotros veníamos, pero si preguntar un porque o decir alguna otra cosa fuera del favor que le estaba pidiendo, acepto hacer todo lo posible por enviar aquella carta a mis padres y a mi hermana.



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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